El Cuarteto Éter formado por Mario Pérez y Laura Balboa, violines; Irene Val, viola; y Gabriel Sevilla, violonchelo; junto a Eduardo Raimundo al clarinete, ofrecieron un concierto dividido en dos partes bien diferenciadas, con sendas obras de similar porte.
De inicio el (relativo) minimalismo, marca de la casa, de John Adams, para la formación de cuerda, con su intenso Primer cuarteto.
Una visión enérgica y plástica de la (a menudo abstracta y conceptual) técnica de cuarteto de cuerda, donde se aprovechan, con inteligencia y coherencia, paralelismos técnicos enredados con la extensa tradición musical occidental, más tradicional y contemporánea.
Un omnipresente sincretismo estético del que supo extraer su artificiosa e incesante fuerza armónica y rítmica, el Cuarteto Éter en la sala de cámara del Auditorio Nacional de Música.
Si normalmente empleamos el término textura, casi como un lugar común en cierto tipo de estéticas más… “fronterizas…”, aquí, fue el aspecto medular del lenguaje. Un lenguaje bien entendido y traducido musicalmente esta tarde. El denso, poderoso e intenso segundo movimiento de la obra, fue ejemplar en este trabado y trabajado sentido.
Osvaldo Golijov y su quinteto Los sueños y oraciones del ciego Isaac (The Dreams and Prayers of Isaac the Blind), ocupó una motivante segunda parte del programa con, a priori ya sobre el papel y, más aún, a la postre, mayor versatilidad de episodios, de caracteres y de tempi, además del fundamental añadido tímbrico al cuarteto de cuerda, de un vistoso clarinete. Un clarinete que fuera virtuoso por muchos aspectos, pero, especialmente, en su incesante juego/salto de tesituras, técnicas y timbres asociados. Un virtuoso desempeño al que se añadían, además, los diversos vástagos puestos en liza, de una familia instrumental amplia y fructífera donde las haya.
Otro sentido lírico, onírico, más cálido pese a la gravedad de las armonías iniciales, se manifestó ya desde un primer instante. Con un clarinete siempre locuaz, estimulante, idiomático, protagonista, vital…
Un clarinete a menudo, también incisivo, con vibrantes gestos musicales extraídos del atractivo mundo sonoro del klezmer, al que respondía el cuarteto con determinación en una característica sonoridad. Como, por citar de memoria al paso sólo un ejemplo especialmente logrado, en aquel: Teneramente - Ruvido - Presto, dialogado con el primer violín que abocara en un característico y danzable Allegro pesante.
El finale con su “etéreo” Postludio: Lento, liberamente… llevó una honda, tensa expresión cantabile, al amable colchón armónico del tremolado de la cuerda en lejanía… y, ya, sin (re)solución…
Luis Mazorra Incera
Cuarteto Éter: Mario Pérez, violín; Laura Balboa, violín; Irene Val, viola; y Gabriel Sevilla, violonchelo. Eduardo Raimundo, clarinete.
Obras de Adams y Golijov.
OCNE-Satélites. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto de Jose Luis Pindado