Un año más LittleOpera Zamora abrió sus puertas a los aficionados a la música, especialmente a la lírica, y sobre todo a los aficionados a las sorpresas con buen gusto.
Y podemos afirmarlo porque nosotros volvimos un año más a esta pequeña ciudad castellana y de nuevo fuimos gratamente sorprendidos. En LittleOpera Zamora 2025 ha habido mucha música y muy buena, en cada una de las propuestas de esta edición.
La Gala Lírica que marca el inicio del Festival, y que, desde que conocemos el Festival, se convierte en un disfrute lúdico en torno a la mejor ópera, programando arias y momentos instrumentales de entre los más conocidos del género, tuvo este año el tropiezo de tener que sustituir a la soprano anunciada con pocas horas de antelación. Natalia Labourdette, que canceló por motivos personales, dejó su lugar a la también soprano Elena Sancho Pereg, quien pudo enfrentarse a casi todas las arias programadas en el recital. Y lo hizo de manera sobresaliente, atendiendo a esta dificultad, demostrando una voz afinada, tersa y plena, y gran dominio de las agilidades y del estilo. Junto a ella, el tenor Airam Hernández, que posee una voz de timbre lustroso y cálido, defendió con gallardía sus intervenciones, pese a estar afectado por una sinusitis que mermó ligeramente su prestación, sobre todo en la zona alta del registro vocal. Como siempre, la OSCyL acompañó a ambos cantantes y a los coros LittleOpera y Calderón Lírico bajo la batuta del maestro Guillermo García Calvo, quien demostró saber adaptarse a las condiciones de un recital tan poco habitual (recordemos que, al ser al aire libre, todo el concierto fue microfonado). Supo marcar ritmos y tempi con arte y oficio, atento al estilo de cada pieza, acompañando sabiamente desde el podio a los cantantes y guiando a la orquesta con flexibilidad, matizando cada pieza según convenía.
El sábado la expectación entre aficionados y prensa especializada era máxima, ya que tuvo lugar el estreno absoluto de la ópera de cámara Hildegart, de Juan Durán, en el Teatro Ramos Carrión de Zamora. Quienes acudimos al encuentro previo con creador y artistas, programado por LittleOpera unas horas antes del estreno, pudimos conocer por parte del propio compositor los antecedentes de la obra. La génesis de Hildegart son unos fragmentos musicales para una ópera que nunca se llevó a término y que más adelante Durán transformó en un ballet estrenado en 2021. El encuentro con el libretista Javier Mateo propició la posibilidad de recuperar este material musical y dramático, dando forma a la obra que finalmente pudimos ver y disfrutar el pasado sábado 26.
En lo textual, Hildegart es una hábil mistura entre drama y tragedia, con un material poético a cargo de Javier Mateo que perfila hábilmente a las dos protagonistas de la obra: Hildegart, la víctima, y sobre todo, Aurora, la madre Pigmalion incapaz de admitir la libertad de su creación. Enmarcando la acción en el juicio posterior al asesinato de Hildegart, Mateo presenta dos personajes más, el fiscal y un psiquiatra, que, a modo de coro trágico, ‘explican’ el presente y el pasado de lo que acontece sobre la escena.
Con este material, Durán ha elaborado una partitura de líneas eclécticas, que se mueve en el plano tonal durante toda la obra, sin desdeñar puntuales asonancias, con numerosas virtudes. Una de las más importantes, sin duda, la principalísima de jugar de forma magnífica con los colores orquestales del reducido grupo de doce músicos en el foso (no olvidemos que estamos ante una ópera de cámara). Sin que el compositor se adscriba a ninguna escuela, escuchando esta obra casi podríamos definir a Durán como expresionista, aunque no olvida los momentos más líricos para humanizar sus personajes. La otra virtud que caracteriza esta obra es el cuidado trabajo con el material musical a cargo de las voces. Durán las mima, dándoles momentos de gran lucimiento, pero sin exigir heroicidades gimnásticas. Gracias a ello, los cantantes se encontraron en todo momento cómodos en sus papeles, atentos a una dicción clara no entorpecida por la línea de canto. El recitado dramático de las voces masculinas (encargados de ‘contarnos’ la historia), en un plano teatral más realista, frente a los momentos más líricos y poéticos de los personajes femeninos (en un plano onírico y subjetivo), permite que la obra se desarrolle con ritmo y tensión sin decaer en su poco más de hora de duración.
