Colom con un par de curiosidades como el Idilio y Barcarola de Miquel Capllons, una apreciación de posible nostalgia a la que se apuntaría Stella, de Josep Mª Guix, en una pieza refinada y de tratamientos sutiles, marcada por los contrastes tímbricos. Antón García Abril en otra pieza de esas que parecían cuadrar con estas dos, se trataba de Diálogos con la Luna, un ejercicio de frescura nacida como de la nada y que casi perdida en la memoria del autor, nació con seguridad del encuentro con Leonel Morales, profundo admirador de la escritura para el teclado del turolense.
Una velada predispuesta pues, para un público integrado y entregado, como pudimos seguirle con la Música callada de Mompou, en el curso pasado, con lectura de textos de Juan de la Cruz, de su compañera Natalia. Algo especial respirábamos en el ambiente recreado, posiblemente ese recogimiento que facilita la Capilla de estilo plateresco del espacio que nos acogía. Algo más hay en Josep, por la manera en cómo se transfigura y hasta el hecho de encontrarse ante el grupo de entregados alumnos que velan en contenido silencio, la lección del maestro.
Año Joaquín Rodrigo, y en ofrenda, el Preludio al gallo mañanero y la Sonada del adiós, evocación nostálgica de Paul Dukas, con quien se había formado en París. Conservaba el saguntino los modos y quehaceres de Albéniz, Granados y Falla, pero aquella enriquecedora influencia francesa será una constante que sabrá definir con cuño propio. Para este programa que no pretendía alardes de grandes efectivos, las obras ayudaban a cuajar un panorama relajado, en el que dos de las piezas, quedaban como curiosidades por descubrir.
Blasco de Nebra no deja de ser otra de las apetencias de Colom, y sobre este compositor tenemos constancia por las ocasiones en la que se decide por incluirle, al margen del registro memorable que nos confirma esa devoción. Un par de sonatas, marcando una distancia de épocas y estéticas que para la jornada serían la Nº 1, en Do m. y la Nº 4 en Fa sost. m. Corta fue la biografía de quien había sido organista de la Catedral de Sevilla, pero el conjunto de su obra para el teclado, consigue en la actualidad mantener la curiosidad de los intérpretes del teclado, a una altura que se acerca a la de Scarlatti. Razones evidentes no le faltan a este pianista para situarle a la altura de su valor intrínseco.
Mompou, santo y seña de su devocionario, también con cuatro de los Preludios, de nuevo la imposibilidad de negarle la autoridad en la lectura que obliga a un concentrado silencio. Joan Guinjoán con Jondo, destilado desde las raíces hacia el talante vanguardista propuesto por lo que se había fraguado en los Domaine Musicals, pero no despediríamos la tarde sin una incandescente Fantasía Baetica de Falla, precedida del Homenaje a la tumba de Debussy.
Ramón García Balado
LXII Curso U.I. de Música en Compostela
Josep Colom (piano).
Obras de M. Capllonc, A. García Abril, J. Rodrigo, J. Mª Guix, J. Guinjoan, M. Blasco de Nebra, F. Mompou y M. de Falla.
Capilla del Hostal de los RR.CC., Santiago de Compostela.