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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Visión nórdica de actividad y quietud y extraordinario Lugansky - por José M. Morate

Valladolid - 19/05/2025

El estreno nacional de la Suite "Amanecer" (1909) de la compositora y directora Ida Moberg (Helsinki, 1859-1947), formada con Sibelius y la Sinfonía nº 5, op. 50 (1920-22) del danés Carl Nielsen, primicia para la OSCyL, fueron lazos de ambiente nórdico que envolvieron a la quinta versión del Concierto para piano nº 3, en Do M., op. 26 (1921) de Prokófiev, con Nikolay Lugansky como solista segunda vez invitado once años después de su presentación en la ciudad. Como Directora invitada para tan atractivo y difícil programa, debutó en Valladolid Emilia HÖving (Helsinki, 1994), que constituyó una agradable sorpresa, dadas su juventud y capacidad artística, acreditadas en esta 16ª sesión del abono OSCyL en su sede vallisoletana, frenta a unos 1.400 asistentes.

Emilia Höving, con su estupenda figura, mostró un brazo derecho de pulso constante en cualquier compás; izquierdo grácil para la expresión y suavizar sonido, muy efectivo para unas cuerdas muy exigidas toda la noche, con múltiples escalas y agilidades en forte sin durezas, afinadas y empastadas; amplios movimientos envolventes de lógica y criterio musical que, al irse asentando el ímpetu juvenil y la energía que transmite, darán más verticalidad a la figura, ganando aún más en eficacia y estética; como las músicas vertidas le resultaban próximas y demostró dominarlas, su prestación global anima a esperar nuevas presencias en el podio y comprobar su evolución positiva. Se mostró también cercana a los intérpretes y comunicadora al público.

La Suite de la recuperada Moberg para el directo, es de amable escucha, original en la tímbrica orquestal y hace veraz la intención de la compositora, no sólo en describir casi cinematográficamente la Naturaleza, sino su aplicación a la propia existencia humana en sus momentos de actividad y quietud. El Andante inicial, Amanecer, se comporta como el Sol: pianísimo en su salida con las cuerdas e ir creciendo lentamente con el tutti para cobrar movimiento y luz. El Moderato Preludio juega con clarinetes, trompas y flautas, para que las violas presenten una melodía que el tutti retoma y amplía. El Allegretto Atardecer es jovial en el luminoso día, que va oscureciendo hasta el Silencio Adagio de la noche en calma, que glosa la nana de su ópera "La luz de Asia", cuya quietud y dulzura cantan las cuerdas. Versión sobresaliente muy bien acogida y premiada por la Sala.

Prokófiev escribe su Concierto nº 3 en Bretaña, tras su salida de la URSS; quizá por ello tiene la gran vitalidad que proporciona la atmósfera libre, otorgando a la orquesta la misma importancia que al piano, al que pide extraordinarios momentos de fuerza en competencia mutua y a la vez momentos de fino lirismo que se mezclan con éllos. Es piedra de toque para los solistas y Lugansky (Moscú, 1972) cubrió con excelencia todas las expectativas. El clarinete abrió con acierto en su melódico solo, que la orquesta expande para la gozosa entrada del piano, rica de ritmo, brillo y fluidez, con una pulsación capaz de competir con élla, ajustándose bien en el tempo un punto rápido de inicio, que Höving controló inmediatamente, consiguiendo la correcta relación con el allegro emotivo y virtuoso que cierra el movimiento. El Tema con 5 variaciones que planteó la flauta (qué bien la familia en toda la obra), Andantino, como perfecta gavota neoclásica orquestal tonalmente inestable seguida por las 5 diferentes variaciones; la I apuntando a lo que después hizo Gershwin en su "Rapsodia"; viva la II; el tema con aire de jazz en la III que, en la IV, es meditado en diálogo piano-orquesta, que se torna brillante en la V. Lugansky, fantástico siempre, unido a Höving y a la OSCyL completamente. De "discusión entre protagonistas" calificó Prokófiev al Allegro final y así se produjo; bien los fagotes en el tema, decidido y musical el solista "contra" la orquesta en lo vivo o en el lento lírico de las maderas o el bello unísono con las cuerdas y llegar al virtuosismo exigente de la Coda, rematada con dramatismo. Explosión del público y repetidas ovaciones para todos. El triufador Lugansky correspondió con un relajante Chopin, en versión medida y sentida, sin atisbo de cursilería, con expresivo y justo rubato, musical, repitiéndose la reacción entusiasta de los oyentes.

La Sinfonía nº 5 de Nielsen, la más abstracta e importante de las 5, no es muy programada por dificultad de entendimiento e interpretación, donde la caja clara es protagonista, y lo fue, quizá como reminiscencia bélica de la Gran Guerra concluída y el modernismo que apunta en su vena romántica. Emilia Höving la entiende y llevó perfecta, con una OSCyL muy concentrada y atenta, tanto en su conjunto como en familias y solistas, que rayaron a gran nivel. Destacaríamos la estupenda resolución del fugado del Presto en el Movimiento II y la fuga del Andante en la 2ª parte del mismo II, con alta nota por su dificultad para el trabajo de  todas las cuerdas. Lógicamente,  esta música precisa de metales nobles y conjuntos, y lo fueron, en particular, el dúo breve trombón bajo-tuba. La brillante Coda final puso la guinda a una versión sobresaliente, que conmovió al Auditorio, que se expresó repetidamente sonoro con todos los intérpretes. Un muy interesante concierto por música y músicos.

José M. Morate Moyano

 

Nikolay Lugansky, piano

Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) / Emilia Höving

Obras de I. Moberg, S. Prokófiev y C. Nielsen

Sala sinfónica "J. López Cobos" del CCMD de Valladolid

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