El cuarto del Ciclo de Recitales y Música de cámara que la OSCyL organiza en la correspondiente Sala de CCMD de Vallladolid, sirvió para presentar como Artista Residente este Curso en la Orquesta, a Pablo Ferrández (Madrid, 1991), violonchelista que ha sido Finalista del Concurso Internacional Chaikovski, Premiado en la International Paulo Cello Competition y en Gstaad, Verbier, Kronberg o Liezen, lo que le ha permitido tocar en las mejores Salas, con las mejores Orquestas y Directores, y grabar dos álbumes consagrados por público y crítica.
Las Residencias permiten que los Artistas trabajen con las secciones de su instrumento y/o ampliadas y lean con ellas interesantes e infrecuentes repertorios, que ayuden a mejorarlas en todas sus facetas. En esta línea, Pablo Ferrández propuso la Sonata para violín y piano nº 9, en La m., op. 47, “Kreutzer” (1803) de Beethoven, pero en arreglo particular para dos violines, viola y dos cellos, que no se puede garantizar que sea de mano del propio Beethoven, pero sí muy probablemente, pues él la tenía en gran aprecio y más, cuando el original, dedicado al famoso violinista que desechó estrenarla “por ininteligible”, adquirió fama por su dificultad y dejó el apodo no por él, sino por la novela de Tolstoi del mismo nombre, inspirada completamente en la Sonata. Siempre pensó que se quedó corto en instrumentación y que la fuerza y dramatismo que contenía, bien merecía un orgánico más orquestal. Por eso la publicación de 1832 (5 años después de su muerte) con este mismo orgánico, se le atribuye a él. Naturalmente un Ensemble de la OSCyL formado por: Luis M. Suárez, concertino; Gabriel Graells, ayuda de solista de violines II; Jokin Urtasun, viola; y Ricardo Prieto, 1er. Tutti de cellos, se integró, con Ferrández como 1er. Cello, para abordar este op. 47.
Lo hicieron desde el inicio del breve Adagio con el cuarteto sin violín I, destacando el II, con el dramatismo e intensidad que Beethoven insufló a su Sonata, características éstas que no decayeron en toda la interpretación. En general, el arreglo mantiene al violín I, y en ocasiones al cello I, al frente de las melodías, y el complicado acompañamiento también al piano, repartido entre los otros cuatro integrantes. En seguida el Vi I satisfizo el virtuosismo de su parte en el Presto subsiguiente con tránsito de La M.-La m., comportándose el quinteto con apreciable unidad fruto de un buen trabajo.
El Andante y sus 5 variaciones es moderadamente lírico en su tema, contrastando con cómo transcurren los extremos; la I es ternaria con trinos; en la II el violín se hace con la complicada melodía; la III es meditativa en Fa m., de difícil expresión; la IV es muy ornamentada y V, la más larga, rematada con su coda; los cinco músicos lograron captar bien la atención por su buen entendimiento, con la viola nexo claro de unión y el cello 2 como firme bajo. El Presto final tuvo mucho carácter en 6/8, impuesto por el concertino muy virtuoso, rematando una sobresaliente versión iteradamente aplaudida. Y Ferrández, ¿qué hizo?; pues proponer el aire de la versión, defender su parte con un sonido noble y amplio y ayudar para que la conjunción se lograse sin fisuras y común entrega.
Como segunda parte dispusieron el Sexteto de cuerdas “Recuerdo de Florencia”, op. 70 (1890-92) de Chaikovski. El sexteto se distribuye en dos violines: Luis M. Suárez y Cristina Alecu; dos violas: Paula Santos y Jokin Urtasun; y dos cellos: Pablo Ferrández y Ricardo Prieto. La pieza es toda una inyección de optimismo porque el autor pasaba una etapa óptima y además, la compuso contento de su ingreso en la Sociedad Musical Imperial Rusa tras su vuelta de un viaje por Italia.
El Allegro inicial quizá sea el único que, en su segundo tema, tenga un lirismo italiano, pues el primero exige vigor para ese contraste y canto en violín y cello primeros. El Adagio en Re M. recuerda al comienzo lento el primer tema anterior y hace cantar una graciosa melodía que pasa por el violín I acompañado en pizzicato, breves dúos de cellos, amplio legato del sexteto, detalle de la viola I, canto del cello I que Ferrández hizo hermoso, pasando por los 1os. violín y viola, bonito dúo de violas y cierre de los seis.
El Allegro moderato en La m., de aire ruso campestre, con gozoso Trío con ecos del “Cascanueces” (que componía por esas fechas) y una muy compacta actuación del sexteto. Vibrante el final en Re m., volviendo a la tonalidad inicial, de saltarina melodía folk con el cello destacando, donde se utilizan variados recursos, entre ellos un fugato con todos participando y acabar con brillantez. Alegría y buena interpretación prendieron en la Sala con excelente entrada, que ovacionó calurosa y repetidamente a todos, obligando a varias salidas
José Mª Morate Moyano
Pablo Ferrández, cello
Ensemble OSCyL: L. M. Suárez, G. Graells, C. Alecu, J. Urtasun, P. Santos y R, Prieto
Obras de L. v Beethoven y P. I. Chaikovski
Sala de cámara del CCMD de Valladolid