Sinfónica de Roma / Francesco La Vecchia.
NAXOS (CD) 8.573702-8.573702-8.573703
PETRASSI: Conciertos para Orquesta ns. 1, 2 y 3. Orquesta Sinfónica de Roma / Francesco La Vecchia.
Naxos 8.573702 (CD)
PETRASSI: Conciertos para Orquesta ns. 4, 5 y 6. Orquesta Sinfónica de Roma / Francesco La Vecchia.
Naxos 8.573703 (CD)
PETRASSI: Conciertos para Orquesta ns. 7 y 8. Sonata de cámara para clave y diez instrumentos. Mario Stefano Tonda, clave; Orquesta Sinfónica de Roma / Francesco La Vecchia.
Naxos 8.573718 (CD)
INFINITA INVENTIVA
Decía el musicólogo italiano Fedele D’Amico de su paisano, el compositor Goffredo Petrassi (1904-2003), que “conquistó la cultura con el respeto y la seriedad de un campesino”, aserto que bien ilustra la austeridad de una compleja obra que exuda robustez y sencillez y que, durante todo el siglo XX viaja hacia una fascinante abstracción (patente en su ciclo de ocho Conciertos para orquesta) que, lejos de restringir su expresividad, la potencia mediante un tenebrista pulso que inunda e impele su música. Incómodo con el ornamento, la ligereza y el pastiche de la música de entreguerras, enhebra Petrassi, con un sinfonismo heredado de su maestro Casella, la influencia del Stravinsky neoclásico más definido y el riguroso constructivismo de Hindemith, su Concierto para orquesta de 1934, obra que tampoco elude otra de las grandes referencias (y preocupaciones) del autor, el concerto grosso barroco y la actualización de su forma.
Diecisiete años posterior, el Segundo Concierto para orquesta de 1951 prueba una escritura de transición, más depurada, que ensancha la tonalidad mediante el cromatismo y preludia la síntesis gestual del Tercer Concierto, Recreación concertante que desde el serialismo libre, cita material de la sobria cantata Noche Oscura sobre textos de San Juan de la Cruz. Esta tangencial intertextualidad volverá a servirse tras el impetuoso y bartokiano Cuarto Concierto para orquesta de 1954, en el Quinto Concierto de 1955, posiblemente su gran obra maestra. Encargado por Koussevitzky y la Orquesta Sinfónica de Boston, el Quinto Concierto cristaliza la infinita inventiva del compositor que construye un expresivo edificio sonoro desde la serialización y continua metamorfosis de materiales de su ominoso Coro di Morti, de 1941, con textos de Leopardi. El resultado, de un dramatismo devastador, responde a las inquietudes de Petrassi ante una posguerra termonuclear, como explicara al compositor Luca Lombardi, que se proyectan a la tensa y agitada Invención Concertante o Sexto Concierto de 1957 para cuerdas, percusión y metales, obra de una mayor concentración discursiva que recoge las preocupaciones del compositor en torno a la revolución húngara de 1956.
Entre 1961 y 1964, compone Petrassi su episódico y aquilatado Séptimo Concierto, obra que, sin licencias ni gestos grandilocuentes, es un ariete de vanguardia que llamó la atención y admiración del norteamericano Elliot Carter como espejo de su burbujeante Concierto para orquesta de 1969. Finalizado en 1972 y estrenado por la Sinfónica de Chicago y Giulini, el Octavo Concierto se corresponde con otro jalón de su particular escritura que serializa gestos y motivos en un sofisticado y virtuoso ensayo sinfónico de refinada tímbrica.
Obviando grabaciones parciales de estas obras, la escasa competencia proviene de dos meritorios ciclos: el analógico y algo irregular de Zoltán Pesko con diversas orquestas (Sinfónicas de la RAI, BBC y Philharmonia Hungarica) para Fonit/Cetra y descatalogado hace 25 años y el digital, más objetivo, complementario, de buen sonido pero no tan clínico como estas obras precisan, y también inencontrable aunque disponible en streaming, de Arturo Tamayo con la extinta Sinfónica de la Radio de los Países Bajos para Stradivarius, esta grabación realizada entre 2012 y 2013 por Francesco La Vecchia con su voluntariosa Orquesta Sinfónica de Roma, se complementa con las anteriores. Evidenciándose las capacidades (pero también las limitaciones) de una orquesta que, cómoda en el lenguaje de Casella, Respighi o el más leve neoclasicismo del Petrassi de la Sonata de cámara para clave y diez instrumentos, aquí en una estupenda versión con Mario Stefano Tonda al clave, desafortunadamente no se logra transmitir el azogue interno de la magmática dramaturgia propia de los Concerti. La técnica de grabación, de buen rango dinámico y nitidez, ayuda a desgranar la naturaleza polifónica de una música que, en cambio, se presenta con cierta falta de equilibrio en la orquesta por una cuerda, a veces, muy delgada.
En resumen, se nota que La Vecchia, que trató a Petrassi con frecuencia, cree en la intrínseca comunicatividad de estas obras, por lo que pone todo el sentido agógico a su servicio para construir minuciosamente, con los mimbres que dispone, una digna primera integral con efectivos italianos de este gran arco evolutivo petrassiano que, pese a los problemas mencionados y al ser el único ciclo disponible en compacto, no queda más remedio que recomendar.
Y tras este apunte sobre un compositor cuasi centenario, desde estas líneas me gustaría felicitar a una publicación milenaria, porque los mil números de la revista RITMO en sus casi, también, cien años, han conquistado la cultura como ineludible referente musical en español, al igual que Petrassi, con seriedad y respeto, pero también con rigor, información, discusión y acogedora reflexión, aportando luz y conocimiento que tenemos la fortuna de poder compartir. ¡Que sean otros mil números más!
Justino Losada