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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Orquesta de Cadaqués / Les Musicies du Louvre (Festival de Santander)

Santander - 27/08/2019

Descubrir el pasado

En medio de un festival cargado de interesantes citas sinfónicas, no ha sido menor el suscitado por la Orquesta de Cadaqués en su regreso a Santander tras su última visita allá por 2013. Si entonces la velada estuvo marcada por la música de Beethoven y la batuta de Sir Neville Marriner, en esta ocasión el protagonismo correspondió al Concierto para piano y orquesta n.º 25 de Mozart y al ballet Pulcinella de Stravinsky, para los que la sólida formación gerundense contó con la colaboración del pianista Pierre-Laurent Aimard y un elenco vocal compuesto por Barbara Frittoli, Francesco Marsiglia y Nicola Ulivieri, todos ellos a las órdenes de Gianandrea Noseda.

El carácter dieciochesco y neoclásico de ambas partituras y la acusada personalidad de pianista y director distinguieron constantemente un concierto de suaves aristas, tan singular como revelador por cuanto se ofrecía la que muy probablemente haya sido la primera interpretación en Santander del ballet del compositor ruso. Una obra, por cierto, inspirada en la tradición de la commedia dell’arte con la que un satírico Stravinsky homenajea a Pergolesi y, desbaratando la distinción entre lo melódico y lo rítmico, viene a demostrarnos que la música del siglo dieciocho, ya sea vocal o instrumental, sacra o profana, tiene algo de bailable.

Para confirmar la tesis de Stravinsky, no había más que seguir las peculiares evoluciones en el podio de Noseda, cuya gestualidad evocaba por momentos los descacharrantes vaivenes de Groucho Marx. Su labor con la batuta, en todo caso, fue irreprochable, exponiendo con delicadeza, transparencia y humor la clásica modernidad de Pulcinella. En el empeño le acompañó el sólido trío de voces ya mencionado que, ante la larga ovación, obsequió al auditorio con Cosa sento!, el terceto del Conde, Susanna y Don Basilio del primer acto de Le nozze di Figaro. Tan atípica y  bienvenida propina permitió percibir aun más claramente los sutiles matices de fraseo de Marsiglia, la morbidezza en el decir de Frittoli y la nobleza del timbre de Ulivieri.

Como apuntaba antes, una parte importante del éxito artístico de la velada hay que atribuírselo a Pierre-Laurent Aimard, que interesó en su lectura del concierto mozartiano por la claridad y nitidez de su digitación y la justa sonoridad del andante intermedio.

Palabras mayores: Minkowski y Les Musicies du Louvre

Tomo prestada la expresión con que mi querido Ricardo Hontañón resumió sus impresiones al término de la interpretación de la Oda a Santa Cecilia de Handel a cargo de Les Musiciens du Louvre de Mark Minkowski para titular esta breve reseña porque no se me ocurre otra que informe mejor del que, para el firmante, ha sido “el concierto” del Festival Internacional de este año. Al menos, por el momento.

En primer lugar, porque si de algo estuvo lleno el concierto fue de palabras: en alemán -pues se trataba de la versión de Mozart- y en latín, en el caso de la Gran misa en do menor, K 427 del genio de Salzburgo que ocupó la segunda parte. Palabras para exaltar las emociones que sólo la música es capaz de despertar y para alabar y glorificar, desde una espiritualidad lírica, al Dios creador. Palabras, en suma, que no pudieron encontrar mejor vehículo que las voces de la soprano Ana Maria Labin (emisión límpida, timbre plateado, inverosímil control de la respiración en Et incarnatus est), la mezzo Miriam Albano, (cálida, típicamente mediterránea), el tenor Valerio Contaldo (rica en contrastes), el bajo Norman Patzke (homogénea, bien colocada) y los nueve empastados cantantes que les acompañaron en unos coros de belleza indescriptible.

Y mayores, porque si bien el renombre de Mark Minkowski y Les Musiciens du Louvre no ha alcanzado los oídos del gran público, que es el que llena los auditorios, me atrevería a decir que el apabullante magisterio del director francés y cada una de las secciones de su formidable orquesta, engrandecida por las aportaciones de violonchelo, flauta, tiorba y trompeta solistas, lograron ese hito aparentemente sencillo de que la música hablase por sí misma y conmoviera a todos y cada uno de los presentes.

La crítica, dejó escrito Amadeo Vives, vive de los defectos de las obras, pero en obras absolutamente perfectas como las que pudimos escuchar a Les Musiciens du Louvre (y en interpretaciones igualmente excelentes), no tiene nada que decir, sólo tiene que admirar. Y apuntar, con la venia de don Amadeo, que, desde el pasado 22 de agosto y a juzgar por la emocionada y unánime ovación final, ese obsesivo perfeccionista camuflado detrás de un aspecto bonachón y un inglés “macaronique” que responde al nombre de Mark Minkowski cuenta con una nueva legión de seguidores en Santander.

Darío Fernández Ruiz

68º Festival Internacional de Santander
Orquesta de Cadaqués / Gianandrea Noseda. Pierre-Laurent Aimard (piano), Barbara Frittoli (soprano), Francesco Marsiglia (tenor) y Nicola Ulivieri (barítono)
Les Musiciens du Louvre / Mark Minkowski
Palacio de Festivales, Santander

Foto: Mark Minkowski / © Georges Gobet

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