Una incansable y necesaria labor *

A lo largo de los 1000 números de RITMO, esta publicación ha ido reflejando la progresiva incorporación de las compositoras a aquellos escenarios (reales y metafóricos) en los que originalmente no tenían acceso. Ciertamente, el exhaustivo análisis realizado de las novedades discográficas presentadas en la última década de la presente revista evidencia cómo las composiciones de autoría femenina se han ido sumando exponencialmente hasta el 2025. Composiciones que protagonizan CD exclusivamente formados por música de creadoras, o bien composiciones que se integran con naturalidad en grabaciones mixtas. En ambos casos son trabajos que evidencian cómo sí existe una genuina preocupación por rescatar e interpretar repertorios que se consideraban inexistentes o marginales hasta hace apenas unas décadas.

Así, la revista RITMO ha sido testigo y agente de estos cambios, participando activamente en ellos al dedicar sus páginas a críticas especializadas, entrevistas y secciones específicamente dedicadas a las mujeres en la música.

Las cuatro grabaciones que se comentan a continuación constituyen un ejemplo de esta progresiva normalización, compartiendo un denominador común: las cuerdas como protagonistas. Desde el repertorio renacentista hasta las propuestas más contemporáneas, estos discos evidencian cómo las compositoras han explorado y enriquecido uno de los medios expresivos más emblemáticos de la tradición musical occidental, abarcando desde el cuarteto de cuerda hasta el violín solista con orquesta.

El sello Eudora presenta el proyecto de recuperación patrimonial titulado Le Chant des Muses, a cargo de Anna Urpina (portada de RITMO en octubre). De entre todas las primeras grabaciones mundiales que ofrece, destaca Prologue, Air pour les plaisirs (1736) de la compositora Mademoiselle Duval, una pieza de notable interés histórico y musical que revela la maestría de esta autora del Barroco francés. Igual de pertinente resulta Correnti da sonarsi col violino, e spinetta de Marieta Morosina Priuli, cuyo tercer movimiento despliega un carácter animado con pasajes de notable exigencia técnica que el violín resuelve con brillantez.

En el segundo de los discos reseñados, el prestigioso Avalon String Quartet, con su reconocida trayectoria en el repertorio camerístico, ofrece una interpretación magistral de dos obras de Florence Beatrice Price. El Cuarteto n. 2 en la menor (1935) evidencia la maestría de la compositora para integrar las tradiciones afroamericanas en las formas académicas occidentales, particularmente en su tercer movimiento dedicado a los ritmos de la Juba. Las Cinco canciones folclóricas en contrapunto para cuarteto de cuerda (1951) complementan el programa con una escritura de gran refinamiento. La solvencia técnica y la sensibilidad expresiva del cuarteto garantizan una grabación que denota excelencia en cada detalle.

A continuación, el álbum Milestones celebra los cuarenta años de carrera del violinista Philippe Quint con un proyecto extraordinario que reúne tres primeras grabaciones mundiales de obras de Lera Auerbach, Errollyn Wallen y Lora Kvint. Del Concierto para violín n. 1 (2003) de Auerbach sobresale el Andante religioso, de intensidad conmovedora. El Concierto para violín (2024) de Wallen, en tres movimientos, traza un recorrido desde la introspección hasta la vitalidad rítmica. Por último, particularmente emotiva resulta Odyssey Rhapsody (2023) de Lora Kvint, madre del intérprete, la obra de mayor envergadura que ha compuesto su autora para su instrumento. La interpretación exquisita de Quint, acompañado por la Royal Scottish National Orchestra bajo la dirección de Andrew Litton, consolida este trabajo como un testimonio fundamental de su trayectoria.

Finalmente, Viktoria Elisabeth Kaunzner protagoniza el último y ambicioso proyecto discográfico de la presente selección. En este trabajo, Kaunzner es la violinista, compositora y directora artística. La obra que da título al álbum, Saiga Antelope (2021), exhibe una fusión hábil entre tradiciones orientales y occidentales, incorporando instrumentos asiáticos como el daegeum, la flauta de bambú coreana, en diálogo con la orquesta de cuerdas. El repertorio incluye también obras de Violeta Dinescu, Elena Kats-Chernin y, especialmente destacable, el Concierto para violín y orquesta de cuerdas (2012) de Claudia Montero. El primer movimiento de esta obra, titulado En la esquina rosada, despliega un marcado carácter donde se identifican pinceladas de tango que evidencian las raíces latinoamericanas de la compositora. La Universal Korean Organic Ensemble, bajo la dirección de Juan Pablo Hellín, acompaña con acierto este innovador trabajo.

Es innegable que la música de las creadoras no ha gozado de las mismas oportunidades de estreno y difusión que la música de sus colegas compositores. Y, aunque la equidad sigue siendo un objetivo por alcanzar, espacios como la revista RITMO siguen siendo fundamentales para visibilizar, reivindicar y, en última instancia, normalizar la presencia de las compositoras en el panorama musical.

Sakira Ventura

* Esta crítica contiene también las reseñas de “MUSIC FOR STRING QUARTET” (Naxos), “MILESTONES” (Pentatone) y “SAIGA ANTELOPE” (Solo Musica), publicadas conjuntamente en RITMO de diciembre