Durante 10 domingos de este curso 2025/26 se desarrollará el IV Ciclo Recitales de Música de Cámara, que la OSCyL y CCMD de Valladolid, al amparo de la Viceconsejera de Cultura de la JCyL, irá teniendo lugar en la Sala de cámara del Auditorio. En este pasado, asistimos al primero de estos Conciertos del Ciclo, con el dúo violín y piano que integran Midori Goto, “Midori”, (Osaka 1971) y Özgür Aydin (Colorado, de padres turcos), debutante aquí, lanzado al mundo profesional en 1997 con la Sinfónica de la Radio Bávara y ganador de los Concursos Internacionales de Piano: “Música ARD” de Múnich, “Nippon de Música” en Tokio y Cleveland, que le acreditan para compartir escenario con esta violinista que lo es todo como artista reconocida en lo musical y lo humano, galardonada en 2021 con el Premio de Honor del Kennedy Center de Washington, reconociendo su carrera artística.
El generoso programa nos llevó desde Clara Schumann y sus Tres Romanzas para violín y piano, op. 22 (1853), hasta la Sonata nº 2 en Sol m. (1923-27) de Maurice Ravel, pasando por Brahms y su Sonata nº 1 en Sol M., “La lluvia”, op. 78 (1878-79) y Beethoven con “La Primavera”, Sonata nº 5 en Fa M., op.24 (1800-01), dispuestas en orden a los avances compositivos bien distinguidos por el dúo.
Las Tres Romanzas (Reb M., Sol m. y Sib M.) del op. 22 de Clara Schumann surgieron ante la preferencia de esta culta mujer por el género “romance” y ya fueron calificadas en su estreno como “exuberantes y conmovedoras”. Midori las expuso así, con esa naturalidad especial que distingue su técnica violinística, donde todo se expone sin alharacas superfluas y donde sólo priman la música y el respeto al espíritu del compositor, sólo al alcance de una sensibilidad como la de la japonesa. Aydin se mostró exacto, impoluto, cumpliendo su papel de servir a la solista,y asumiendo el de protagonista ocasional, con la musicalidad a que obliga su colega. La 1ª Romanza, cuyo dulce tema final evoca el de la “Sonata I para violín” de su esposo, tras inicial pathos gitano y enérgicos arpegios en el breve centro, fue un aperitivo de calidad para el Alegretto de la 2ª, de “interpretación delicada” como pide su característica melancolía. La 3ª, apasionadamente rápida, tan larga como las anteriores juntas, mostró el ardor interno de Midori y la calidad de Aydin en su ondulante acompañamiento.
Brahms cede protagonismo al violín, por el lirismo que adorna su Sonata nº 1, (en realidad la 5ª al desechar las cuatro primeras por propia exigencia). La versión fue una maravilla de gusto sonoro. Transparente el piano sobre el que la violinista expuso el tema del Vivace ma non troppo, alternando impulso y legato con elegante finura, hermosos dúos y brillante y emotivo final. Aydin presentó el Adagio con dramatismo suave y Midori se sumó lenta, dulce y sosegada, manteniendo ambos tensión y emotividad, sublimadas en la profunda coda con dobles cuerdas mimadas. Expresivos y justos en el Rondó final, del que la Sonata toma su apodo, pues se inspira en los lieder “Regen” (Lluvia) y “Nachklang” del compositor que, en la coda pasa de menor a Mayor con rítmica que avanza el final de su “Tercera Sinfonía”; el dúo puso mucha pasión y redondeó una modélica versión.
La segunda parte se abrió con los avances beethovenianos en La Primavera, op. 24, que inaugura 4 movimientos y un desenfadado lirismo; Beethoven no puso el apodo, pero Midori-Aydin se encargaron de hacerlo realmente florido y alegre. Excelente el pianista, respondido por Midori en igual medida con preciosos cambios de color; pura música el Adagio; broma músical el breve scherzo y Trío, con exacta asincronía; y resumiendo todo, el Rondó, con las nuevas armonías del Allegro, la gracia melódica del Adagio y el ingenio del Scherzo. Otra versión para enmarcar.
Y Ravel como despedida, rindiendo homenaje al jazz y sus músicos que tanto admiró, con su Sonata nº 2, luciendo Midori su increíble energía interna en el Allegretto de gran riqueza motívica; técnica fantástica ambos en el Blues, donde el autor se cita con el diálogo Tetera-Copa de su ópera “El niño y los sortilegios”, han de imitar el sonido de los instrumentos de una banda de jazz y tomar el ritmo de ragtime, para despedirse en un Perpetuo mobile, exigente en virtuosismo para el violín y habilidad para el piano, que crearon una atmósfera hipnótica para el oyente. Naturalmente, éste reaccionó con atronadores aplausos que reclamaron varias salidas, similares a los habidos tras cada pieza, pues la sesión de apertura de Ciclo no pudo ser más exitosa, con la Sala muy próxima al lleno total.
José María Morate Moyano
Midori, violín, y Özgür Aydin, piano
Obras de C. Schumann, J. Brahms, L. v Beethoven y M. Ravel
Sala de Cámara del CCMD de Valladolid