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Crítica / Triunfo sobre ruedas de Lisette ​​​​​​​Oropesa - por Juan Antonio Llorente

Salzburgo - 07/08/2025

Desde su debut en 2022 en una versión concertante de Lucia di Lammermoor -formato en el que regresó la pasada edición en el Macbeth de Thomas- conocía Salzburgo la talla belcantista de Lisette Oropesa. Pero es ahora cuando ha podido constatar la capacidad dramática sobre la escena de la soprano coloratura estadounidense con raíces cubanas.

La oportunidad la ha brindado la inclusión esta vez de una obra de Donizetti, nombre poco habitual en la programación veraniega del Festival. De ahí el aliciente añadido para los amantes del género con Maria Stuarda. El mismo título que el pasado diciembre incorporaba Oropesa a su cartera en el Teatro Real de Madrid con una producción del preciosista McVicar, muy alejada de la propuesta de la que se ha encontrado en Salzburgo, firmada por el alemán Ulrich Rasche, devoto de la tragedia griega, a cuyo formato ahorma sus producciones. Presencié hace un mes en el histórico teatro de Epidauro su concepción de la Antígona de Sófocles estructurada con el inteligente y sobrio tratamiento de la luz sobre una plataforma giratoria, obligando a los ejecutantes a mantener una concentración añadida, compensando con su movimiento la hipnótica evolución de la rueda. Si allí recurría a una sola, en Salzburgo son dos. Y una flotante adicional para potenciar la iluminación y servir de pantalla donde proyectar los momentos de introspección, para acabar cerrándose sobre una de las plataformas, aplastando claustrofóbicamente a la sociedad puritana.

La fórmula ha funcionado en Salzburgo para lucimiento de sus protagonistas que, en Maria Stuarda, más allá del coro, se reducen a media docena. Más concretamente a cuatro: la reinante Isabel, a cargo de la mezzo norteamericana Kate Lindsay, de carnal y aterciopelado color vocal, con cierta limitación en las notas altas.

Junto a ella, con más empeño que solvencia, el tenor uzbeco Bekhzod Davronov (Roberto) y el bajo ruso Aleksei Kulagin (Talbot), respectivamente objeto de los celos de la soberana frente a Stuarda y guardián de esta en sus últimos momentos. Bien el barítono americano Thomas Lehman y la soprano de georgia Nino Gotoshia en sus respectivos papeles auxiliares.

Vencedora la noche del estreno, Oropesa que, si en el primer acto pareció reservar espacio de lucimiento a su adversaria en la historia, deslumbró con sus facultades en el segundo. Especialmente estremecedora la confidencia a un Talbot perdido en la aportación del dúo Quando di luce rosea, para rematar con el sobrecogedor Ah se un giorno da queste ritorte. Desplegando una auténtica exhibición vocal: de los estremecedores sobreagudos a las medias voces; de los delicados pianísimos al espectacular fraseo. Dueña de las facultades que distinguieron a la Malibran, a quien Donizetti, para su estreno en la Scala de Milán en 1835, concibió el personaje central en esta segunda entrega de su Trilogía Tudor.

A destacar con ella los coros de la Ópera Estatal de Viena y el cuerpo de baile a las órdenes de Paul Blackman, dando realce a la siempre eficaz Filarmónica vienesa puesta a punto para la ocasión por el turinés Antonello Manacorda, debutando en una producción operística en Salzburgo, tras su aclamado paso por Les Arts con la Orquesta de la Comunidad Valenciana.

Juan Antonio Llorente

 

Kate Lindsey, Lisette Oropesa, Bekhzod Davronov, Aleksei Kulagin, Thomas Lehman, Nino Gotoshia.

Wiener Philharmoniker / Antonello Manacorda.

Dir. Esc.: Ulrich Rashe.

Salzburger Festpiele 2025. Grosses Festspielhaus

1 agosto 2025

 

Foto © Monika Rittershau

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