El Festival Internacional de Música y Danza de Granada acogió en el Patio de los Arrayanes un recital singular a cargo de la soprano Sondra Radvanovsky, acompañada al piano por Anthony Manoli. Titulado From Loss to Love, el programa configuró un itinerario expresivo de marcado carácter autobiográfico, con obras que transitaron desde el repertorio barroco hasta la creación contemporánea, articulando un discurso artístico profundamente íntimo.
La primera parte del programa se inauguró con dos lamentos paradigmáticos del repertorio operístico barroco: When I am laid in Earth, del Dido and Aeneas de Purcell, y Piangerò la sorte mia, de Giulio Cesare de Händel. Radvanovsky ofreció versiones contenidas pero intensamente comunicativas, centradas en la expresión textual y en un control técnico admirable. Su voz, de timbre incisivo y vibrato natural, se mostró dúctil y capaz, en un abordaje de las arias con un enfoque vocal más cercano al repertorio romántico que al barroco, lo que, si bien restó adecuación estilística, acentuó la carga dramática.
La sección de canciones rusas de Serguéi Rajmáninov interpretada a continuación evidenció un dominio idiomático notable, tanto en lo lingüístico como en lo expresivo. En Zdes’khorosho y Ya zhdu tebya, la soprano estadounidense desplegó una línea de canto fluida, rica en matices dinámicos y con especial atención al color vocal. La articulación y la expresividad textual mostraron una asimilación profunda del estilo del compositor ruso, realzada por el acompañamiento pianístico de Anthony Manoli, especialmente sensible en la graduación de dinámicas y elementos expresivos; de este modo, el acompañamiento resultó particularmente efectiva, reforzando el clima introspectivo sin caer en excesos sentimentales.
A continuación, con una selección de lieder de Richard Strauss, Sondra Radvanovsky exploró un repertorio poco habitual en sus registros, en el que nos estuvo muy inspirada, si bien técnicamente lo resolvió con solvencia. Obras como Morgen! o Heimliche Aufforderung fueron resueltas con un fraseo elegante y un notable equilibrio entre tensión emocional y claridad melódica. La voz de Radvanovsky, suntuosa y flexible, sorteó con naturalidad los amplios arcos melódicos straussianos, manteniendo una línea expresiva coherente pero algo plana, aunque técnicamente irreprochable.
En la segunda parte, Radvanovsky decidió modificar sin previo aviso el programa previsto, suprimiendo los Tre sonetti di Petrarca de Liszt y optando por arias de su repertorio operístico habitual. La Canción de la luna de Rusalka, de Antonin Dvořák – dedicada por la soprano a su padre de origen checo a quien perdió cuando ella tenía 17 años –, marcó un momento de gran emotividad.
A continuación, interpretó If I had known de Jake Heggie, compuesta sobre versos de la propia Radvanovsky escritos in memoriam para su madre. Con esta canción la artista aportó una dimensión emocional singular al recital. La pieza, de lenguaje armónico accesible y forma abierta, fue interpretada con sensibilidad genuina, integrando con naturalidad la confesión personal en el marco artístico.
El aria La mamma morta, momento álgido del tercer acto del Andrea Chérnier de Umberto Giordano, sirvió como cierre dramático del programa oficial. Esta aria, que la Radvanovsky ha interpretado profusamente, fue abordada con gran equilibrio entre teatralidad y contención, desplegando todo el dramatismo verista de la partitura. La capacidad de la soprano para sostener el arco narrativo de la escena fue decisiva para dotar de coherencia estructural a una obra de alta demanda técnica y emocional.
El recital, concebido como un viaje interior de tintes biográficos, destacó por la coherencia de su planteamiento y la calidad interpretativa de esta gran diva de la lírica norteamericana. Radvanovsky, hija del MET neoyorkino y con una carrera consolidada en los grandes teatros internacionales, mostró una madurez vocal y artística indiscutible. Y junto a ella, su compañero de andadura Anthony Manoli ofreció un acompañamiento pianístico de alto nivel, atento a las inflexiones vocales y al discurso global del programa.
El público granadino respondió con una ovación sostenida, en reconocimiento a una velada de gran calado artístico. La soprano ofreció, fuera de programa, dos conocidas arias del repertorio italiano: Io sono l’umile ancella, de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea, y Pace, pace mio Dio, conocidísimo climax dramático del cuarto acto de La forza del destino de Giuseppe Verdi. Con estas dos arias se despidió del público granadino, reafirmando su todavía defendible condición de referente dentro del bel canto.
Gonzalo Roldán Herencia
Festival de Granada: Sondra Radvanovsky, soprano – Anthony Manoli, piano
Programa: Purcell, Händel, Rajmáninov, Strauss, Dvořák, Heggie, Giordano.
Lugar y fecha: Patio de los Arrayanes, 30 de junio de 2025.
Foto © Fermín Rodríguez