Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Armonia Concertada, de la temperantia renacentista - por Mercedes García Molina

Granada - 21/07/2023

Tras el “volcán Gheorghiu” de la pasada velada en el marco del Festival Internacional de Música y Danza, nada mejor que la refrescante matinal a cargo de Armonia Concertada, dúo formado por el vihuelista Ariel Abramovich y la soprano María Cristina Kiehr. Refrescante no precisamente por la temperatura que ya había a media mañana en el crucero del Hospital Real, sino por el escenario arcádico y pastoril al que nos trasladó el repertorio basado en tercero de los libros de los Tres libros de música y cifra para vihuela de Alonso de Mudarra.  

Publicados en 1546 en Sevilla en el taller de Juan de León, los dos primeros lo forman obras exclusivamente instrumentales (fantasías, tientos, gallardas, pavanas y variaciones), algunas de ellas originales de Mudarra y otras transcripciones de los polifonistas más apreciados en la época, como Gombert, Willaert o Josquin. El tercero, que es el que nos ocupa, contiene canciones en castellano, italiano y latín en forma de romances, villancicos y  sonetos.

La elección de los autores, Ovidio, Virgilio, Petrarca y Sannazaro,  evidencia la formación humanística de Mudarra, recibida como personal de la casa de los Duques del Infantado y la influencia italiana a través de su viaje acompañando el séquito de Carlos V a Roma en 1529. También estaba al tanto de la poesía de la generación anterior y de la de sus contemporáneos, tal y como muestra la inclusión de textos de Manrique, Boscán y Garcilaso.

Por otro lado, Mudarra es uno  de los vihuelistas de repertorio técnicamente más exigente para el instrumentista. Sus tablaturas no reducen la polifonía, sino que reflejan la totalidad del contrapunto. En el caso del tercer libro, la voz del cantus la interpreta la voz y el resto las realiza la vihuela.

Recorriendo los tópicos literarios del Renacimiento, el lugar ideal (la Naturaleza), la descriptio puellae, la fugacidad del tiempo, el amor más allá de la muerte, María Cristina Kiehr fue pasando de un afecto a otro con suave naturalidad. Su voz cristalina de siempre, de afinación y emisión impecables pero más llena y de registro más amplio, delineó admirablemente las largas frases de la polifonía.

El trabajo de Ariel Abramovich con la vihuela fue extraordinario, imbricándose con la voz superior y resaltando todas y cada una de las restantes voces del contrapunto en los momentos adecuados. El timbre diáfano de la cantante se mezclaba perfectamente con el delicado sonido de la vihuela y la conjunción entre ambos fue tal, que crearon una atmósfera de emocionante y contenida intimidad. Abramovich utilizó dos vihuelas, una en sol de Martin Haycock y otra afinada en la, del luthier granadino Francisco Hervás. Pese a las condiciones ambientales de calor y sequedad (tuvo que cambiar la de Haycock por una tercera vihuela también de Hervás), el vihuelista argentino demostró un extraordinario dominio del instrumento y un conocimiento profundo de la música que tañía: ágil, expresivo y ornamentando con sabiduría sin empañar la música con excesos innecesarios.

El último bloque del programa estuvo formado por piezas cuyos textos estaban puestos en boca de “mujeres fuertes” en palabras de la propia María Cristina: Laura, Penélope y Dido, para terminar con un villancico de tono ligero: Isabel, perdiste la faxa.

De nuevo Armonia Concertada conmovió al público con exquisita sonoridad y contenida expresividad. Fue un refinado paseo por los paisajes y afectos del Renacimiento y un descanso para los sentidos y el alma.

Mercedes García Molina

 

Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Programa: Alonso de Mudarra, Tres libros de música en cifra para vihuela.

Armonia Concertada. María Cristina Kiehr, soprano. Ariel Abramovich, vihuela de mano.

Lugar y fecha: Crucero del Hospital Real, 16 de julio de 2023

 

Foto © Fermín Rodríguez

169
Anterior Crítica / La OSCyL Joven se presenta en el Auditorio de Valladolid - por José M. Morate Moyano
Siguiente Crítica / Sentimientos estivales - por Luis Suárez