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Crítica / Sobresalientes voces femeninas - por José Antonio Cantón

Málaga - 03/10/2025

Iniciar una temporada lírica con la representación de la ópera Tristán e Isolda de Richard Wagner ha significado todo un reto para el Teatro Cervantes de Málaga dada la importancia de esta obra, absoluta referencia del género lírico tanto del propio repertorio del autor como de la historia de la ópera a partir de su estreno en el Teatro Nacional de Múnich el 10 de junio de 1865. Para tal propósito ha contado con la producción escénica del sevillano Teatro de La Maestranza y la participación de un elenco de voces protagonistas de reconocida experiencia, admiradas en el actual panorama operístico internacional, hecho que significó además uno de los principales focos de atención para el público.

En este sentido hay que valorar en primer lugar a la soprano armenia Lianna Haroutounian, reveladora de un discurso melódico que llegaba a un alto grado de expresión cuando, a través del Filtro de Amor que la unía con Tristán, llegó a ese punto de cromatismo que caracteriza la vocalización que requiere el papel de Isolda siguiendo a la orquesta, que la llevó a determinar su dramatismo desde una destacada musicalidad, proyección y pureza de emisión vocales, como quedó demostrado en la siempre esperada escena final del tercer acto, con el aria dramática Liebestod, momento culminante de conmoción anímica en el que la muerte de los amantes sella la eternidad de su irresistible amor. Su brillante intervención canora significó constantemente esa esencialidad con la que Wagner quiso mantenerse conectado con la tradición musical ante tantas modulaciones ininterrumpidas, armonías equívocas e incluso sorprendentes politonalidades que se hicieron muy patentes en esta interpretación. Este aspecto se convirtió en una de sus esencias, que fue defendida con esa seriedad artística que caracteriza la sólida formación musical de Pedro Halffter, extrayendo el máximo partido de la Orquesta Filarmónica de Málaga en un velado deseo de que ésta funcionara en este drama lírico con una fluida continuidad a modo de un cantado poema sinfónico. La pequeña intervención del Coro del Teatro Cervantes de Málaga, bien ajustado por su director, Santiago Otero, en el primer y tercer acto para ambientar el viaje de Isolda y la corte de Cornualles, respectivamente, supuso desde la coralidad un refuerzo de la acción escénica.

En cuanto a la defensa del papel de Tristán por parte del tenor sueco Michael Weinius hay que considerar que es uno de los cantantes que más en forma desarrolla este personaje en el actual panorama lírico, lo que generaba una inevitable expectación en los aficionados que llenaban el aforo del teatro. Con una controlada resistencia vocal, supo adentrarse con seguridad dramática en el constante clima poético que requiere su intervención, desarrollando esa exaltación lírica de contrastada sensibilidad psicológica que exige este personaje, lleno de complicados y hasta contradictorios estados de ánimo que, de forma casi incontrolable, Wagner hace que fluyan en su temperamento. Entrar en estas particularidades a través del canto ha materializado el anhelante espíritu que inunda el argumento de esta ópera sin parangón dentro del gran periodo romántico musical, en la que el libreto sirve principalmente de estructura a la música.

Los papeles secundarios mantuvieron esa impronta que quiso determinar en todo momento el director desde el foso. Así hay que entender la actuación de la mezzosoprano occitano-francesa Clémentine Margaine, brillante sexta ganadora del prestigioso Concurso Internacional de Música Reina Isabel de Bélgica del año 2011, desde su bien proyectada emisión vocal y entonación sólida, precisa y segura. Su intervención como una intensa y apasionada Brangäne, fiel servidora y leal confidente de Isolda, generó especial atención, destacando como valedora de la pasión amorosa de los protagonistas, llegando a adquirir una sobresaliente preponderancia vocal que viene a justificar el título de este comentario. En cuanto al barítono alemán Markus Eiche en el papel de Kurwenal, se pudo apreciar su manera de conservar la voz en potencia y flexibilidad, lo que significaba positivamente un alto grado de experiencia profesional. En el bajo croata Marco Mimica predominó su vis dramática sobre su prestancia vocal en el famoso solo del segundo acto poniendo definida línea musical al entretejido cromático orquestal que propone Wagner y que Pedro Halffter cuidó con detalle, consciente de la trascendencia creativa que desarrolla la orquesta en este pasaje, donde el canto y la acción escénica del rey Marke manifiesta una patente continuidad de sus sentimientos quebrados.

Del resto del elenco, Moisés Marín (Melot) Luis Pacetti (un pastor) e Ignacio Cornejo como un timonel sólo decir que compensaron sus momentos de intervención siguiendo con profesionalidad las indicaciones tanto de la dirección escénica, a cargo del hispano-brasileño Allex Aguilera que, desde un subliminal sentido musical, supo condensar con acierto mediante una sugestiva utilización de proyecciones que le daba al conjunto de su montaje cierta naturalidad fílmica, como de la dirección musical, plegada en todo momento a los mínimos detalles de la partitura, con un resultado final que debe ser considerado muy positivo en lo artístico, desde el claro predominio de las dos cantantes, verdaderas especialistas en sus respectivos papeles, lo que prestigia el creciente cuidado que ha puesto el Teatro Cervantes en el inicio de esta su trigésimo séptima temporada lírica, que se consolida como uno los referentes de la actividad operística en el panorama nacional.

José Antonio Cantón

 

Tristán e Isolda de Richard Wagner

Michael Weinius, Marko Mimica, Lianna Haroutounian, Markus Eiche, Moisés Marín, Clémentine Margaine, Luis Pacetti e Ignacio Cornejo.

Dirección de escena: Allex Aguilera

Orquesta Filarmónica de Málaga

Coro Titular Teatro Cervantes de Málaga - Intermezzo

Director musical: Pedro Halffter

Teatro Cervantes de Málaga, 28-IX-2025

 

Foto © Daniel Perez

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