COMPOSITORES DEL SIGLO XX

Bajo el título Compositores del siglo XX, el sello Accentus recopila en un estuche algunos de los documentales monográficos que, a lo largo de los últimos años, ha dedicado a diversos autores contemporáneos. No se trata por ello, como tal epígrafe podría dar a entender, de una selección determinada por la voluntad de ofrecer una selección representativa o una revisión global del panorama compositivo del siglo XX, sino de un conjunto de nombres cuya unión resulta más o menos azarosa, aunque pudieran establecerse entre ellos ciertas afinidades o nexos. Incluso me atrevería a decir, sin por ello poner en duda la decisiva entidad de las obras de cada uno de ellos, que se trata de unos autores dispuestos en los márgenes de la historia oficial o hegemónica de la música contemporánea que se articuló desde los parámetros de la vanguardia de posguerra y cuyos límites, exclusiones o exigencias se han ido cuestionando recientemente para ofrecer de ese modo una mirada más amplia, y también más precisa, de las múltiples trayectorias y propuestas estéticas surgidas a lo largo de estas décadas.

De ese modo, la compilación de nombres, que comprende a Erik Satie, Charles Ives, John Cage, Isang Yun, Krzysztof Penderecki y el ya octogenario Arvo Pärt, puede entenderse, aun en su aleatoriedad, como una constelación de referencias que invita a establecer cartografías alternativas de la creación contemporánea. La presente recopilación supone asimismo un modo de examinar las diversas aproximaciones y posibilidades audiovisuales que caben en el ámbito de los documentales sobre música.

El juego de palabras Satiesfictions predispone a la aproximación predominantemente lúdica con la que se trata la figura del compositor francés. Declaraciones de intérpretes y estudiosos se combinan con testimonios visuales, fragmentos de animación basados en los dibujos del propio Satie alternan con secuencias donde la propuesta, a la vez subversiva y premonitoria, de la musique d’ameublement, se resuelve con soluciones visuales próximas a una estética publicitaria. El contraste con los fragmentos del cortometraje Entr’acte (1924) de René Clair, en el que participó Satie, muestran las distancias entre la insurgencia vanguardista y un ortodoxo lenguaje documental al que cabría reprochar su falta de experimentación.

Lo mismo cabe señalar de John Cage. Journeys in Sound, dedicado a quien fuera también uno de los pioneros en la reivindicación de Satie. Absolutamente irreprochable y con la loable voluntad de trasladar las múltiples derivaciones de las propuestas cageanas, es una inmejorable puerta de acceso a una figura inasible, cuyo fecundo pensamiento sigue irrigando numerosas cuestiones contemporáneas, pero que, curiosa paradoja, los cineastas no han parecido querer integrar en su propia realización fílmica.

Díptico Ives

A modo de complementario díptico se ofrecen dos documentales sobre Charles Ives. Universe, Incomplete es el registro de la singularísima propuesta del director de escena suizo Christoph Marthaler concebida a partir de una obra utópica e irrealizable de Ives, la Sinfonía del Universo, nunca terminada y que hubiera requerido para su ejecución a más de 4000 músicos distribuidos entre valles y montañas. En el enorme espacio industrial de la Trienal del Ruhr y con un espléndido collage sonoro establecido a partir de numerosas partituras de Ives, Marthaler desarrolla diversas acciones escénicas que no responden ni a una lógica discursiva ni a una dramaturgia formularia. Enigmáticas situaciones teatrales que, sin embargo, sirven para interrogar eficazmente el inédito espacio sonoro que la música de Ives convoca. La radicalidad de esa propuesta se equilibra con el documental, de recursos más convencionales, titulado The Unanswered Ives, que permite, a través de textos del propio compositor, asomarse a la biografía desconcertante del que fue a la vez autor de vanguardia y director de una de las principales compañías de seguros estadounidenses.

Un músico no lo suficientemente reconocido, el coreano Isang Yun, es el eje a partir del cual la realizadora Maria Stodtmeier propone una confrontación, mediante un montaje en paralelo, de la brutal disociación cultural y política que la Guerra Fría impuso en el país asiático. La música y el prestigio de Yun se aparecen como uno de los pocos referentes compartidos por ambas Coreas, si bien el propio autor no estuvo libre de las terribles consecuencias de un devenir histórico pavoroso, al ser secuestrado y torturado por el gobierno de Corea del Sur a finales de la década de los 60, acusado de realizar labores de espionaje en ese otro país dividido que fue la Alemania de posguerra.

Homenaje a Penderecki

Un tributo a Krzysztof Penderecki registra el concierto homenaje que tuvo lugar en Varsovia en 2013 para celebrar el 80 cumpleaños del autor polaco. Cuatro partituras emblemáticas de distintos momentos de su trayectoria (Treno a las víctimas de Hiroshima; Dúo Concertante; Concerto Grosso para cuatro violonchelos y el magno friso sinfónico-coral Credo) son interpretadas por destacados defensores de su creación, como Anne-Sophie Mutter, Daniel Müller-Schott o Dutoit, Urbanski o Gergiev, entre los directores, en unas lecturas que realzan la monumentalidad, espectacular y grandilocuente, de la estética de Penderecki.

Finalmente, The Lost Paradise está dedicado al proceso de colaboración entre el compositor estonio Arvo Pärt y el director de escena Robert Wilson, con motivo de la representación de La pasión de Adán en Tallin, en 2015. Ambos especulan en torno a ese componente trascendente, tan elusivo a la palabra, que sus propuestas desean convocar, a la vez que se recogen los testimonios (encuentro en Vaticano, entrega del Praemium Imperiale en Tokyo) de un músico cuyo ascético discurso ha encontrado una entusiasta aceptación por parte de las instituciones.

David Cortés Santamarta