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Crítica / Música Antigua Madrid: la punta del iceberg - por Pedro Coco

Madrid - 03/07/2025

La sexta edición de Música Antigua Madrid, que tuvo lugar en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez la última semana de junio, se encargó este año de poner en valor una parte de nuestro patrimonio musical del que se ha llevado a los escenarios hasta ahora tan solo la punta del iceberg. Se trata de un legado tan singular como vasto, cuya difusión debería por lo tanto promoverse con un mayor número de iniciativas; esta que ha llevado a cabo el festival con Mónica Hernández Totland a la cabeza supone un motivo de celebración.

El guiño a una celebrada exposición sobre la zarzuela llevada a cabo hace unos meses y la reciente declaración en 2024 de este género como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial han sido detonantes, según afirma la directora artística, del programa de 2025. Este claro hilo temático ha permitido descubrir, o volver a escuchar después de mucho tiempo, obras que se debería tener la oportunidad de disfrutar más a menudo. La música compuesta para los teatros españoles del siglo XVIII, tanto por músicos patrios como por aquellos llegados de Italia, interesa, divierte y emociona, y así lo demuestra la entusiasta respuesta del público a la, de otra parte, reducida sala Jardiel Poncela, sede de tres de los espectáculos que se van a reseñar a continuación.

Se comienza este recorrido en la corte, con las óperas estrenadas en tiempos de Felipe V durante la tercera y la cuarta década de su reinado. El grupo Il Fervore propuso el jueves 26 un programa asesorado por Raúl Angulo y Antoni Pons —de Ars Hispana— con escenas de Las amazonas de España, El robo de las Sabinas y Amor aumenta el valor, hilvanadas por las bellas “aperturas” de Vicente Baset. Estas en su momento fueron inmortalizadas en disco por Forma Antiqva y resultan siempre teatrales y estimulantes. Fluidez, variado juego dinámico y mucho entusiasmo mostraron los instrumentistas en un espacio de acústica quizás poco generosa para estos espectáculos. Por su parte, la mezzo Lucia Caihuela se implicó desde el inicio con su habitual elegancia, conocimiento del estilo, dominio de las agilidades y siempre homogéneos y aterciopelados mimbres para desplegar un catálogo de humores siempre conformes al texto y a la escritura musical.

Hace ya treinta años, el grupo La Real Cámara liderado por Emilio Moreno presentó en recitales y en una excelente grabación para Glossa un programa de música en tiempos de Goya que, en gran parte, se recuperó la tarde del sábado 28 en la voz de la soprano Aurora Peña, de bellísimo timbre lleno de luz y delicioso e imaginativo fraseo. Dos bloques diferenciados con un punto en común, los insertos musicales de Blas de Laserna en dos comedias en prosa. De una parte, los encomendados a voces femeninas en el reestreno, un siglo después, de Lo que puede la aprehensión, del gran dramaturgo Agustín Moreto. Se contrastaron versiones alternativas llevadas a cabo en diferentes reposiciones a lo largo de veinte años, y fue esta una gran oportunidad para descubrir los cambios en la configuración de las coplas desde 1770 a 1791.

De otra parte, la vertiente más castiza del compositor navarro, con piezas para El abuelo y la nieta de Luciano Francisco Comella. Caballos, fandangos, seguidillas, coplas y jopeos interpretados con viveza y mucho pulso por el experto violinista, la soprano y su entregado grupo. Curiosa coincidencia la propina de esta y la anterior velada: el ya popularísimo fandango de Vendado es amor de Nebra.

 

Y para cerrar tan interesante ciclo, un espectáculo alrededor de dos figuras esenciales en el desarrollo de la zarzuela de finales del XVIII: Ramón de la Cruz y Antonio Rodríguez de Hita. De nuevo, rescates del olvido y estrenos en tiempos modernos —aquí intervino el musicólogo Antonio Soriano— alrededor de la poliédrica figura femenina en las zarzuelas cómicas que tanta fama dieron al tándem. Con una cuidada dramaturgia a cargo de Curro Carreres y una dirección musical impecable —por precisión, matices y atención al detalle— de Silvia Márquez Chulilla al clave, se recorrió esa inacabable constelación de mujeres para revisitarla.

En la nada fácil empresa de crear un pastiche consistente a partir de obras como Las segadoras de Vallecas, Las labradoras de Murcia, Los payos celosos, La república de las mujeres o El loco vano y valiente se contó con la soprano Olalla Alemán, familiarizada con este repertorio y pródiga en acentos, siempre adecuados, para cada escena. La voz corre con holgura y su cuidada dicción permitió disfrutar los matices del texto, que secundaba la actriz Rocío Bernal, sensible y elegante recitadora.

Un completísimo recorrido, en suma, por un riquísimo y particular patrimonio que siempre deja ganas de más.

Pedro Coco

 

Música Antigua Madrid

Lucía Caihuela, mezzosoprano. Il Fervore.

Óperas en la corte de Felipe V.

Aurora Peña, soprano. La Real Cámara / Emilio Moreno.

Música para comedias de finales del XVIII.

Olalla Alemán, soprano. Rocío Bernal, actriz. La Tempestad / Silvia Márquez Chulilla, clave. Escena: Curro Carreres.

Rascamoños. Lazos cómicos entre Ramón de la Cruz y Rodríguez de Hita.

Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, Madrid.

 

Foto: Aurora Peña, soprano, y La Real Cámara con Emilio Moreno, en el programa "Música para comedias de finales del XVIII".

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