Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
Haciendo "clic" en el título de cada disco o sobre la foto, accederá a su ficha y a la crítica publicada en Ritmo y, cuando es posible, a las diferentes tiendas donde podrá adquirir el disco físico, o a las plataformas digitales desde donde podrá escucharlo en "streaming" o descargarlo online.

Ritmo NOVIEMBRE 2012 - Núm. 857

Sergiu Celibidache dirige. Conciertos para piano. Daniel Barenboim, piano.

 

Orq. Sinfónica de la Radio de Stuttgart SWR.
Orq. Filarmónica de Munich.
EuroArts, 2059118, (5 DVDs)

 



La crítica

ANTES Y DESPUÉS

Aunque en la cajita de cartón que enfunda estos cinco DVDs (ninguna es novedad) no se indique, se supone que esta edición especial viene motivada por el centenario del nacimiento de Sergiu Celibidache, del que en RITMO en 2012 nos hemos ocupado el que escribe (“Un intérprete”, Julio-Agosto), Rafael-Juan Póveda Jabonero en este y el próximo número y Javier Extremera en su sección de documentales (Mayo), donde este Amfortas herido para siempre tras escuchar/ver por vez primera a Celibidache nos escribió: “Él fue el poema final de toda una época irrepetible que convirtió la dirección orquestal en un acto de prestidigitación, en un ritual místico, en una experiencia inenarrable de ensoñación”. Exactamente esto es lo que ocurre cuando uno se acerca y profundiza en una interpretación de Celibidache, que produce instantáneamente una sensación de que hay un antes y un después para estas músicas, o para el oyente, que percibe tras estas interpretaciones, para el resto, para las demás, para las que ya conocía y las que conocerá, que hay un antes y un después cuando se conoce la “interpretación” de Celibidache.
 
La grabación más antigua, el Till Eulenspiegel de Strauss, es con la Radio-Sinfonieorchester Stuttgart des SWR, con ensayos incluidos y un blanco y negro de buen sonido (1965), coloreado gracias a la magia y a la gracia natural de un Celibidache no tan denso como desde finales de los setenta hasta su muerte. Esta no es una orquesta de primera, ajustada y con menor intuición straussiana que una de las grandes (Berlín o Viena, Staatskapelle de Dresde o Baviera). El maestro explica los sentimientos de fogosidad de Till (en el clímax de trompas y trombones, les dice que Till se siente invulnerable y les recuerda lo que piensa: “¡El mundo es mío... no me van a pillar...!”), la sensación de impunidad ante sus acciones, siempre con una atención especial al ritmo, de una peculiar intensidad, mucho más incisivo que en sus dos registros oficiales posteriores (Orquesta de la Radio de Suecia, DG 1971; Filarmónica de Múnich, EMI 1986), ya que en 1965 aun no se había serenado la fuerza arrolladora del rumano. Interpretación no definitiva, pero esclarecedora en unos ensayos imprescindibles. Otra cosa es la Sheherazade, también con Stuttgart, pero ya en color (1982), una interpretación rebosante de hermosura, sin amaneramientos en El joven Príncipe y la joven Princesa o en La Historia del Príncipe Kalender (la reciente de Andris Nelsons se deja llevar por excesiva blandura), culminada en una coda bruckneriana, y es que su fantasma invisible se le revelaba en cualquier inesperado y oportuno momento. Emi publicó en la Edición Celibidache la Sheherazade con Munich, superior a ésta y a cualquiera, de tempi muy lentos, pero que sepamos sin imágenes aun, sin ese abundante pelo blanco echado hacia atrás, imponiendo respeto a cada mirada a y cada gesto.
 
Es una lástima que en el DVD de Debussy y Ravel (1994) haya naufragado la versión de La Mer, editada por Emi y que se corresponde a las mismas fechas, dos años posterior, una interpretación mágica de mística zen. En general este impresionismo es en Celibidache flotante y lujurioso en el sentido del sonido, donde la batuta se transforma en una varita mágica para lograr unas texturas orquestales inusuales por complejas y por arriesgadas, con un tempi que permanece estático a favor del sonido, que necesita de más tiempo para esta nueva metamorfosis sonora, como ocurre en la Alborada del Gracioso, apabullante y, tal vez, lo más discutible de estas excepcionales interpretaciones.
 
Probablemente la cúspide de esta caja, que ya es decir, sea el DVD con la Novena de Dvorák y la Primera de Prokofiev, en las que el efecto “antes y después” es inevitable. Solo la introducción de la Novena es irrepetible, de una densidad brahmsiana y entidad bruckneriana (ya dije en su día que los “los herederos de Dvorak podrían tener problemas al reconocer la obra más emblemática de su antecesor, del mismo modo que los de Bruckner podrían reclamar ciertos derechos sobre esta interpretación de la Sinfonía del Nuevo Mundo”) de bellísima inspiración en el Lento, como todo Prokofiev, un verdadero recital de poesía y elegancia, plagada de nuevos detalles, delicadeza y solidez en la construcción, imprescindible también por unos ensayos, sin subtitular en español, que evidencian unos trabajos de preparación minuciosos y agotadores. Sin duda, la Sinfonía Clásica menos clásica. Tanto los Brahms, Schumann y Tchaikovsky (Concierto núm. 1) con Barenboim (1991), inmenso, hipnotizado de la grandeza celebidachiana, interpretaciones de las que se ha hablado en esta revista desde siempre, son creaciones artísticas colosales, irrepetibles y que, desde luego y casi tanto más que ninguna otra interpretación de esta indispensable cajita del señor del pelo blanco, tienen aquí su antes y después.
 
G.P.C.

 

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