Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Del clasicismo de Haydn al Holst más apocalíptico y mágico - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 02/06/2025

El programa que el pasado 30 de mayo ofreció la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), penúltimo ya de esta temporada, fue tan inusual como atractivo. La razón fue la inclusión en la primera parte de dos obras concertantes para piano, muy diferentes entre sí en cuanto a estética, carácter y época, si bien traducidas por un mismo intérprete, Leif Ove Andsnes.

La primera de esas obras fue el Concierto para piano n. 11 en re mayor de Haydn, un compositor que el intérprete tiene una especial estima y del que, ya hace unos años, grabó como solista y director su producción para teclado. A partir de una digitación precisa y clara, su versión fue un dechado de elegancia y buen gusto, con esa gracia puramente clásica que esta música reclama, sobre todo en el Un poco adagio central, expuesto con exquisita delicadeza. La complicidad fue total con la directora, una Gemma New que hizo que la orquesta sonara ágil, flexible y luminosa, con detalles, como los contrastes entre solista y tutti del Rondo all’Ungarese: Allegro assai, expuestos de manera primorosa.

Del clasicismo se pasó al romanticismo de las Variaciones sinfónicas de César Franck. El poderoso gesto inicial de las cuerdas, al que responde un ensimismado piano, ya mostraba un universo diferente, más dramático y subjetivo. Andsnes lo abordó con ese mismo sonido pulcro y cuidado, que poco a poco fue ganando en intensidad, también desde el punto de vista emocional, como en la cuarta variación o en la hipnótica sexta, bien punteada por la melodía de los violoncelos. Siempre atenta, New resaltó con especial acierto esos pasajes en los que el tempo parece detenerse y la orquesta ha de arropar al solista y acentuar la atmósfera expresiva.

El salto de esa obra (y no hablemos ya de la de Haydn) a Los planetas de Gustav Holst no podía ser mayor. De ella, New dio una lectura sin complejos, apabullante desde el punto de vista sonoro y de concepción absolutamente cinematográfica, de modo que, una y otra vez, se apreciaba todo lo que compositores como tan aclamados como John Williams deben a esta música. Así, su versión de Marte, portador de la guerra destacó por la brutal contundencia con que puso de relieve su martilleo rítmico, para luego, en Venus, portador de la paz, recrearse en las texturas de la orquesta y sus expresivos solos (trompa, violín, violoncelos), y en Mercurio, el mensajero alado, jugar en el mejor sentido del término con una instrumentación que es una pura filigrana. En Júpiter, el portador de la alegría, la batuta contrastó con eficacia las distintas secciones, tanto desde el punto de vista temático como sonoro, mientras que en Saturno, el portador de la vejez consiguió crear una atmósfera inquietante y levantar, con la pausa requerida, el estremecedor crescendo de su sección intermedia. El sentido del contraste de New brilló en Urano, el mago, con esa ominosa introducción de los metales a la que sigue una marcha grotesca y disonante. Se llegó así a Neptuno, el místico, una página cuyas cualidades etéreas supo poner de relieve la directora, hasta ese momento en el que las voces del coro femenino, entrando aquí desde el interior del primer piso, crean una atmósfera absolutamente mágica que los extemporáneos aplausos rompieron de modo execrable.

Los aplausos, en todo caso, fueron merecidos por la labor de la directora y de una orquesta y coro que rindieron a un nivel excelente.

Juan Carlos Moreno

 

Leif Ove Andsnes, piano.

Coro participativo Canta amb l’OBC. Coro femenino del Orfeó Català.

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / Gemma New.

Obras de Haydn, Franck y Holst.

L’Auditori, Barcelona.

 

Foto © May Zircus

72
Anterior Crítica / Por partida séptuple - por Luis Mazorra Incera
Siguiente Crítica / La sublime belleza de lo crepuscular - por Juan Manuel Ruiz