Las iniciativas del Festival de Salzburgo fuera de los cauces habituales pueden deparar grandes sorpresas. Imborrable la idea de presentar en el Año Mozart la ópera Bastián y Bastiana en un escenario a priori tan insólito como el centenario Teatro de Marionetas de la ciudad natal del compositor, que incluye en su programación habitual algún título mozartiano, como Don Giovanni o El rapto en el Serrallo.
En el mismo escenario, reconocido en 2016 por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se ha pensado de nuevo en esta edición un tanto dispersa para una propuesta novedosa: La Historia del Soldado, de Igor Stravinsky, escrita a mediados de la I Guerra Mundial sobre un texto con inspiración fáustica de de su amigo Charles Ferdinand Ramuz -a partir de una colección de cuentos del ruso Alexander Afanasiev- en torno a un pobre e inocente soldado en busca de fortuna, que venderá su alma, en forma metafórica de violín, a un diablo que acabará aniquilándolo.
Para el apartado musical se ha recurrido a la formación habitual de septeto, narrador y tres actores. El gran acierto ahora ha consistido en convencer para la ejecución de los muñecos al multidisciplinar artista alemán Georg Baselitz, uno de los grandes creadores de su generación, después de haberse aventurado en montajes escénicos de grandes dimensiones, como El gran macabro de Ligeti de 2013 en la Ópera de Chemnitz o el Parsifal en 2018 para la de Munich.
Esta vez el acicate se apoya en la nostalgia. En sus recuerdos de infancia del teatrillo con que el padre intentaba hacerles olvidar los espantos de la guerra. En su memoria se dejó tentar. Para ello, comenta en el programa de mano "quise inventar un marioneta que no hubiese existido antes". Como resultado, además de diseñar los esquemáticos forillos como fondo de la acción, concibió los protagonistas del relato: cuatro personajes -los originales se exhiben estos días en el hall de la Haus für Mozart-, cuyos cuerpos, cilindros de distintos tamaños, se complementan con zapatones y rasgos diferenciales, como los pechos de la princesa a la que el soldado sanará antes de casarse con ella, la corona de su padre el rey o la cola de saurio para el diablo. Además de los rostros inconcretos de distintos colores: tierra el soldado, azul la princesa, dorado para el rey y rojo para el diablo, que se multiplicará en el cortejo final.
Para la narración en alemán, se ha contado con Dominique Horwitz, reconocido actor de cine y teatro en los países de lengua germánica. Los hipotéticos actores se suplen con la voz de la decena de marionetistas que animan los muñecos, reforzando la acción con aportaciones complementarias del teatro de sombras y personajes adicionales, como un pájaro y un perro.
En el foso, bajo el teatrillo y a la vista del público, el septeto que requiere la partitura original de Stravinsky, encabezado por la reconocida violinista alemana Isabelle Faust. Atendiendo sus indicaciones, seis solistas, invitados habituales por las grandes orquestas del mundo: el clarinetista francés Pascal Moraguès, el fagotista italiano Giorgio Mandolesi, el trompeta alemán Reinhold Friedrich, el trombonista inglés Ian Bousfield, el contrabajista turco Burak Marlali y el percusionista holandés Raymond Curfs. La Internacional de la música al servicio de una narración con la guerra de fondo, que solo aspira a la paz como objetivo.
Un espectáculo intimista para 350 elegidos, destinado a públicos de todas las edades. Aunque, sobra decirlo, en la sesión que me correspondió disfrutar, la casi totalidad los espectadores eran adultos. Entre ellos, la ex canciller alemana Ángela Merkel.
Juan Antonio Llorente
Isabelle Faust, Pascal Moraguès, Giorgio Mandolesi, Reinhold Friedrich, Ian Bousfield, Burak Marlali, Raymond Curfs.
Escena: Georg Baselitz, Matthias Bundschuh.
Narrador, Dominique Horwitz.
La Historia del Soldado (Die Gesdichte vom Soldaten), de Stravinsky.
Salzburger Festpiele 2025. Marionettentheater Salzburg. 2 agosto 2025
Foto © Bernhard Müller