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Crítica / La OSCyL recordó a Cristóbal Halffter con música española - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 07/06/2021

La OSCyL dedicó los tres conciertos de su Programa de Música española, 17º en el Abono General de Valladolid, a la memoria del recientemente fallecido Cristóbal Halffter (compositor que se afincó en Villafranca del Bierzo y que alcanzó merecida resonancia mundial), con quien mantuvo estrecha relación desde su creación. Dirigió como invitado, Óliver Díaz (Oviedo, 1972), ganador de la Beca "Bruno Walter" de Dirección, Miembro de la AESDO y Director musical del Teatro de La Zarzuela de 2015 a 2019. Como solista invitado actuó el guitarrista Pablo Sáinz-Villegas (Logroño, 1977), reconocido en todo el mundo como intérprete e incorporado recientemente a la Composición. En los atriles: R. Carnicer y Batlle (Tremp, 1789-Madrid, 1855), Joaquín Rodrigo (Sagunto, 1901-Madrid, 1999) y Joaquín Turina (Sevilla, 1882-Madrid, 1949).

Para el estreno en Barcelona en 1819 de la ópera de Rossini El barbero de Sevilla, Carnicer escribió una nueva Obertura, a fin de no reiterar la original ya conocida, que el mismo autor aprobó. El éxito le acompañó desde su estreno y así ha seguido siendo desde entonces, por su perfecto diseño y respeto al estilo, materiales y motivos originales; la OSCyL la abordó por 2ª vez y su versión fue buena, pero falta de un punto más de matiz y efectos rossinianos; funcionaron mejor los crescendos que los diminuendos, pero muy bien la trompa en su solo y el dúo flauta-oboe.

Por 7ª vez tocó la OSCyL el Concierto de Aranjuez para Guitarra (1939) del saguntino. En ese año de dolor, se sumó el de la pareja Rodrigo-Kahmi al malograrse su hijo y pusieron texto a su canción “Aranjuez”, que termina “”en Aranjuez, amor, tú y yo””, que pasó a ser el famoso Adagio del Concierto (1º escrito de los 3 movimientos, seguido del Allegro gentile final y precedidos por el Allegro con spirito). Sáinz-Villegas se impregnó de esos sentimientos (recordados en París por Rodrigo al pautarlos), e hizo una versión soberbia que sonó a nueva; Óliver Díaz congenió en la idea, mantuvo a la OSCyL atenta, fina, expresiva, colaboradora, rítmica. Hubo spirito de inicio marcado por la guitarra desde su entrada, con un volumen competitivo; bien el cello en su momento y Sáinz-Villegas excelente. Pero vino lo que todo el mundo espera: el corno inglés introduciendo el Adagio, que llenó de emoción la sala; la guitarra le secundó y el viento-madera siguió el “apassionato molto” de la preciosa melodía, sin afectación, con Óliver Díaz obteniendo un vibrato piano de la cuerda idéntico al del solista, que atacó su cadencia como un tombeau al niño, reflejo de íntimo dolor y despedida, el quejido del oboe y abrirse a la conformidad y esperanza en un futuro mejor, de nuevo flauta-oboe subrayando. Y otra vez la guitarra pasando a ese formal baile antiguo en los jardines de Palacio, con la orquesta bien marcada. Lógica y merecida explosión de ovaciones en la Sala como premio a todos y al solista en particular, que agradeció actividad y presencia regalando una fantástica Asturias de Albéniz, con la 2ª sección de ensueño, festival de color y dinámica y en las extremas, el vigor agreste de la tierra que describe; otro clamor en las repetidas salidas.

Y llegó Turina con su Sinfonía sevillana, op. 23 (1920), 1ª española en el S. XX. Lejos quedó aquella temporada 91-92 en el Teatro Carrión, cuando Odón Alonso, en una de sus especialidades, bailaba y tocaba palmas en el  ensayo, para imbuir de nuestros ritmos a la joven plantilla plagada de foráneos, con la indicación “”no midan, sientan””. Hoy, Óliver Díaz se encontró una plantilla madura e integrada, a la que pudo aplicar su experiencia zarzuelera para servir los estilizados ritmos sin problemas: schotisch, petenera, canción, sevillanas, tanguillo y garrotín-farruca, sonaron plenos, en la ligera y transparente orquestación nacionalista teñida de impresionismo, donde el concertino completó su magnífico trabajo en toda la sesión y cuerdas graves, corno, trompas, trompeta y todos en general, dieron una versión sobresaliente, redondeando una noche feliz.

José M. Morate Moyano

Pablo Sáinz-Villegas, guitarra. Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Óliver Díaz.

Obras: R. Carnicer, J. Rodrigo y J. Turina.

Sala Sinfónica “Jesús López Cobos” del CCMD de Valladolid.

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