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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / A falta de Strauss - por Juan Antonio Llorente

Salzburgo - 11/08/2025

Extraña en esta edición del Festival de Salzburgo la ausencia del nombre de Richard Strauss, habitual en la cita veraniega de la ciudad austriaca, en cuya puesta en marcha hace más de un siglo fue decisivo. Tal vez por esa razón se le ha querido suplir con obra de compositores cercanos cronológicamente, con los que Strauss compartía cierta afinidad estilística, recurriendo a un espectáculo de bolsillo de algo más de una hora firmado por el gran artesano Peter Sellars.

Para su propuesta, el director norteamericano ha recurrido al casorio de la miniópera de Arnold Schönberg Erwartung (La espera) y Der Abschied (La despedida), sexta y última parte de La Canción de la Tierra, de Gustav Mahler, ambas datadas en 1909, año en que Strauss estrenó Elektra. Como puente, dotando de organicidad a las dos composiciones, las delicadas Cinco piezas para orquesta de  Anton Webern.

Para un programa convencional, la corta duración de Erwartung obliga a los teatros a acudir a un título adicional, buscando habitualmente la relación temática -el abandono y la ausencia: soledad en un sentido amplio- que expresa la protagonista del monólogo. De ahí que las habituales compañeras de cartel sean, como recientemente hemos podido ver en Madrid, La voz humana de Poulenc, El castillo de Barbazul, de Bartok -a la que por momentos remite la abstracta tonalidad schönbergiana- o, como en la pasada edición del Festival de Munich en un salto arriesgado de Warlikowski, Dido y Eneas de Purcell.

La aportación de Sellars, que desde su San Francisco de Asís de 1998 y dos años después el aclamado Amour de Loin, conoce bien las posibilidades que ofrece como espacio la antigua escuela de equitación de los Príncipes-Arzobispos salzburgueses, ha optado por su propia versión, estructurando a partir de la música una historia que entenderá el espectador que lea el programa de mano. Para el resto se reduce a la a apuesta sobre una esquemática escenografía -bosque enigmático con árboles de acero, piedras de paisaje japonés y concertinas delimitando el espacio- concebida por George Tsypin y la acertada iluminacion de James F. Ingalls, habituales colaboradores de Sellars.

El impecable tratamiento actoral de las dos protagonistas, fue decisivo en los resultados de ambas historias: desde los celos, traducidos en reproches e invectivas de Erwartung por la soprano dramática lituana Ausrine Stundyte -conocida en España como pieza fundamental para Calixto Bieito en Orgía para el Liceu de Barcelona y El Angel de Fuego del Teatro Real madrileño- a la resignación asumida sin estridencias en la obra de Mahler por la la voz contundente, plena de matices aterciopelados, de la contralto Feur Barron, sustituta en último momento de la anunciada Wiebke Lehmkuhl. Cabe destacar la aplaudida intervención en solitario en Die Absshieden de Karlhein Schütz, flauta primero de la todopoderosa Filarmónica vienesa que, con Esa-Pekka Salonen, actual titular de la Sinfónica de San Francisco, regaló lo mejor de la noche.

El director finlandés, defensor del repertorio del último siglo, exhibió su destreza sobre las partituras, matizando la diversidad de sus colores con dinámicas contrastadas y limpio sonido. Una mañana se convierte en una eternidad supo poco, viendo a los espectadores, desorientados, abandonar la sala preguntando si debían volver para un segundo acto.

Juan Antonio Llorente

 

Ausrine Stundyte, Feur Barron.

Wiener Philharmoniker / Esa-Pekka Salonen.

Dir. Escén. Peter Sellars.

Salzburger Festpiele 2025.

One morning turns into an eternity.

Felsenreitschule Salzburgo. 2. agosto. 2025

 

Foto © Ruth Walz

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