La famosa producción de Laurent Pelly de La fille du régiment, de Donizetti, ha viajado por las mayores casas de ópera. Hoy parece imposible concebirla de otra manera. Ha logrado insuflarle vida a una partitura que, salvo algunos números, no cuente tal vez entre lo más granado de la nutrida producción de su autor, que seguramente tiene otros títulos con más méritos para entrar a formar parte estable del repertorio. Pero el público acude, sin duda atraído por algunas voces, pero se ría de buena gana y se va contento. Además, con turistas seguramente (a mi alrededor se hablaba alemán), la sala estaba a rebosar.
Yo creo haber visto el presente montaje escénico unas tres veces, por no hablar de las veces que he visto el dvd que todavía se puede encontrar. Con diálogos nuevos y un movimiento acertadísimo del coro y la caracterización exagerada pero llevada al milímetro de los personajes cómicos (Sulpice, la Marquesa, la Duquesa, Hortensio, el Notario) e incluso de los románticos (el inefable Tonio tirolés con pantalones cortos, Marie que es un marimacho...) es un derroche constante de ingenio y de ironía. Ciertamente había sido creada pensando en el arte y la personalidad de la inimitable Natalie Dessay.
Debo decir que Julie Fuchs, si no logra hacer olvidar a aquella Marie única, nos presenta una protagonista vivaz, incluso atlética, muy bien cantada (alguna nota sostenida a veces oscila), y que ha encontrado su mejor momento en su última aria y sobre todo en la célebre cabaletta ‘Salut à la France’. Menos aplaudida, pero igualmente espléndida en la nota melancólica de ‘Il faut partir’ en el primer acto.
Juan Diego Flórez vuelve a encarnar un Tonio magnífico, apenas con algún elemento que deja entrever el paso del tiempo, pero allí están la firmeza en el agudo, la belleza del timbre, el intérprete siempre alerta, y si esta vez no bisa los nueve agudos de ‘Ah, mes amis’ canta incluso mejor que antes el aria del segundo acto, verdadera prueba de fuego del belcanto, ‘Pour me rapprocher de Marie’, con corona incluida.
Pietro Spagnoli borda su Sulpice y nunca aprovecha las situaciones para no cantar y hacer tonterías, como muchos otros. La voz se mantiene lozana y el artista parece encontrarse a sus anchas. A sus anchas, aunque tal vez con menos voz, se mueve también la brillante Marquesa de Berlenfield Géraldine Chauvet, mientras Pierre Doyen pasea su formidable Hortensio. Con cierta nostalgia se aplaude a Barbara Frittoli en el rol hablado de la Duquesa de Krakenthorp.
El coro masculino, siempre preparado por Alberto Malazzi, cumple una vez más de modo sobresaliente, también en su calidad de intérprete, y uno de sus miembros, el bajo Emidio Guidotti, canta con notable voz las intervenciones de un cabo, mientras que las del paisano del primer acto corresponden al alumno de la Academia del Teatro, Aldo Sartori (tenor). El notario era Federico Vazzola.
La orquesta de la Scala sería probablemente capaz de tocar sola en estos casos, pero al frente de ella se encuentra Evelino Pidò, que hace destacar la nota sentimental sobre todo, ya en la obertura, mientras que en los momentos de excitación y alegría hay cierta confusión y exageración del sonido. Muy aplaudidos todos, en particular Fuchs y Flórez.
Jorge Binaghi
Géraldine Chauvet, Pietro Spagnoli, Juan Diego Flórez, Julie Fuchs, Barbara Frittoli y otros.
Coro y Orquesta del Teatro / Evelino Pidò.
Escena: Laurent Pelly.
La fille du régiment, de Donizetti.
Teatro alla Scala, Milán.
Foto © Brescia/Amisano – Teatro alla Scala