Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo JUNIO 2012 - Núm. 853

SCHUBERT: Quinteto La Trucha. El mayor amor y la mayor pena

(un film de Christopher Nupen)Itzhak Perlman, violín; Pinchas Zukerman, viola; Jacqueline du Pré, violonchelo; Zubin Mehta, contrabajo; Daniel Barenboim, piano. Y muchos otros artistas
Allegro Films, A13CN D  (DVD)



La crítica

OTRA VEZ

Con una nueva portada, Christopher Nupen vuelve a ofrecernos agrupadas sus dos famosas filmaciones dedicadas a Franz Schubert. Por un lado, uno de los conciertos que, gracias a sus cámaras, ha sido visto por, literalmente, millones de aficionados a la música: el Quinteto “La trucha” que, el 30 de agosto de 1969, interpretaron en el Queen Elisabeth Hall de Londres cinco músicos en los que confluían dosis inconmensurables de talento y juventud a partes iguales: Itzhak Perlman, Pinchas Zukerman (viola en mano), Jacqueline du Pré (objeto ella misma de atención continuada por parte de Nupen y su cámara hasta casi el momento de su muerte), Zubin Mehta (aquí como contrabajista) y Daniel Barenboim. Los cinco eran amigos, los cinco se sabían tocados por los dioses y los cinco llenaron de luz con su interpretación una de las obras más luminosas de la literatura camerística. Por otro lado, un documental dedicado en 1994 a Franz Schubert, y que Nupen titula El mayor amor y la mayor pena (palabras sacadas de una carta del compositor de 1822 pero que, fuera de contexto, ven muy desvirtuado su significado).
 
Ningún producto le ha dado tanto renombre, ni dinero, a Nupen como esta grabación del Quinteto “La trucha”. Supo estar allí, en el día D, y ganarse la confianza de los músicos (amigos suyos) para que se comportaran y actuaran con naturalidad. El talento de estos cinco jóvenes prodigiosos y la profesionalidad del director hicieron el resto. Sus rostros muestran el placer de hacer música como pocas veces se ha visto en una pantalla. Esto es música de cámara entendida no como el trabajo constante de un mismo grupo de personas a lo largo de muchos años en busca de un sonido homogéneo, de una forma de pensar común, de una lenta disolución de las personalidades individuales en beneficio de una identidad colectiva. Es música de cámara concebida como la llama que prende súbitamente cuando confluyen todas las circunstancias para ello: un insólito dechado de talento, juventud, entusiasmo y musicalidad. Alguien podría tildar el conjunto de excesivo, y quizá no le faltaría razón. Pero cuando vuelve a verse y oírse aquel concierto londinense, uno cae rendido de nuevo ante la evidencia de que se trata de una velada musical histórica y apenas sin parangón. Nupen estuvo allí y supo convertir lo efímero en inmortal.
 
Nupen no es un musicólogo, ni un nombre vanguardista del cine sobre música, como sí puede serlo Frank Scheffer, autor de admirables documentales sobre compositores del siglo XX. Su desordenada visión de Schubert se apoya sobre todo en cartas, Lieder e interpretaciones de grandes músicos, con Vladimir Ashkenazy y Andreas Schmidt a la cabeza. No hay nada que rechine, pero tampoco que arroje nueva luz. Es convencional y profesional a partes iguales. Fallan sólo los subtítulos en español y un libreto plagado de erratas.
 
LG 

 

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