El pasado jueves, día 24 de junio, fui al Palau de la Música Catalana para nuevamente disfrutar de la representación de “La Traviata” de Giuseppe Verdi. Era la segunda vez que lo hacía en dos meses.
Hace más de veinte años que me dedico profesionalmente a la ópera y pretendo que esta crónica sirva al lector para poner en valor aquello que he visto y escuchado de una manera sincera. También quería precisar que no quiero buscar con ansia desmesurada el error de una interpretación determinada, ya que me pareció fuera de cualquier duda la calidad profesional que tenían todas y cada una de las personas que han hecho posible esta producción.
Para todos es sabido que “La Traviata” es una obra muy popular que se acostumbra a representar en teatros y salas de todo el mundo de manera habitual. En este caso es preciso remarcar que la sala donde se desarrolla el espectáculo, el Palau de la Música Catalana, tiene ciertas características que lo diferencian de los de un teatro operístico habitual: se trata de una sala de conciertos, sin una caja escénica y con un escenario desnudo. Por lo tanto, hemos de celebrar la pulida producción que nos propone Novaria Artists, donde han sabido aprovechar sobradamente estos rasgos diferenciales que tiene este emblemático equipamiento y en donde se ha recreado de manera creíble, inteligente y exitosa, una ópera exigente.
Sin embargo, no esperéis encontrar una gran producción escénica. Podemos considerar esta propuesta como una alternativa muy válida y que satisface plenamente al público asistente, situándose la orquesta detrás del escenario y disfrutando de una interpretación enormemente pulcra.
En relación a los intérpretes, quiero destacar que la gran sorpresa de la tarde del domingo fue, la Violetta Valéry, que nos propone Sara Bañeras, una joven soprano catalana que me sorprendió muy gratamente. Había escuchado hablar de ella en varias ocasiones y en las dos representaciones que he visto en el Palau me ha fascinado por el bonito color de su voz y la seguridad musical con la que se desarrolla. Si añadimos su juventud vemos que tenemos ante nosotros un valor en alza de la escena lírica catalana. Hace falta que, como a ella, se siga dando apoyo a los jóvenes talentos para que puedan tener las oportunidades que se merecen.
Sus dos compañeros de viaje no se quedan atrás. El tenor Facundo Muñoz, que interpreta un joven y enamorado Alfredo Germont, lo hace con una línea de canto segura que la lleva al máximo nivel canoro tanto en la aria como en el dúo con Violetta. Para acabar de cerrar el círculo encontramos un Giorgio Germont sublime, tanto por la presencia escénica que desprende, como por su propuesta vocal. Alberto Cazes nos muestra un Germont creíble cien por cien y nos trasporta al éxtasis, tanto por su aria como por el dúo con Violetta.
El maestro Adolf Gassol conduce la orquestra de manera magistral. Está atento a todo aquello que necesitan los intérpretes y exprimiendo todo el jugo emocional y necesario para transmitir la obra del maestro italiano a través de la orquestra. Demuestra un conocimiento profundo de la partitura y, a pesar de su juventud, una gran solidez desde el primer compás de esta extraordinaria obra.
Quiero acabar remarcando la profesionalidad y nivel del resto de solistas y el coro con respecto al aspecto vocal, musical y dramático, y por el hecho de que están sobradamente a la altura de una interpretación que encuentro muy acertada.
Para acabar, quiero felicitar a Novaria Artists, una productora independiente que, de la mano de Sergi Giménez Carreras y de Cristina Raventós, aportan calidad a la propuesta operística de la ciudad de Barcelona. Solo me queda recomendar que no dejéis de ir, ya que el apoyo y reconocimiento del público avalan esta recomendación. No os decepcionará.
Josep Fadó
PALAU DE LA MÚSICA
Domingo 24 de junio. 18:00 hrs
Orquestra NovAria Barcelona
Adolf Gassol, dirección musical
Laureà Plà,, dirección escénica
Eric Varas, dirección coro
Olga Ponce, coreografia
Sergi Giménez Carreras, dirección artística
Ballet NovAria/Coro NovAria