Todo ello llevó a un triunfo a los cantantes, que demostraron todas sus cualidades. La voz de Sonia de Munck, de soprano lírico ligera, apropiadísima para el personaje de Hildegart, sumisa ante los designios de la madre, pero capaz de anhelar la libertad. De Munck es, además, una estupenda actriz, y su personaje reflejó todas las vulnerabilidades de la brillante intelectual que fue Hildegart. A su lado, o más bien frente a ella, la contradictoria figura escénica de Aurora, a la vez madre y asesina, magnificada y ampliada por la impresionante presencia escénica de Sandra Ferrández. Acompañada por una voz plena, segura en todo el registro, Ferrández convierte a Aurora en una figura poderosa, la verdadera protagonista de la obra. Autores y artista dotan, me temo, de mayor dignidad dramática a una figura que en realidad fue débil y quizá loca. Junto a las dos protagonistas, el barítono Javier Franco y el tenor César Arrieta, con el contraste de sus timbres bien afinados, defendieron sin fisuras su ingrata tarea de narradores, adecuado contrapunto a la poesía de Hildegart y Aurora.
Éxito incuestionable de Lucía Marín, dirigiendo al reparto y a la Sinfónica Alma Mahler. Demostró el minucioso trabajo y estudio de esta partitura de estreno, tanto en un plano más conceptual (que se reflejó en el perfecto ensamblaje de texto, dramaturgia y música) como en el artístico, acompañando a las voces a la perfección, destacando cada color orquestal (atenta a la intención del compositor), cuidando que la tensión musical (incluso en los momentos más recitativos) no decayera, y sacando brillo de las voces y los músicos en las escenas de grupo y los momentos solistas de las protagonistas.
Alberto Trijueque, responsable de la dirección de escena, diseñó un espacio único para toda la obra, por donde transitaron sin dificultades los diferentes personajes, marcando con luces y proyecciones el paso entre los momentos más realistas (el juicio) y los más subjetivos (el enfrentamiento entre madre e hija y sus respectivas escenas de justificación).
Todo ello convirtió el estreno de Hildegart en un auténtico éxito. El público, tras un momento de silencio al concluir la obra, premió con varios minutos de ovaciones a todo el reparto artístico y al compositor y libretista, que salieron a saludar. Esperemos que otros teatros quieran compartir con su público Hildegart, una obra que, nos atrevemos a decir, merece entrar en el repertorio lírico de manera continuada.
LittleOpera Zamora concluyó el domingo 27 de julio con la representación en el Teatro Principal de Zamora de El duelo. En este caso a la dirección del Festival se le ocurrió unir dos obras que compitieron en 1787 por el favor del público vienés, en un enfrentamiento auspiciado por el emperador José II. Las obras en cuestión, Der Schauspieldirektor (El empresario) de Mozart y Prima la Musica e poi le Parole de Salieri. Otra grata sorpresa, ya que, mientras la obra de Mozart es bien conocida, aunque escasamente representada, la obra de Salieri es casi una completa desconocida, siendo incluso probable que esta haya sido la primera representación escenificada de esta obra en nuestro país. Todo ello cuando se cumplen 200 años del fallecimiento de Antonio Salieri.
