Antes de conocer al que sería su libretista de referencia, W. S. Gilbert, con el que escribiría las páginas más doradas de la opereta inglesa, Arthur Sullivan probó suerte en géneros diversos. El ballet, por ejemplo: tenía tan solo 22 años cuando compuso L’Île enchantée, estrenado en 1864 en el Covent Garden de Londres como divertimento para completar las representaciones de La sonnambula de Bellini. Sullivan no engaña aquí: se le pidió una obra ligera y fresca, y eso es lo que ofreció con este ballet.

Su música es un dechado de humor desenfadado, muy en la vena de Offenbach, con pasajes cargados de ironía como la pomposa mazurka y otros, como el preludio, que destacan por la gracia con que están instrumentados.

El disco se completa con la música de ballet de la que fue la primera colaboración de Gilbert y Sullivan, la ópera Thespis (1871), que sigue los derroteros ya apuntados en la anterior obra. En ambos casos, las partituras originales se perdieron y hubo que reconstruirlas a partir del material de orquesta. En el caso de L’Île enchantée, esta grabación, realizada en 1992, es la primera mundial.

Buen conocedor del estilo de Sullivan, el director Andrew Penny firma unas versiones extrovertidas y brillantes que hacen plena justicia a la música.

Juan Carlos Moreno