Música clásica desde 1929

Editorial

Espejismos
Marzo 2015 - Núm. 883

Espejismos

Cuando, perdidos en las inmensas arenas del desierto, avanzamos con paso cansado y lastimero buscando un norte que nos guíe y, en el horizonte, vislumbramos la tenue imagen de un bello oasis, con sus palmeras cargadas de ricos dátiles y su pequeña laguna de agua fresca, recobramos súbitamente el ánimo, aceleramos el paso y, con evidentes signos de júbilo, pensamos que lo peor ha pasado y que nos hemos salvado. Pero como ya se sabe, nunca llegaremos a ese oasis, que cada vez se aleja más y más. Hasta desparecer. Este efecto, conocido por todos como espejismo, es el que parece sufrir el mercado discográfico en España en estos momentos. Volvamos a la realidad.

Se acaba de publicar el informe anual de Promusicae, la patronal de los productores de música, que agrupa el 90% del sector en España. Un informe que emite un mensaje optimista para la recuperación del sector. Dice que en 2014 ha aumentado, por primera vez y tras 12 años de números rojos, el consumo de música grabada en nuestro país, entendiendo por ello la música que se ofrece al mercado en distintos soportes físicos y digitales (CD, DVD, BluRay, LP, descargas y streaming en Internet).

El año 2013 fue para la industria del disco en España su annus horribilis, pues esta facturó tan solo 123 millones de euros, tras doce años de continuas caídas. En 2014 se han conseguido ventas por valor de 149 millones de euros. Magnífico, el mercado de la música grabada ha crecido un 21% en 2014; por fin ha cambiado la tendencia. Pero nosotros no nos lo creemos; pensamos que más bien es un espejismo.

En el año 2001 las ventas de música grabada en nuestro país fueron de 626 millones de euros (año de máximos, a partir del cual todo han sido descensos). El pasado año se han vendido 149 millones. Estamos a 477 millones de euros de distancia de las cifras de 2001. Además, hay que analizar el porqué del aumento de las ventas en 2014. Según informa Promusicae, se basa principalmente en unos pocos grandes éxitos de música pop, cuatro para ser más exactos, que han sumado ventas por encima del medio millón de copias en un mercado que ha vendido doce millones de unidades repartidas entre miles de títulos. La dependencia del incremento de las ventas está muy localizada, pues.

Mucho se habla también de la consolidación y despegue del mercado de la venta de grabaciones musicales por Internet. En 2014 las descargas de ficheros musicales (legales) y las audiciones online o streaming en la red facturaron 62 millones en España, cuando en 2013 fueron 51. El incremento porcentual ha sido de un 21%. Evidentemente la factura digital va en aumento pero no llega, ni mucho menos, a cubrir el gran socavón de los 477 millones pendientes de recuperar desde 2001. Suponiendo que se mantuvieran estos incrementos en las ventas físicas (cambio de tendencia) y en las digitales (evolución natural del consumo) necesitaríamos casi 20 años para recuperar las cifras de 2001.

Todo esto es muy paradójico en una sociedad donde se consume más música que nunca. La oferta musical de todo tipo, desde teléfonos móviles, tabletas, ordenadores o medios de comunicación, es abrumadora y gratuita mayoritariamente, y los grandes distribuidores de Internet usan cada vez más la música como “gancho” en sus ofertas. Nos atreveríamos a decir, por consiguiente, que quizá el consumo de música es más valorado por nuestra sociedad en este nuevo siglo que en el anterior, con lo que a la vista de todo ello se podría afirmar que el negocio de venta de grabaciones musicales ha entrado, se ha situado, en franca disonancia con la realidad social del consumo musical.

Y si nos fijamos en nuestra música clásica, la felicidad es todavía menor, ni siquiera disfrutada desde el espejismo. No tenemos datos del año 2014 (esperaremos a los informes de la SGAE), pero según nos comentan. las grandes cadenas de tiendas (pues tiendas independientes de discos ya casi no existen), el año 2014 ha sido un pequeño desastre para la ventas de música clásica grabada. Un alto cargo de una de estas cadenas nos ha llegado a comentar que parecía como si hubiesen desaparecido del mercado los aficionados de siempre, los de toda la vida. Y eso, desde luego, tampoco tiene visos de espejismo.

El clásico, un mercado muy consolidado durante años, se ha “despeñado”, principalmente en España, en los últimos años, por una muy mala política comercial de las grandes marcas, ayudando al gran cliente y olvidando a la pequeña tienda, que ha muerto. Por una política de precios abusiva, errante y repleta de campañas de descuentos incomprensibles y, en muchos casos, contradictorios. Además, la irrupción de Internet y la falta de control en la red hace que haya miles de “discos duros”, quizá en manos de los aficionados “desaparecidos”,  repletos de música e imágenes fuera de mercado, con una oferta “gratis total” que lejos de disminuir aumenta. Si a todo esto sumamos nuestro querido IVA, la globalización del mercado europeo, con su guerra de ofertas y precios, nos encontraremos ante la “tormenta perfecta”.

Aquellos que tienen poder y mando en la cultura y en la industria cultural deberían organizar un poco la casa, poniendo orden en un mercado que, parece ser, precisa de irreales oasis en el horizonte para mantener la ilusión de unos y el empleo de algunos. Pensamos.


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