Si bien el ‘duelo’ parece algo desequilibrado, ya que, dejando leyendas negras aparte, es palmario que Mozart es un genio y Salieri ‘solo’ un gran compositor, en realidad el resultado podía ser incierto. ¿Por qué? Porque de la obra se Mozart se han perdido varias partes musicales, y, sobre todo, se trata de un singspiel que concentra toda su sección hablada en los primeros veinte minutos de acción, dejando su extraordinaria música para a última parte de la obra, con el posible aburrimiento del público. La ópera de Salieri, en cambio, de corte completamente italiano con sus recitativos y arias a lo largo de todo su acto único, permite al público disfrutar de la música durante toda la representación; obviamente, su desventaja precisamente es que el autor es Salieri, no Mozart.
En cualquier caso, las desventajas de ambas piezas fueron brillantemente soslayadas por los cantantes de cada una de ellas. En EL empresario participaron las sopranos Mar Morán, triunfando con un control de la coloratura extraordinario y una voz plena de facultades, y Anna Cabrera como su contrincante por los favores del empresario, elegante en el canto y sin dificultades en la emisión, el bajo-barítono Mauro Pedrero demostrando ante su público (es zamorano) una voz sólida y de canto bello, y el tenor Juan Ramos, ajustado en su papel. Todos ellos supieron ser excelentes actores para hacer disfrutar al público con el buen humor del texto de la obra de Mozart, y pasaron al registro cantado sin que las voces se resintieran.
En la obra de Salieri intervinieron Anna Cabrera de nuevo, la también soprano Arantza Ezenarro, estupenda en su papel, con una voz redonda y segura, el barítono Alejandro Sánchez y el bajo David Cervera, con papeles menos lucidos, ya que discurren con grandes recitativos, al uso de la ópera italiana de la época, defendiendo sus roles con voces firmes, seguras y templadas.
En las dos obras participó un personaje mudo, el expresivo actor Aarón Martín, que supo manejar sus papeles cómicos con toda la simpatía que requerían unos personajes cercanos a lo bufo.
La persona responsable de unir estas dos obras en este ‘duelo’ ficticio fue Rita Cosentino, directora de escena, que demostró una vez más saber manejarse en los tiempos cortos y los libretos breves de la ópera de cámara con soltura y genio. Sin idear más que una sala de teatro, espejo del propio Teatro Principal, supo crear con la dirección y movimiento de cantantes y actor un aire diferente para cada obra, dejando que las propias obras encandilaran al público.
No tan acertada la participación de la orquesta Vigo 340, algo desajustada en ciertos momentos. Dirigió las dos óperas Lara Diloy, atenta a apoyar en todo momento a los cantantes, pero a la que quizá faltó algún día más de ensayo para lograr conjuntar a la perfección el trabajo de todos los músicos.
Un gran espectáculo que gustó sobremanera al público que llenó el Teatro Principal, y a nuestro parecer, una inmejorable manera de concluir una edición más, y van diez, de un Festival que mejora año a año.
Por cierto, el ‘duelo’ lo ganó Mozart, por si les quedaba alguna duda.
Eustaquio Iribarren
X Festival Internacional LittleOpera Zamora:
- Gala Lírica, Plaza de la Catedral, 25 de julio: Elena Sancho Pereg, soprano, Airam Hernández, tenor. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Guillermo García Calvo.
- Teatro Ramos Carrión, 26 de julio: Hildegart, de Juan Durán, libreto de Javier Mateo. Sonia de Munck, Sandra Ferrández, Javier Franco, César Arrieta. Miembros de la Sinfónica de Rivas Alma Mahler. Directora: Lucía Marín. Director de escena: Alberto Trijueque.
- Teatro Principal, 27 de julio: El Duelo. El Empresario de Mozart; Prima la Musica e poi le Parole de Salieri. Mar Morán, Anna Cabrera, Juan Ramos, Mauro Pedrero, Arantza Ezenarro, Alejandro Sánchez, David Cervera, Aarón Martín, Hugo Porris. Orquesta Vigo 430. Directora: Lara Diloy. Directora de escena: Rita Cosentino.
Foto: Hildegart, ópera de cámara del compositor gallego Juan Durán / © Fotografía Carrera