ZURICH Y SU BALLET

En una caja que recoge los tres DVD que previamente había comercializado de manera individual, el sello Accentus quiere mostrar el buen hacer de los conjuntos estables de la Ópera de Zúrich y su Philharmonia, en este caso, centrándose en el ballet. Así, dos piezas claves del género y la interpretación de una de las obras cumbre de la música coral y religiosa se reúnen para disfrute de todos con una muy cuidada presentación.

El director Fabio Luisi desmonta la idea de que el Requiem de Giuseppe Verdi es una ópera disfrazada (siempre existirá la discusión), pero lo que no podemos negar es el dramatismo que destila la composición. Por eso, quizás no es descabellado montar esta producción en la que el Ballett Zürich al completo se unió a los cuerpos musicales del teatro, con una coreografía de Christian Spuck (protagonista en los tres títulos del estuche) donde la abstracción es fundamental. El rol de cada solista está perfectamente asignado, y consiguen que el espectador no aparte los ojos de la escena de la primera a la última nota.

El director musical consigue además llevar a la orquesta y al coro a unas muy altas cotas de perfección, a la que se suma un cuarteto solista de hegemonía claramente femenina, sin desmerecer a Francesco Meli y Georg Zeppenfeld. Krassimira Stoyanova no es nueva en estas lides, y su afinidad con la obra es ya conocida; afinación, juego dinámico siempre adecuado y bellísimo timbre son sus mejores armas. A su lado, triunfa también una Veronica Simeoni de cálidos medios.

Por su parte, no es esta de El Cascanueces una producción tradicional, sino una interpretación de la obra por parte del mismo coreógrafo y director de la compañía: Christian Spuck. Este toma nuevas tramas, como la de la princesa Pirlipat, presente en el cuento de E. T. A. Hoffmann, pero no en la obra de Tchaikovsky; o la aparición de dos expresivos personajes ajenos a la obra cuya pantomima va enlazando los números. Tampoco se sigue el orden exacto de Tchaikovsky, y se introduce la figura de una acordeonista, con interpretaciones que se funden con las de una espléndida e inspirada Philharmonia Zurich. Teatral y estéticamente, se trata de un espectáculo impecable, donde cada personaje está estudiado al máximo. Mención especial merecen las elegantes interpretaciones de Michelle Willems como Maria y William Moore como Cascanueces y príncipe. 

Para finalizar, una asimismo espectacular y detallista versión de la simpar creación de Prokofiev, el ballet Romeo y Julieta, que, en esta ocasión cuenta con una puesta en escena irresistible y la firma en la coreografía siempre de Spuck. La tensión dramática que imprime desde el foso Michail Jurowski y la perfección de los jóvenes solistas, en especial Giulia Tonelli y Alexander Jones, hacen que esta producción de marcado romanticismo en la estética sea muy recomendable desde cualquier punto de vista; está excelentemente filmada además.

Pedro Coco Jiménez