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Crítica / Pinnock y el primer romanticismo con la Filarmónica de Gran Canaria - por Juan F. Román

Las Palmas de Gran Canaria - 03/11/2025

El cuarto concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria nos trajo a Trevor Pinnock, habitual de nuestras temporadas en los últimos años, encargado de aportar una visión diferente del primer romanticismo, basado en las prácticas del movimiento historicista del que ha sido uno de sus mayores exponentes en las últimas décadas. Junto a la pianista Ingrid Fliter nos ofreció el Concierto nº 2 para piano de Chopin. Fliter posee un sonido ligero y un toque delicado y sutil, apropiado para este Chopin juvenil que ofrece desde una óptica más cercana a los aristocráticos salones parisinos de la primera mitad del XIX que al gran sinfonismo concertante.

La argentina despliega con habilidad las amplias cantinelas chopinianas, empleando un rubato muy personal y certeramente calibrado y unas dinámicas graduadas inteligentemente, situando en primer plano la mano derecha que canta los temas frente a una mitigada mano izquierda que no siempre ofrece el suficiente contraste y complemento. Algunas imprecisiones en el primer movimiento se corrigieron a medida que avanzaba la pieza, aunque no pudo evitar una general falta de empuje y vigor, en una lectura ciertamente musical pero desvaída. Pinnock en un repertorio con el que no lo asociamos, empatizó con la visión de la Fliter, atento al equilibrio con un piano no muy sobrado en volumen y proyección, obteniendo una sonido empastado y dúctil tanto de la sección de cuerdas como de los vientos, aunque al excelente solista de trompa se le podría haber indicado algo más de contención en sus intervenciones.

Pinnock otorgó especial atención a las maderas, que no desaprovecharon sus intervenciones en el primer movimiento y sobre todo en el tercero, un Rondó con aires de Mazurca abordado a un tempo amplio que desdibujó su origen danzístico.

La Quinta Sinfonía de Beethoven, uno de los tótems de la civilización occidental, fue afrontada por Pinnock con entusiasmo y entrega. Sin embargo el primer movimiento, articulado en torno al famoso motivo de tres corcheas y una blanca con puntillo, no terminó de lograr la concentración y unidad que le otorga esa modesta y omnipresente célula rítmica, por una pulsación rítmica irregular, que no supo articular el implacable desarrollo de manera eficaz, sin irregularidades y caídas de tensión, con crescendos no siempre efectivos y una claridad de texturas problemática, con desajustes al inicio o final de frases, que con demasiada frecuencia sonaron enmarañadas.

El segundo movimiento, Andante con moto, se encargó de serenar el ambiente, con una certera exposición y desarrollo de los dos temas principales que propiciaron destacadas participaciones de violas, cellos y maderas, consiguiendo el necesario contraste con el movimiento inicial. El tercer movimiento, obtuvo una plasmación irregular, por no marcar con precisión las abruptas oposiciones forte-piano que lo vertebran y unas transiciones desdibujadas. Los memorables pizzicati de las cuerdas no crearon la necesaria expectación y la transición del tercer movimiento al cuarto, monumental crescendo que culmina con la apoteósica entrada del tutti en fortisimo, no logró el impacto requerido.

El desarrollo del último movimiento nos dejó momentos de gran poderío afrontados vigorosamente por una orquesta resolutiva, lastrados por inseguridades en las variaciones de ritmo y tempi, como la transición a la coda, vacilante tanto en el cambio de patrón como en su progresiva aceleración. Por lo escuchado hasta ahora no parece que Beethoven sea el mejor repertorio para Trevor Pinnock.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Ingrid Fliter, piano.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Trevor Pinnock.

Obras de Chopin y Beethoven.  

Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.

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