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Crítica / Patricia Petibon y uno más de sus caprichos - por Francisco Villalba

Madrid - 28/04/2025

La he visto en muchas ocasiones y conociendo su trayectoria, me resulta difícil comprender como se la ha contratado en un ciclo de tanto nivel como el de Lied del Teatro de la Zarzuela y CNDM. Petibon es una cantante inteligente y provocadora, a la que le gusta reírse del repertorio clásico y del público aficionado a él. Ella es otra cosa, una cantante de salón francés, una interprete desenfadada y a veces ingeniosa, que no le gustará a todo el mundo, pero que a otro le entretiene casi siempre. 

Fue una excelente Blanche de Diálogos de Carmelitas, una correcta Lulu, aunque los franceses la ensalzaron y premiaron por este papel. Sin embargo en Mozart su fortuna no ha sido para tanto; su Despina de Cosi fan tutte en Salzburgo en 2009, fue la exhibición más bochornosa de una cantante en escena, haciendo todo tipo de estupideces con el permiso del director de escena, Claus Guth, y saltándose la partitura con el permiso de su director musical, Adam Fischer. Aquí en el Teatro Real cantó la Giunia de Lucio Silla, supliendo sus insuficiencias vocales con unas dotes dramáticas fuera de serie.

Pero volviendo al recital que nos ha ofrecido en el Teatro de la Zarzuela, que ha sido una especie de potpourri con canciones de Aaron Copland, Barber, Canteloube, etc, con las que no pudo disimular, a pesar de sus excesos gestuales y gracietas circenses, una evidente decadencia vocal, desafinando sin decoro y saltándose las partituras “a la torera”, nunca mejor dicho a la vista de lo que hizo con “El paño moruno” de Falla, “El vito” de Obradors y para “rematar la faena” “Granada” de Agustín Lara. Más acertada con “Les courses”,  “Je te veux” y “La statue de bronze “, las tres de  Satie, que interpretó de modo menos errático que el repertorio en español. Hubo que esperar al final para escucharle lo mejor de la tarde, la bellísima canción Tradicional irlandesa/Frederic Weatherly Oh, Danny Boy, arreglada por L. Levesque que cantó con una controlada emoción de verdadera artista, condición de la que estuvo alejada toda la tarde.

Los “complices” de la cantante fueron el temperamental y un tanto rudo Alfredo Abbati, al piano,  y el sensible y estupendo violoncelista Christian-Pierre La Marca, que no acertó con la Danza del fuego de Falla, pero si con el bellísimo Cant dels Ocells, de la tradición catalana, arreglado por el mismo,  que fue lo mejor de la velada.        

No fue un recital aburrido, pero no tuvo ni pies ni cabeza. El capricho de una cantante caprichosa y en decadencia.

Francisco Villalba

 

Patricia Petibon, soprano. Christian-Pierre La Marca, violonchelo, Alfredo Abbati, piano

Obras de diversos compositores

Teatro de la Zarzuela, Madrid

XXXI Ciclo de Lied del CNDM en el Teatro de la Zarzuela.

 

Foto © Elvira Megías

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