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Crítica / Yo-Yo Ma, de vuelta - por Esther Martín

Madrid - 30/10/2022

Tras años sin visitar Madrid, el 2022 ha recibido al violonchelista Yo-Yo Ma en dos ocasiones, la primera de ellas en el mes de febrero, y la segunda en octubre, hace apenas un par de días. De la mano de Ibermúsica, el reputado violonchelista interpretó un concierto de cámara junto a la también brillante pianista Kathryn Stott.

De nuevo, la Sala Sinfónica estaba llena, aunque en esta ocasión quedaba algún hueco libre. Es evidente que un músico de este calibre es un valor seguro y que, tras el éxito del concierto que había ofrecido en invierno, nadie querría perderse este.

Para esta cita la programación era muy distinta, y frente a las Suites de Bach, ahora tocaba el turno de la música de cámara con piano. Una agrupación, la de cello y piano, en la que hay que medir bien las fuerzas para que el equilibrio entre los dos instrumentos les permita acompañarse y brillar por igual y ser escuchados. Además, es determinante el tipo de piezas que se eligen, y en caso de que haya un nutrido número de transcripciones, como fue el caso, cuidar especialmente las adaptaciones para cada instrumento. Evidentemente, Yo-Yo Ma y Kathryn Stott, que llevan tocando juntos más de dos décadas, conocen todos estos entresijos; quizás esa era la razón por la que algunos de los arreglos estaban hechos por ellos mismos.

La música del Romanticismo y siglo XX fue la protagonista de la primera parte. Sin apenas interrupción entre las obras, como estaba indicado en el programa que sucedería, interpretaron las piezas una tras otra; una fórmula que resultó algo confusa porque provocaba la lectura del programa una y otra vez, en un intento de seguir lo que se estaba escuchando. De todas ellas, las 4 piezas románticas de Dvorak, que cerraban esta parte de la velada, fueron las más expresivas: provocaron más de un suspiro, asentimiento de cabeza, y, en general, satisfacción.

En contraposición, el carácter de la segunda parte fue más anárquico. El compromiso con la cultura y la diversidad de Yo-Yo Ma, no en vano ha recibido el premio Nobel de la Paz, conlleva introducir obras con mensaje en el programa, como fue el caso de Dervish, de E. Wallen, que emula las danzas de los derviches de Turquía y que tiene un espíritu musical muy acorde al siglo XX en el uso de recursos. De entre los arreglos que le siguieron, destaca el de Gracias a la vida, de Parra, cuya reconocible melodía pudieron seguir en su interior el numeroso público que llenaba la sala, aunque en ocasiones hubo que aguzar el oído; y para acabar, Piazzolla, otro valor que siempre funciona. Su Gran tango cerró el programa y con ella consiguió Yo-Yo Ma una enorme ovación.

Y tras dos horas de concierto, regaló un par de bises y cordialidad, siempre haciendo gala de su buen humor. Somewhere over the rainbow despidió, con un espíritu de esperanza, el concierto extraordinario de Ibermúsica.

Esther Martín

 

Ibermúsica

Violonchelo, Yo-Yo Ma; Piano, Kathryn Stott.

Obras de Dvorak, Mendelsshon, Sibelius, Shaw, Wallen, Parra y Piazzolla.

Auditorio Nacional, Madrid.

 

Foto © Rafa Martín / Ibermúsica

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