Si en RITMO celebrábamos 1000 números por todo lo alto en diciembre, un buen amigo de esta casa, el clavecinista y fortepianista Yago Mahúgo, celebra en 2026 sus 44 años sobre los escenarios, ocasión perfecta para combinar lo que a él tanto le gusta: hacer música y jugar con los números.
44 años han dado para entender de una muy distinta el hecho del “concierto”. ¿Qué ha cambiado de sus primeros años en los escenarios al momento actual?
Sinceramente, no noto tanto cambio. El formato concierto, en esencia, ha evolucionado poco. Seguimos arrastrando la idea del concierto del siglo pasado, donde el público llegaba, escuchaba y aplaudía (o tiraba tomates), y creo que aún queda mucho margen para evolucionar. Hoy es más habitual intentar interactuar con el público, contar un poco qué se toca y por qué, y de esta manera parecer más cercano. El público lo agradece porque se siente más partícipe de la actuación.
También se da mucha más importancia a la imagen del artista en el escenario —solo hay que ver que algunos conciertos se están convirtiendo casi en pasarelas de moda—, lo cual me parece bien, ojo, no lo critico en absoluto. En un mundo tan visual como el actual, esa imagen, junto con el marketing, se ha vuelto algo básico. Se puede decir que hemos pasado de darle importancia al audio —cuando lo visual del concierto era casi marginal— a lo audiovisual, probablemente a partes iguales. Le hablo desde la perspectiva de hace 30 años, cuando yo aún era estudiante, hasta hoy. Poco recuerdo puedo tener de mi primer concierto con 5 años, más allá de las fotos y vídeos de aquella época (risas).
¿Hay un antes y un después para todo aquel que se dedica a la música antigua?
Uy, sin duda. Creo que una vez que “pruebas” la música antigua con instrumentos originales te cambia la visión del mundo. Empiezas a entender mucho mejor el porqué de las composiciones y eso te lleva a ver con otra perspectiva toda la música posterior, comprendiendo mejor la evolución de la composición junto con la evolución de los instrumentos y, en consecuencia, de la interpretación.
Cuando me pongo a tocar Chopin o Schumann, que ya se salen completamente de mi repertorio habitual, noto que veo la partitura de una forma muy diferente a cuando estudiaba aquellas obras. Y estoy convencido de que no es solo por la madurez de los años, sino por tener una perspectiva más amplia, más histórica, digamos.
Ha iniciado una gira para celebrar sus 44 años como músico que le está llevando por medio mundo. ¿Por qué 44 y no ha esperado a los 50, que es un número más redondo? Como bien sabe, nosotros acabamos de celebrar nuestros 1000 números...
Quien me conoce bien sabe que soy una persona muy numérica. Me encanta jugar con los números. Por ejemplo, soy incapaz de poner el despertador a las 8:00; no le veo el sentido numérico. Es mucho mejor las 7:57, las 8:08 (capicúa) o las 7:52 (la suma de los dígitos da 7), etc. Por eso el 44 me gusta tanto, por esa repetición del 4 y porque además, el número 44 tiene un simbolismo especial: compromiso, trabajo duro, dedicación y determinación, todo muy necesario en esta profesión.
El programa de la gira se basa en el número 4: 4.º ordre de F. Couperin, Suite HWV 444 de Haendel, Las Cuatro Naciones de A. L. Couperin, sonatas n.º 4 y n.º 44 de Soler y Scarlatti, también la n.º 444 de este último, sin olvidarnos del grandísimo J. S. Bach con su preludio n.º 4 del Clave Bien Temperado, etc. Todo ello conforma, en mi opinión, un recital muy redondo, variado e interesante para el público. Se nota al tocar en la buena respuesta de la audiencia. También es una manera de hacer algo diferente a lo habitual, que llama más la atención —y esto enlaza con lo que hablábamos al principio sobre el marketing y la evolución del mundo del concierto—.
La idea del 44 no fue mía (sí lo fue, por supuesto, la elaboración del programa), sino de la agencia de Carolina Bellver, que siempre da una vuelta de tuerca más al mundo de la representación artística.
Por seguir con los números, en la idea original de la gira visito 16 países (4x4) con una previsión de 44 conciertos. Está teniendo muy buena acogida esta gira “44” y están surgiendo más posibilidades de conciertos que van a acabar por “estropear” estos números, pero ¡bienvenidos sean! Todo sea que acabe con 22 países (2+2) y 55 conciertos (más risas).
Tampoco es casualidad que esta entrevista vaya a publicarse en el número 1001 de RITMO en vez de en el número 1000 —por cierto, enhorabuena por la increíble hazaña de llegar a 1000 números—, pero prefiero el 1001 por los motivos que ya he explicado.
Con tanto número, no ha comentado nada sobre su último disco, que dedica a su gira “44”, que hemos reseñado en el número 1000 de RITMO y donde salió como “Disco Recomendado”...
Agradezco mucho a la revista la reseña, el premio y el estar de alguna manera en ese número tan redondo. Es un disco diferente, pensado para ser llevado a la gira y como carta de presentación. Es básicamente el programa del recital con el añadido del Continuum del compositor húngaro Ligeti. En mi opinión es la obra cumbre del repertorio clavecinístico del siglo xx, que además tiene la indicación que tiene que durar 4 minutos sin el silencio final… ahí lo dejo.
Con tanto viaje, ¿cómo va la grabación de esa meta tan complicada que se ha propuesto con la integral de la obra para clave de François Couperin? El primer libro, que presentó hace un año, ha sido todo un éxito, incluso una revista cultural generalista nacional lo ha elegido dentro de lo mejor del 2025...
Esto último ha sido una completa sorpresa. Hay mucho disco en un año y que se fijen en tu grabación y la valoren como de lo mejor del 2025, lo único que hace es que quieras continuar ya mismo grabando. Pero claro, hay que compaginar este proyecto a largo plazo con los conciertos programados y con todo lo que va surgiendo: otras grabaciones, colaboraciones, conciertos de cámara... El próximo mes me meto de nuevo a grabar sin falta. Estoy cerrando las fechas con mi excepcional equipo sin el que ya no puedo trabajar: Iker Olabe y Alberto Rodríguez Molina. Es un reto divertido y complicado al mismo tiempo: equilibrar todo con grabar los 12 discos de la obra completa de Couperin le Grand. Un par de meses sin conciertos: ¡a grabar sin dudar!
por Gonzalo Pérez Chamorro
https://yagomahugo.com
Foto: El clavecinista y fortepianista Yago Mahúgo celebra en 2026 sus 44 años sobre los escenarios.
Crédito: © Tony Pugliese