Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo Septiembre 2019 - Núm. 932

MAHLER: Sinfonía n. 2. ZIMMERMANN: Concierto para trompeta.

Hardenberger, trompeta. Crowe, Gubanova. Coro de la Radio Bávara. Orquesta Filarmónica de Viena / Andris Nelsons. Dir: Elisabeth Malzer.
CMajor 748908 (DVD)



La crítica

MAHLER Y NELSONS JUNTOS DE NUEVO

Pocas veces cae en nuestras manos un producto musical de calidad tan fácil de valorar como este. El DVD recoge tomas de los conciertos ofrecidos los días 28 y 29 de julio durante el Festival de Salzburgo del pasado año. De entrada, ya hay que decir que Nelsons se coloca al lado de los más grandes traductores de la Segunda de Mahler que en la historia han sido (Klemperer, Bernstein, Barbirolli y Solti), lo cual no es decir poco, si tenemos en cuenta la cantidad de batutas que han recorrido estos pentagramas a lo largo de los últimos 60 años, muchas de ellas del máximo nivel. Claro, que de la multitudinaria lista de directores que lo han hecho, una gran mayoría (de entre las de máximo nivel o mínimo) se han apuntado al tirón que la música de Mahler ha ejercido en el gran público de forma evidentemente oportunista, lo que a propiciado una proliferación de interpretaciones mahlerianas huecas, con muy pocas cosas que contar o mal contadas. El tirón a que nos referimos vino propiciado por la labor de los cuatro nombres antes mencionados y de otros (Bruno Walter, Mitropoulos, Horenstein, Rosbaud, Kubelik, Haitink, el Abbado de los primeros años o Sinopoli, entre los más grandes). A ellos hay que sumar puntuales incursiones de nombres como los de Barenboim, Blomstedt, Giulini, Karajan, Maazel, Mehta o Pretre. Más recientemente, con Haitink aún en activo, tan sólo Rattle y Dudamel, junto a Nelsons, pueden ser considerados grandes mahlerianos. Los casos de Barenboim, Blomstedt o Eschenbach deben ser contemplados aparte, igual que los de Boulez o Gielen, estos últimos por distintas razones.

Viene a cuento hacer desfilar a todas estas personalidades del podio (seguro que faltan) para comprender el alcance de la versión que ahora nos toca comentar. Hace poco más de un año, en el “tema del mes” que dedicamos a Nelsons, decíamos que, si bien había ciertos compositores (Bruckner, Beethoven, sobre todo) que debería madurar, otros le encumbraban como máximo traductor de sus pentagramas entre los directores que actualmente ocupan el panorama musical, además de situarle en posición de auténtico heredero de la gran tradición directorial del siglo XX, que actualmente mantienen figuras como las de Barenboim, Blomstedt, Haitink, Mehta o Rattle; y no me olvido de nadie. El letón posee ese particular sentido de la gestión del tiempo, el ritmo y el “melos”, presente en los grandes maestros, tan difícil de encontrar en un músico, y consustancial a la esencia de la música misma.

Tras la mayoría del Mahler que se nos ha ofrecido en las últimas décadas, el de Nelsons suena desnudo, despojado de toda la cantidad de maleza que se ha ido acumulando sobre esta música a través del tiempo, que tan a menudo nos impedía acceder a su esencia auténtica. En el DVD que comentamos, la Sinfonía Resurrección viene precedida del Concierto para trompeta de Zimmermann (Nobody Knows de Trouble I see), como si los quince minutos que ocupa la obra contribuyesen a la labor de llevar a cabo ese desbroce de hierbas inútiles que se han ido acumulando sobre la partitura de Mahler con el paso del tiempo. Es recomendable ver todo el DVD en una misma sesión para percibir esto que apuntamos. Tras Zimmermann, el Totenfeier es devastador; los ecos de Schubert, Brahms o Bruckner parecen ser conducidos a un abismo irremediable y sumirse en la desolación más absoluta.

El Allegro moderato y el Scherzo que le siguen, lejos de parecer meros divertimentos (como en tantas versiones ocurre), se constituyen en auténticos vehículos de conexión con la irrupción de la contralto al llegar a Urlicht, donde surge la voz humana, el instrumento solista que se decide a reclamar atención, de forma patente, desde la trompeta en la obra de Zimmermann. A partir de este momento, Nelsons no cae en la tentación de “ornamentar” el discurso, como sucede tantas veces en otras versiones, sino que permite que sea la propia música la que extraiga el elemento dramático contenido en estos pentagramas, evitando caer en los falsos sentimentalismos que con frecuencia castigan esta música; lástima que en algún momento el primer violín se tome alguna licencia que la batuta se apresura a corregir evitando que entorpezca este discurso. Es un caso muy puntual, al acompañar a la solista en el cuarto movimiento, que no afecta al resultado global. Silencios perfectamente calculados, dinámicas diseñadas de forma magistral y una minuciosa atención a cada detalle, ensamblándolo de forma lógica en el todo que conforma la obra, son algunas de las cualidades que hacen de esta Segunda de Mahler una de las más grandes referencias de estos pentagramas. Hay que conocerla sin dudarlo.

Rafael-Juan Poveda Jabonero

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