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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Pinceladas venecianas - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela - 15/02/2022

El maestro Onofri, repetía con la Real Filharmonía de Galicia, un músico que colaboró con formaciones como Concertus Musicus Wien, el Ensemble Mosaiques o ll Giardino Armonico y fue director de Divino Sospiro, residente en el Centro Cultural de Belém (Lisboa). Fue invitado de la Ópera de Lyon y de la O.C. de Basilea, manteniendo una actividad permanente entre proyectos y grabaciones. Francesca Aspromonte, pasó por los magisterios de María Pía Piscitelli, antes de seguir en el Mozarteum de Salzburgo, con el bajo Boris Bakow.

Destacan las labores en la Accademia Monteverdiana, con John E. Gardiner, y entre los compositores a señalar, un espectro que abarca desde Claudio Monteverdi, a Pier Francesco Cavalli  o Caldara.

Vivaldi en dos vertientes, la instrumental por el Concierto Per Parigi, en Do m. Rv, 114 y la vocal. En el primer apartado, al margen de cronologías, que ocuparán desde 1715 a 1741, estamos ante tres tipos estilísticos claramente diferenciados, entre los que sobresalen las sinfonías a quattro, representativas del máximo nivel expresivo dentro de la talla del concierto rippieno, de cuño personal. En él se engloban, una importante serie de conciertos que resumen una cantidad fundamental por su cantidad, distinguiéndose del resto gracias a la elaborada escritura contrapuntística y el vigor que despliega en cada uno de los conciertos, sobresaliendo el caudaloso dramatismo y la cuidada idea polifónica del general de los concerti, en lo que a la postre, confirma la maestría del veneciano, especialmente en el dominio absoluto del sentido del contrapunto, poniendo un punto para el criterio de los especialistas, de una gravedad que acabará influyendo en otros creadores de su entorno.  

Especialmente significativo, resulta precisamente el hecho de que trece de los dieciséis conciertos del  grupo, están escritos en tonalidad menor, que en cierto modo, revela el talante patético que Il Prete Rosso, pretendía plasmar en el conjunto de estas páginas orquestales, muestra de una lograda madurez. Onofri dirigió cual concertino con su violín en ristre, enfrentado a sus compañeros de la orquesta, muy en el estilo de las formas venecianas de época. Para el programa del veneciano, se incorporó la clavecinista Marta López.

El salmo Laudate pueri Rv. 600, destinado para voz de soprano-Francesca Aspromonte, delicada por su transparencia en el arte de las coloraturas y agilidades que nos ayudaría a imaginarla como una de las acogidas en alguno de los Ospedali como el histórico de La Pietà- orquesta de cuerdas y continuo, parte de un texto al que en variadas oportunidades pondrá música, y en la Biblioteca de Turín, se encuentran tres versiones sobre ese texto, con las evidentes variantes que el autor supo, como era habitual, cambiar el carácter de cada una de ellas en el resultado del tratamiento de los tiempos. En algunos de los versículos, la orquesta no se utiliza al completo y en otros, destaca el protagonismo de un solo de violín único. En el segundo versículo, la orquesta se maneja sin continuo y en el octavo, el violín concentra todo el sufrimiento que realza el salmo.

El Gloria Patri resulta un dechado de contracanto da gran realce entre la soprano y el emparejamiento con el violín de Onofri. Un detalle sorprendente era el logrado en el Suscitans a terra inopem antes de entregarnos al envolvente Laudate, pueri..Sicut  erat in principio, preparando el arrebatado contrapuntismo del Amen.  

Gioacchino Rossini con una de sus trabajos de entretenimiento juvenil, la Sonata  para cuerdas n 1, en Sol M., dentro del género de las Sei Sonate a Quattro, de una etapa en Ravena y que podrían tener como dedicatario al contrabajista  y amigo Agostino Triossi. Piezas a tumbos, pasarán por distintas ediciones, con una primera de la que se hizo cargo Ricordi y de las que la Fundación Rossini, preparará una cuidada revisión firmada por Livio Liavella. Andando el tiempo, criterios más libérrimos, se permitirán reconsideran el conjunto de piezas con distintos arreglos, en un reconocimiento al Cisne de Pesaro.

Música instrumental nada desdeñable para autocomplacencia del compositor en esas indolencias descansadas, a las que era especialmente proclive. Quedémonos con los detalles ingeniosos y jocosos que anuncia al compositor del futuro. Un rescate nada desdeñable, en una apuesta divertida de Enrico Onofri.      

Luigi Boccherini con la Sinfonía nº 26, en Do m. G. 519, el músico de Lucca con arraigo en la corte española, y del que se aprecian en especial las obras camerísticas o las orquestales de peso como el Concerto a piú stromenti concertati, due violini, oboe, violoncello, alto, basso.. o el Concerto a grande orchestra composto in Madrid per l´ Academia dellos Caños del Peral Anno 1769. La serie de su obra sinfónica, recuperada con mejor fortuna, se encuentra en buena medida en el inventario que poseía la condesa-duquesa de Benavente, en 1824 y en ella figuran una recopilación de obras de cuando estaba al servicio del  infante Don Luís Antonio de Borbón y que sin la menor duda, se llevó cuando tomó el cargo de director de la condesa-duquesa: Entre ellas, el grupo de sinfonías, dedicadas al infante Don Luís (1775).

Esta sinfonía vendrá como encargo de Guillermo de Prusia y es  un destilado detalles rococó, para una orquesta más amplia en recursos instrumentales en un tratamiento equilibrado en el que para mayor identidad, resaltaríamos en lo expresivo, la Pastorale lentarello, típica de su inventiva melódica.        

Ramón García Balado

 

Francesca Aspromonte

Real Filharmonía de Galicia / Enrico Onofri

Obras de A. Vivaldi, Luigi Boccherini y G. Rossini

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Auditorio de El Ferrol

Foto © Xaime Cortizo

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