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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Los olvidados - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 19/05/2025

Un programa FOCUS de la Orquesta y Coro Nacionales de España es siempre una ocasión de revelaciones o… decepciones... Es su función: poner el foco (spotlight) sobre algún aspecto, algún autor, algún periodo, alguna generación… dentro de cierto (exigible) equilibrio y rigor histórico, sin filtros o afinidades espurias, centrados (focalizados) en el rico patrimonio músical español y con (relativa, por lo que veo) predilección por el fomento y divulgación de sus músicas (mal llamadas) “contemporáneas” o asimiladas…

En esta ocasión sinfónica inaugural del ciclo FOCUS de esta temporada 24-25, se cumplió con el primer requisito y se “extendió” el segundo hacia sus “orígenes” en el siglo XIX, con alguna pieza foránea como piedra de toque.

Mario Muñoz Carrasco ha sido el comisario de todo este ciclo y editor de un libro documental ilustrativo sobre nuestro sinfonismo y las sociedades musicales españolas. Un ciclo que, en lo puramente musical, constará de dos conciertos sinfónicos, uno coral y otro de cámara, en las sedes del Auditorio Nacional de Música y la Fundación Juan March.

Una programación singular, este FOCUS, que, año tras año, es verdad nunca suele ofrecer una buena entrada y, por desgracia, así ocurrió de nuevo en una sala sinfónica del Auditorio Nacional algo desasistida en este concierto inaugural. Pero lo sorprendente es que, en esta ocasión al menos, lo programado no debería haber supuesto ningún esfuerzo para el disfrute del melómano, del aficionado medio, ni aún para el neófito. Más bien, todo lo contrario, tanto por el repertorio elegido, muy ligado al siglo XIX, histórica o estéticamente según el caso, como por la brillantez de la versión.

La belleza y contundencia de la Obertura de Mignon de Ambroise Thomas arrancó programa como telonera de la obra, del “foco” de esta primera parte: la Primera sinfonía en si bemol mayor de Miquel Marqués. Una partitura que reveló un compositor romántico con frescura y lucidez melódicas dignas de elogio. Por supuesto, comparables a las de su, más conocido,  “telonero” hoy y en el día de su estreno según se refirió en el intenso discurso de presentación previa.

Un estreno que tenía un paisano mío al frente de la orquesta, el virtuoso violinista Jesús de Monasterio, emblema, entonces y hoy, del Conservatorio que fuera primera alma mater (musical) mía, en su día. (Emblema de la primera y director de mi segunda alma mater el Real Conservatorio Superior de Madrid, por cierto).

Su atrevido arranque con pizzicati en la cuerda, respondido en simetría en la rúbrica de este Allegro moderato inicial, asi lo adelantó, ya de primeras.

Aunque aquella imagen se difuminara en un desarrollo un tanto discursivo en su planteamiento y, fuera después perdiendo algo de fuerza y ambición con los demás movimientos. En cualquier caso, una obra elogiable que merece más recorrido sin necesidad de estos eventos (digamos que…) de “discriminación positiva” de… “los olvidados”.

Una primera parte que gustó al respetable y al que suscribe, porque la Orquesta Nacional de España y su director esta tarde, Diego Martín-Etxebarría, mostraron una entrega y extroversión ejemplares. Una resolución fruto de la necesaria convicción volcada desde los atriles y el podio, sobre este repertorio.

Un programa que ofrecía, ya en su cierre otra gran obra que, sin duda, no debería de necesitar en modo alguno y a estas alturas de la película, de este tipo de eventos (¿“promocionales”?).

De Becqueriana de María Rodrigo se escucharon dos números celebrados de ella: vals y marcha. De nuevo una estructura paralela a la primera parte, dos obras de diversa ambición formal con remate, si no de una sinfonía en este caso, sí de un vigoroso poema sinfónico.

Bello vals con pretensiones armónicas más que de carácter que se continuó de una marcha con la pujanza que se le supone a este género e ingeniosas referencias de sana ingenuidad que habrían de escucharse en su contexto ¿Para cuándo levantar estas óperas en en las tablas de un escenario de postín, más allá de los encomiables esfuerzos realizados por entidades ejemplares pero de carácter pedagógico, como, recientemente, la Escuela Superior de Canto, en esta misma obra?

¡Y qué decir del poema sinfónico Maese Pérez, el organista de Julio Gómez con que concluía la velada!

Una obra plena de sugerencias, de atmósferas, de historias que contar, plena de recursos orquestales y de contrastes, más aún en esta extrovertida versión, ofrecida siempre con un punto adicional de brillantez tímbrica y desahogo.

Me dirán que a buen seguro, estaría sirviendo a algún estilo definido, alguna escuela o secuela (¿alguien ha dicho Franck o Strauss (Ricardo, por supuesto…)? ¿la Schola Cantorum en su conjunto, quizás…?), y todo por culpa de esta cultura del canon histórico, de aquel relato escrito fuera de nuestras fronteras y otras muchas, a rebufo de otros contextos culturales, históricos y sociales.

Pues no. Y un no rotundo. Escrito en el sólido estilo e inspiración (que hay mucho de ello también) de este baluarte de la enseñanza de la composición en España, en aquel mismo Real Conservatorio de Música de Madrid donde imparto hoy docencia: D. Julio Gómez.

Respondía con cierta vehemencia un eximio compositor español hace unos años a mis reservas y matizaciones en un contexto de concierto similar, que… obras geniales en la historia de la música se cuentan con los dedos de la mano. El resto… el resto son obras bien hechas y… ¡hay que descubrirse ante ellas!

Las partituras que hemos escuchado, que hemos disfrutado hoy y, especialmente, este último y espléndido poema sinfónico de Julio Gómez sobre la conocida y no menos espléndida leyenda de Bécquer: Maese Pérez, el organista, lo son.

Ya me iba y escuchaba por detrás a jóvenes dialogar con sus sanas expectativas y valoraciones desprejuiciadas. Uno al otro, según se levantaba, afirmaba con sencillez que la última obra le había gustado especialmente. Calló y otorgó el otro.

— ¡Qué más se puede pedir! ¿Verdad, D. Julio?

Luis Mazorra Incera

 

Orquesta Nacional de España / Diego Martín-Etxebarría.

Obras de Julio Gómez, Miquel Marqués, María Rodrigo y Ambroise Thomas.

OCNE-FOCUS. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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