La cercana amistad entre la violoncellista Alisa Weilerstein y el pianista Inon Barnatan se remonta a 2008, cuando tocaron juntos por primera vez prácticamente todo el repertorio original para esta agrupación camerística, además de diversas transcripciones. Tal como ellos mismos explican, fue hace dos años cuando decidieron grabar la integral de las Sonatas de Beethoven, cuyo aniversario quedó eclipsado por la pandemia del coronavirus, lo que dota a este proyecto de un componente de agradecimiento espiritual a la vida añadido.

Presentan aquí una grabación discográfica que supone toda una celebración de humanidad, artística y personal, ya que es el propio repertorio el indicador de una evolución. Desde los primeros pasos dados a través de las dos Sonatas que conforman la Op. 5, de 1796 y sin modelos previos que tomar como referencia, la Op. 69 ya disfruta del esfuerzo realizado en la composición de obras a gran escala, puesto que su composición data de finales de 1807 y principios de 1808. En las dos que constituyen la Op. 102, escritas durante el verano de 1815, dispone de una libertad en la forma que llegó incluso a su deseo de explorar nuevos principios contrapuntísticos.

Ambos intérpretes ofrecen un registro discográfico lleno de matices y de profundidad, al que también imprimen una cierta frescura dentro del dramatismo inherente a la siempre original y eterna voz del genio de Bonn. Una escucha de contínua emoción que, en sus criterios compartidos y perfectamente asimilados, redefine la relación y la narrativa entre ambos instrumentos.

María del Ser