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Entrevista #Ritmo979 / Teodora Brody

Rhapsody, una voz desde lo más profundo de la Tierra

Enero 2024

Con Rhapsody para el sello Signum Classics, la cantante Teodora Brody, acompañada de la London Symphony Orchestra, rompe moldes e interpreta obras clásicas con su propia voz en arreglos con orquesta de músicas de Enescu, Bartók, Pachelbel o Beethoven. Solo para aquellos que piensan que lo importante de un viaje no es el destino, si no la travesía.

¿Cómo surgió una idea tan audaz para hacer versiones vocales de obras clásicas que no están escritas para voz y que se confrontan entre ellas? ¿De dónde vino esta necesidad artística?

La música clásica es uno de los regalos más hermosos del mundo, de una vibración alta. Siempre he cantado todo lo que amaba; cada encuentro que iluminó mi corazón lo convertí en una canción. Cuando canto, ahondo en mis profundidades. Así que me acerqué a la música clásica en el momento en que todo mi ser se sentía como una vibración; vino como una realización personal. Me han dado un billete de ida para un viaje increíble, en el que cada estación representa un nuevo capítulo, tanto musicalmente como en mis búsquedas espirituales; cada estación me trae un nuevo desafío; siempre estoy lista para preparar mis herramientas para la próxima parada, con gran pasión en mi corazón. Soy una artista tratando de encontrar y tratando de tocar la esencia de la vida a través de mi arte.

¿Cómo fue la experiencia de grabar con la London Symphony Orchestra, una de las orquestas más importantes del mundo?

¡Como una boda entre el cielo y la tierra, llena de pasión! Sabía que esta música tenía que ser llevada a lo más alto, porque mi visión tenía que estar acompañada por un socio poderoso, una fuerza de la naturaleza para romper las creencias de que la música puede ser estrictamente etiquetada: jazz, clásica, étnica, espiritual... Los entrelazamos todos. El sonido de la LSO me trajo fuerza y energía en la interpretación. Fue tan difícil como sublime. Por otra parte, trabajé durante casi dos años en la concepción musical y luego un año más con Lee Reynolds, quien transcribió la música originalmente orquestada para cuarteto (por el compositor y guitarrista Calin Grigoriu), para una orquesta del tamaño de la LSO.

¿Cuáles fueron los retos de este proyecto?

En primer lugar, la orquestación, que vino con muchos momentos especiales; fragmentos folclóricos e influencias zíngaras se cruzaron con momentos en los que irrumpieron elementos del jazz, cambiando totalmente la atmósfera, o con partes instrumentales edificantes e improvisación de la voz. Estas combinaciones se trabajaron minuciosamente durante más de tres años. Trabajé en cada pieza por separado, aprendiendo en el piano exactamente como estaba escrito, paso a paso, amándola, sin el deseo de cambiarla. Y de repente, cada pasaje se tiñó de una inflexión de jazz o del impacto de Doina en mi alma. Doina es nuestro género tradicional rumano, distinto y conmovedor, que me gusta llamar “el evangelio rumano”. Interpreté vocalmente la Sonata “Claro de Luna” de Beethoven y, por supuesto, Béla Bartók y George Enescu con el susurro de Doina y escalofríos dentro. Otro desafío fue el de la voz requerida, que alcanzó casi cuatro octavas en la partitura musical. Y, por último, pero no menos importante, fue un intento continuo de no abandonar mi visión a pesar de los obstáculos, no rendirse y de creer en el proyecto hasta el final.

También grabaron las Rapsodias Rumanas de Enescu. ¿Qué significa el compositor rumano y qué nueva dimensión cree que dio su interpretación y la de la LSO a sus obras?

Tenemos las mismas raíces. Y ambos amamos a Doina, que corre por nuestras venas. De hecho, comencé todo este proyecto musical con las Rapsodias de Enescu. En ambas Rapsodias, reconocí a Enescu como un niño. Así que traje a través de mi voz la emoción del anhelo, del juego y del coraje específico de la juventud. Esto es lo que mi versión vocal presta, fantásticamente apoyada por el refinamiento y la riqueza artística de la LSO.

¿Qué le inspira en todo lo que crea y cómo es su proceso creativo desde la idea hasta la interpretación?

Creo que estoy aquí para recordar las canciones olvidadas de la Tierra. Cada uno de mis viajes, a través del jazz, a de la música rumana, étnica o espiritual o a través de cada modelo musical, solo fueron una preparación, una agudización de mi instrumento: la voz, para que pudiera redescubrir y retratar las canciones olvidadas de la Tierra. Independientemente de si estoy interpretando el Canon de Pachelbel o un concierto improvisado, me conecto con la fuerza de la Tierra, y desde ahí cargo todo lo que canto con la vibración inicial.

Recientemente cantó con la Manchester Camerata en el Festival Internacional George Enescu, bajo la batuta del director Gábor Takács-Nagy. ¿Cómo fue su experiencia de este concierto en Bucarest?

Fue la primera experiencia de concierto con público en este proyecto. Fue fantástico. Mi preocupación permanente era "sintonizar" con esta espléndida orquesta. Lo que más me interesaba era la experiencia detrás de la música creada. Como dijo una vez Celibidache, la música es solo un pretexto para conocer el misterio de la vida y la fuerza misteriosa que la anima. Manchester Camerata es una orquesta innovadora, animada, abierta y extraordinariamente sensible.

¿Cuáles son sus planes con Rhapsody, esta grabación para Signum Classics?

Deseo que se pregunten los oyentes: “¿es clásico, es jazz, qué es?”, para que ellos mismos puedan encontrar su repuesta: es simplemente sublime. Y perderse y encontrarse en la música, en armonía con todo lo que está dentro y a nuestro alrededor. Y, naturalmente, para comprarlo para sus amigos. Y sabe que le digo, ojalá pudiera interpretarlo con todas las orquestas valientes del mundo.

por Blanca Gallego

 

https://teodorabrody.com

https://lnk.to/TBrodyRhapsody



Foto: “Creo que estoy aquí para recordar las canciones olvidadas de la Tierra”, afirma la cantante Teodora Brody.
Crédito: © Alex Galmeanu

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