Segundo y último programa de esta temporada ofrecido por Leonard Slatkin, principal director invitado de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.
Abrió su comparecencia la Obertura Trágica de Brahms, de la que Slatkin nos dejó una admirable lectura, apasionada y vehemente en las apariciones del primer tema, que se tornaba poética y recogida en el lírico segundo tema, donde acertó al resaltar los crescendos y diminuendos que lo conforman, junto a ese aire de marcha atenuada, casi fúnebre, que la vertebra, obteniendo el peculiar color orquestal tan propio del hamburgués, cálido y oscuro, que le otorgan su destacado empleo de la cuerda grave, violas y cellos especialmente, junto a un particular uso de las maderas, particularmente clarinetes y fagotes, y las siempre omnipresentes trompas. Admirable prestación de las cuerdas, de sonido aterciopelado y empastado y unas maderas exquisitas, frente a trompas y trombones no muy finos, aunque dejamos constancia que no todos los integrantes de estas dos secciones eran los titulares, sino refuerzos reclutados para este programa.
Posteriormente asistimos al estreno en Canarias de Cyborg de Ferrant Cruixent, de la que Slatkin es un gran difusor, habiéndola programado con diferentes orquestas nacionales y extranjeras. La pieza propone una fusión de música y tecnología, echando mano de múltiples recursos: variadas técnicas instrumentales, el canto de los músicos o el uso de sus móviles en lugar de recurrir a la habitual cinta pregrabada u ordenador. El resultado es una pieza bien armada, que alterna pasajes de extremada violencia, nunca caóticos, con otros estáticos, incluso poéticos, en un desarrollo certeramente planificado, que mantiene la atención del oyente hasta el final de sus 20 minutos de duración, a lo que contribuye una perspicaz instrumentación que va mutando a lo largo de la pieza, premiada con sostenidos aplausos, inhabituales en nuestro público melómano para una obra de nuestros días.
Por último, una pieza tan de repertorio como la Quinta Sinfonía de Chaikovski, sonó como nueva en manos de Slatkin. No porque ofreciera una versión “de autor”, descubriendo nuevas perspectivas, con tempi o fraseos inusitados, sino porque dentro de una lectura que podríamos denominar tradicional, destacó por la coherencia de sus planteamientos, adoptando tempi generalmente vivos, que no le impidieron recrearse en las amplias y siempre agradecidas melodías chaikovskianas. Valga como ejemplo la hermosísima introducción al segundo movimiento a cargo de las cuerdas seguida por un solo de trompa de gran nobleza, de los más conocidos del repertorio sinfónico, que el solista Miguel Morales Llopis abordó con seguridad. La batuta supo trabajar con meticulosidad las sucesivas acumulaciones de tensión y distensión, que culminaban en tutti rigurosamente equilibrados donde metales y percusión permitían escuchar con claridad a cuerdas y maderas. Su empleo moderado del rubato, incluso en el Vals del tercer movimiento proclive a un rubato desmedido, se vio inteligentemente incrementado en el cuarto movimiento para matizar el carácter reiterativo del tema principal, que en manos de batutas menos avezadas puede resultar redundante. Admirable respuesta de la Filarmónica de Gran Canaria, cómoda con Slatkin, que sabe sacar el máximo partido de la formación grancanaria. Esperamos seguir contando con el maestro estadounidense en las próximas temporadas.
Juan Francisco Román Rodríguez
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria/Leonard Slatkin.
Obras de Brahms, Ferran Cruixent y Chaikovski.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.