El recital del pasado domingo en el Ciclo Círculo de Cámara del Círculo de Bellas Artes, se adentró en el fértil terreno de los lieder de Schubert por una senda bastante ecléctica, ya que la dupla formada por Christian Gerhaher, barítono, y Gerold Huber, pianista, presentaron al público de Madrid un programa compuesto por veintisiete lieder escritos en épocas diferentes.
Si la época de composición fue variada, también lo fueron los poetas musicalizados por Schubert, entre ellos, Johann Mayrhofer, Friedrich von Schlegel, Goethe, Novales y Walter Scott. Poetas muy diferentes entre sí, pero con varios hilos temáticos comunes: el paso del tiempo, la fugacidad del instante, la muerte, en definitiva, la amistad como apoyo ante ella y ante el olvido, y la naturaleza como metáfora de todo ello. Un material poético, que, no es ninguna sorpresa, Schubert transforma en música logrando un vínculo indisoluble entre palabras y notas. La poesía para ser poesía debe llevar música dentro, pero Schubert va más allá …
Christian Gerhaher es uno de los mejores cantantes schubertianos de su generación. Lo tiene todo a su favor para serlo: voz, timbre, técnica, sensibilidad e inteligencia. Su acercamiento a los lieder de Schubert pasa por la vía de la declamación. Su canto es recitado, es poema cantado, es el matiz exacto en cada palabra y expresión. Es la intención para compartir el sentimiento apropiado, es la búsqueda musical del detalle exacto que hace distinta cada canción. Y no se trata de intuición artística, hay un trabajo técnico e intelectual detrás que requiere un estudio constante.
Todo ello quedó reflejado en el recital del domingo. Como hemos mencionado, el contenido temático del conjunto no era precisamente el más alegre posible. Apropiado, quizá, para una brumosa tarde norteña (aunque en Madrid sigamos con temperaturas más bien primaverales). No importó el clima fuera de la sala del concierto. Gerhaher nos transportó con su canto a un salón de Viena, a una reunión cordial de amigos con los que hacer música. Logró la intimidad perfecta para que disfrutáramos la melancolía, el dolor y el sufrimiento que destilaban las canciones de Schubert.
Manejando todos los recursos de la voz, matizando, rozando la declamación, expandiendo la voz en los momentos necesarios, perfecto en agudos y graves, en los pasajes, Gerhaher demostró su capacidad para pasar del espíritu de una canción a otra. Todas ellas destacaron por algo. Podemos recordar los momentos extraordinarios logrados en In Walde (D. 708), el desahogo de la voz, casi el grito, ante los peligros que acechan en la noche, con el piano transformado en ‘el murmullo del viento, las alas de Dios’ mientras el protagonista escapa de esos peligros.
También los instantes de brevísima belleza cegadora de Am Flusse (D. 160). O Auf dem Wasser zu singen (D. 774), con su extraordinaria conjunción entre piano y voz, mientras la música roza la estala de la barca sobre el agua y el tiempo se escapa sin remedio. Un Schubert, como hemos mencionado, melancólico, pero también sereno. Que tuvo su contrapunto en Lebensmut (D. 883), donde Gerhaher transmitió toda la fuerza y coraje del poeta acompañado por el piano hecho naturaleza, con sus ritmos y tiempos.
Porque si el domingo triunfó Gerhaher, otro tanto logró Gerold Huber al piano. Uno de los más grandes pianistas especializados en lieder, pareja artística de Gerhaher desde hace décadas. Si personal es el cantante al enfrentarse a Schubert, no menos lo es Huber, que se aproxima al piano de estas canciones desde el naturalismo y si me permiten la metáfora, la entomología. En Schubert, como en ningún otro, el piano es un ser individual, dotado de vida y voz propia; que por magia del genio del compositor logra la perfecta síntesis con la voz humana. No la imita ni la iguala, sino que la acompaña; no la guía, camina a su lado, y formando una pareja, se convierten en un todo. Buscando la intención exacta del compositor en cada nota, en cada frase melódica, en cada cromatismo, Huber logró no acompañar, sino crear esa simbiosis con la voz capaz de llegar a lo más hondo de la sensibilidad del público.
Perfecto inicio de ciclo, que deja con muchas ganas de asistir a las siguientes propuestas de este estupendo Círculo de Cámara que nos alegra las tardes de domingo.
Blanca Gutiérrez Cardona
Círculo de Cámara. Teatro Fernando de Rojas, Madrid, 12/10/ 2025
Lieder de Schubert
Christian Gerhaher, barítono; Gerold Huber, piano