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Crítica / La sublime belleza de lo crepuscular - por Juan Manuel Ruiz

Madrid - 02/06/2025

La Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca, dirigida por el maestro Daniel Harding, junto al tenor Andrew Staples y la mezzosoprano Fleur Barron, fueron los intérpretes del pasado concierto en Madrid de la temporada de La Filarmónica. En programa: Tristán e Isolda, Preludio y Muerte, de Richard Wagner; Ces belles années…, de Betsy Jolas; y La canción de la tierra, de Gustav Mahler.

Arrancó la velada con el Preludio y Muerte de Isolda, en una versión muy cuidada en fraseo, respiraciones y matices, así como colorista y diáfana en la presentación de los leitmotiv. Sin embargo, y pese a la claridad expositiva de las texturas orquestales mostrada por Harding y la formación sueca, la interpretación resultó algo precipitada en tempo, sin alcanzar el cariz dramático y la hipnótica apoteosis en los clímax inherentes a esta paradigmática partitura.

Continuó el concierto con Ces belles années,,,, para orquesta y soprano, de la nonagenaria compositora francesa Betsy Jolas. Estrenada en Londres por Sir Simon Rattle en 2023, con motivo de la celebración del 75 aniversario del festival de Aix-en-Provence, la obra se divide en varias secciones concatenadas que integran, de forma velada y recurrente, el motivo del Happy Birthday. La pieza, de unos 13 minutos de duración, fluye con naturalidad a través de las intervenciones yuxtapuestas de las distintas familias instrumentales, con una presencia destacada de la percusión. El material sonoro, tímbricamente variado y sugerente, evoca a la memoria de los veranos pasados vividos con intensidad por la compositora. La música evoluciona desde la indeterminación, por medio de las percusiones iniciales, a lo más concreto en la sección final, donde interviene la voz. La soprano invita a todos a sumarnos a la celebración de la alegría de la vida, induciendo a los músicos de la orquesta a emitir carcajadas y aplausos para establecer una comunicación directa con los oyentes.  

El público recibió la propuesta con calurosos aplausos, dedicados también a la resuelta actuación de Fleur Barron al final de la obra.

La segunda parte del concierto estuvo dedicada a La canción de la tierra, de Gustav Mahler. La impactante y precisa entrada de las trompas en fortissimo, al comienzo del Das Trinklied vom Jammer der Erde, dio impulso vital a toda la obra. La orquesta se mostró brillante y rotunda bajo la decidida dirección de Harding, si bien amortiguó en parte a Staples en los tutti orquestales en este primer movimiento. En Der Einsame im Herbst, los pianissimo de los violines y el elocuente solo de oboe dieron paso a la voz de Barron, que destacó por su delicada emisión y carácter melancólico.

En Von der Jugend, Staples encontró el perfecto encaje con la formación. El tenor británico lució una voz elástica y natural, dando vitalidad a este sugestivo movimiento de colorido orientalista debido a las escalas pentatónicas utilizadas por Mahler en su despliegue melódico y armónico. Uno de los momentos más sutiles de esta versión fue el logrado en Von der Schönheit, donde lo grácil y lo sublime alcanzaron su plenitud en la voz de Barron, exquisita en su vocalidad y expresión, así como en total connivencia con Harding y la formación sueca. Seguidamente, A. Staples volvió a brillar con su resuelta intervención en el Der Trunkene im frühling, espontáneo y convincente en su rol, apoyado en todo momento por la orquesta en los cambios continuos de carácter del movimiento.

Concluyó la obra con un sobrecogedor Der Abschied. Maestro, mezzosoprano y formación se fundieron para revelarnos la sublime belleza de lo crepuscular, con sus luces y sombras, y donde la voz de Barron tradujo, con el mayor refinamiento, las sutiles y contrastantes atmósferas creadas por Mahler en este movimiento. Barron exhibió aquí sus mejores cualidades: sonido redondo y de gran proyección acústica, amplísimas gamas dinámicas y, además, un profundo sentido interpretativo a la hora de ahondar en los exquisitos matices que Mahler imprime en el canto. La intensidad y plenitud alcanzadas, gracias a un Harding completamente inmerso en los más profundos sustratos de la partitura, fueron potenciadas por las relevantes intervenciones de los solistas de la orquesta, dando unidad formal y poética a este dilatado y complejo movimiento final.   

Juan Manuel Ruiz

 

Fleur Barron, Andrew Staples.

Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca / Daniel Harding.

Obras de Wagner, Jolas y Mahler.  

La Filarmónica. Auditorio Nacional. Madrid.

 

Foto © Rafa Martín

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