Hablar de Georges Bizet es sinónimo, nos parezca justo o no a la vista de su catálogo, de su celebérrima Carmen. Escuchamos una completa selección del la ópera a la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid dirigidos por Oliver Díaz en el Teatro Auditorio de San Lorenzo del Escorial, como concierto inaugural de su Festival de verano.
De inicio, En la plaza de Sevilla con Enrique Sánchez Ramos como Morales y los sucesivos Coros, su encuentro con Micaela, Leonor Bonilla, o después el coro de cigarreras, crearon un ambiente propicio y estimulante para degustar con garantías esta versión de concierto.
Una ópera, Carmen, que se mantiene lozana y lleva con orgullo estos ciento cincuenta años de vida en lo más alto del disputado ranking de producciones en los escenarios de todo el mundo. Exactamente los mismos ciento cincuenta años de la desaparición repentina de su malogrado autor, tres meses después de este (relativamente) fracasado estreno de su última ópera en su París natal.
Una Carmen que, dado el caso, bien permite este tratamiento de (mutatis mutandis) oratorio profano. Conceptualmente al menos, tiene esa impronta radical, como la puedan tener, a su manera, el Don Juan o Werther mismo. Al margen de su brillante desarrollo dramático, que, lógicamente, aquí queda escénicamente mutilado, admite sin demasiados reparos esta versión homenaje a su acerado significado provocador, trágico y paradójico que se desprende de ella sin corolario alguno.
Perfectamente encarnada e interpretada, la célebre Habanera (sea “inspirada exhaustivamente” en la de Iradier o no…) con el definido carácter impreso por la protagonista titular, Ketevan Kemoklitze, pero no menos emocionante el dúo que le siguiera, de Andrés Arturo Chacón Cruz como Don José y Leonor Bonilla en ese jugoso papel a la sombra, de Micaela. Bellas voces, brillo y proyección, que responden a sus roles contrastantes con una apasionada partitura que preludia elementos emocionales del lenguaje verista con ilustrada maestría gala. Además de un lenguaje de interesante “españolidad”, en cierto modo enaltecida y consagrada, al margen de sus obvias fuentes confirmadas.
Por cierto, destacar el mesurado control y ajuste equilibrado acústica y expresivamente desde orquesta, coro y el podio director, sin que nada de esto hubiera funcionado en conjunto de esta forma.
Genial Bizet en el empleo de diversos lenguajes más destacados en esta forma de “oratorio” que, de esta guisa, queda aún más de manifiesto. Y miren que el que suscribe es de los que no duda en criticar la insistente presión y pretensión de ampliar el repertorio sinfónico, de por sí sobrado e inmenso, con el dramático-musical y de danza, mutilados de su consustancial fundamento teatral, coreográfico o escénico.
La fleur que tu m’avais jetée (La flor que me tiraste) fue, como corresponde, el corazón fatal de esta tragedia que aspira desde su aparente humildad original de “opera comique”, a elevarse al olimpo griego en la materia. Bella voz, dicción y una voz perfectamente proyectada y acompañada con equilibrio en este Don José. Su agudo final, perfectamente preparado cromáticamente y resuelto, levantó la justa aclamación popular. Aclamación que, en otras circunstancias más espontáneas, hubiera obligado a un bis.
Ángel Ódena como Escamillo, ya en el Segundo acto, en linea con el personaje, antagónico de Don José, al que pide con precisión la acotación original del libreto: “rude et très rythmé” (“rudo y bien ritmado”).
Rocío Faus como Frasquita y Ana Gomà, Mercedes, fueron excelente contrapartida de los citados, en el Tercer acto. Melons! Coupons! (¡Baraja! ¡Corta!) un Terceto donde volvió a brillar sotto voce una, perfectamente caracterizada en la piel de Carmen con oportunos y premonitorios cambios de carácter.
Líricamente fraseado, Je dis que rien ne m’epouvante (Dije que no me asustaría por nada) de una Micaela encarnada por Bonilla que representó, así, el otro extremo de esta tragedia. Un enfrentamiento estético y cultural, un enfrentamiento moral también, que permite mil y un lecturas y proyecciones: históricas, sociales, psicológicas… hasta políticas si me apuran.
Mucho más suelta la dirección y orquesta en el Acto cuarto y la Marcha y coro: Les voici, les voici, voici la quadrille! (¡Aquí está! ¡Aquí está la cuadrilla!) en una página que precisa de este ánimo y riesgo al margen de su perfección acústica, estética y hasta enciclopédica… Un universo musical, el de esta Carmen, que se adelantaba, no ya al verismo como dije, sino a otros mundos fílmicos y épicos que han caracterizado mucha de la música del siglo XX, incluso al otro lado del telón de acero.
Qué decir de la escena final, tan comprometida en una versión de concierto. Dúo bien resuelto de los protagonistas, cada cual con sus personales características para cada uno de los dos papeles, — C’est toi. — C’est moi. (— Eres tú. — Soy yo.): Ketevan Kemoklitze y Andrés Arturo Chacón Cruz. Y, de fondo, la cortina rasgada de un sarcástico, aunque lejano, coro final. Una resolución escueta, sin aparato ni escena, donde el relato, sin pretenderlo quizás, ahonda así, en sus tintes míticos.
A priori, pues, buenos ingredientes musicales y mejores, si cabe, literarios: libro y partitura al unísono, buen elenco, dirección entregada e inteligente al servicio de todos y de la fluidez del espectáculo con atriles que a medida que se desarrollaba el espectáculo, se mostraron más entregados a una partitura única: tablas y savoir-faire.
Aunque no sé si este acertado fruto de la cultura occidental y mediterránea, contextuada en nuestra Sevilla capital, puede parecerle a algún melómano suficiente para justificar una funesta invasión, pillaje y saqueo sistemáticos, sean napoleónicos o de otra índole. Eso sí, paradojas de esta vida, sin ella, sin este ultraje histórico, no hubiera dispuesto del preciso contexto. Tragedia griega… ¿o hispano-gala…?: mediterránea al fin y al cabo.
Luis Mazorra Incera
Elenco: Ketevan Kemoklitze (mezzosoprano): Carmen; Andrés Arturo Chacón Cruz (tenor): Don José; Leonor Bonilla (soprano): Micaela; Ángel Ódena (barítono): Escamillo; Enrique Sánchez Ramos (barítono): Morales; Rocío Faus (soprano): Frasquita; y, Ana Gomà (mezzo): Mercedes.
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid / Óliver Díaz.
Carmen de Bizet.
Festival de verano. Teatro Auditorio de San Lorenzo del Escorial. Madrid.
Foto: Ketevan Kemoklitze como Carmen / © https://www.instagram.com/ketevankemoklidze/