Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Mitos infrecuentes - por Justino Losada

Madrid - 12/05/2025

Con un programa armado con gran coherencia en torno a la figura de Torquato Tasso y con un repertorio nada frecuente, cerraba este fin de semana la Orquesta y Coro Nacionales de España sus conciertos, de los cuales se atendió al primero de ellos el pasado viernes con un resultado que, de manera general, fue de lo correcto a lo sobresaliente, habida cuenta de la dificultad de las obras de la velada y, también, gracias al buen trabajo de la formación sinfónico-coral dirigida por el alcoyano Jordi Bernàcer -a quien no veíamos frente a la ONE desde hacía tiempo- y al tenor lírico polaco Piotr Beczała.

Tasso, lamento y triunfo es, obviando el mucho más conocido Los Preludios, posiblemente el segundo poema sinfónico más familiar de la serie de trece que compusiera Franz Liszt durante su estancia en Weimar. Fechado en 1849, Tasso fue una suerte de work in progress al que se añadieron secciones en sucesivas revisiones en las que se retiró la orquestación inicial de August Conradi por otra de Joachim Raff, a la sazón discípulo y secretario personal de Liszt, sobre la que se añade una nueva parte central para concluir la partitura de manera definitiva en 1854. 

Estructurada en forma tripartita a partir de una serie de variaciones: lamento, minueto central y triunfo, el poema sinfónico se inspira en un motivo que los gondoleros venecianos cantaban, como apunta Belén Pérez Castillo en sus ilustrativas notas, sobre el inicio de Jerusalen liberada, principal poema épico de Tasso. Además, y de una manera más contextual, Liszt se acerca al drama Torquato Tasso de Goethe y el poema Lamento de Tasso de Byron, centrado este más en su última etapa, en la que se encuentra recluido en un psiquiátrico, que en las intrigas palaciegas a las que aludía Goethe. Con una aproximación correcta, Bernàcer emprendió Tasso, lamento y triunfo, con cierta intención pedagógica que resaltó bien los diversos temas y variaciones buscando una aproximación lírica en la que las diferentes secciones instrumentales cantaron con gran musicalidad, si bien, la longitud de las pausas en el lamento y una elección de tempi más lenta, restaron cohesión interpretativa a una versión que, pese a estas características, arrancó con mayor convicción en su parte final.

Proseguía el concierto desde otra mirada heroica con La tumba de Antígona, estreno absoluto  para coro femenino y orquesta que, encargado por la OCNE, está firmado por la polifacética artista madrileña, Pilar Jurado (*1968). La desobediencia hecha mito se enhebra como palimpsesto sinfónico-coral que se refleja, a través del tiempo, en la tragedia homónima de Sófocles o en el ensayo del mismo nombre de María Zambrano, quien atiende al mito desde el exilio. Este plantel de ideas no solo enmarca la obra, sino que también lo vertebra al alojar, a modo de trencadís sonoro, una amalgama de gestos que, desde la cita del Epitafio de Seikilos, se funde con la música española de los últimos 50 años siendo reconocibles en ecléctico discurso, ecos tanto de Balada y de De Pablo como atmósferas más incidentales –repetitivas incluso- y accesible lenguaje melódico, especialmente en las maderas.

El papel del coro, que alterna participaciones habladas y cantadas, evidencia la intensidad dramática que añade significado y se conjuga con las burbujeantes explosiones sonoras de la orquesta. Con notable convicción y excelente criterio llevó Bernàcer la interpretación de este estreno junto al coro femenino del CNE y la Orquesta Nacional, que se empleó a fondo. Aplaudida tras la interpretación, Jurado volvió al escenario y se dirigió al público en un alegato sobre la necesidad de la música y la valentía en los tiempos que corren.

La segunda parte del concierto volvió a Tasso si bien, esta vez, fue con Rinaldo, cantata para tenor, coro masculino y orquesta compuesta en 1868 por Johannes Brahms a partir del poema homónimo de Goethe, basado, a su vez, en las acciones del protagonista en la Jerusalen liberada de Tasso. Poco presentada sobre los escenarios, Rinaldo es el perspicaz esfuerzo brahmsiano por ofrecer una obra escénica que adeuda no pocos puntos en común con el estilo de Beethoven, siendo Fidelio, posiblemente, la principal fuente de referencias para el músico hamburgués. Obra principal del programa, Rinaldo se expuso en una dignísima versión, plena de músculo y propulsión desde la orquesta por la aristada dirección del músico alcoyano, que despojó de ornato romántico una obra a la que le vino muy bien esa angulosa aproximación clasicista.

Junto a Bernàcer, el rol principal estuvo a cargo del tenor lírico polaco Piotr Beczała, quien, mediante su ancha voz de envidiable proyección produjo una limpia y bien equilibrada interpretación protagónica plena de fraseo y elegante dicción. Junto a ellos la sección masculina del Coro Nacional estuvo a una altura sobresaliente, con enérgica y precisa participación bordando una interpretación de altura de una infrecuente partitura.

Justino Losada

 

Piotr Beczała, tenor

Coro y Orquesta Nacionales de España / Jordi Bernàcer

Obras de Liszt, Jurado y Brahms

Ciclo Sinfónico -  Orquesta y Coro Nacionales de España. Temporada 2024/2025

Auditorio Nacional, Madrid

 

Foto: El Coro y la Orquesta Nacionales de España, dirigidos por Jordi Bernàcer, durante el estreno absoluto de La tumba de Antígona, de  Pilar Jurado.

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