Dentro de su oferta musical, la Fundación Juan March de Madrid puso en marcha en 2014 un apartado con el Teatro Musical de Cámara como protagonista. Pero la danza tuvo que esperar hasta que las características del escenario lo permitieron y, al suprimir el órgano monumental, la programación balletística arrancó en 2018, con La Romería de los Cornudos.
Si de aquella propuesta, con música de Gustavo Pittaluga y texto de Federico García Lorca y Cipriano de Rivas Cherif se responsabilizó Antonio Najarro, a la sazón Director del Ballet Nacional de España, es ahora Antonio Ruz, quien ha asumido el desafío de reelaborar la coreografía de La Noche de San Juan, que se ha presentado con carácter de estreno absoluto, ya que del proyecto -compartido por Roberto Gerhard con Ventura Gassol, a quien se debe el libreto, y Joan Junyer, responsable de escenografía y vestuario- no llegó a ver la luz al coincidir la fecha prevista con el final de la Guerra Civil, que trastocó todas las agendas.
Era la segunda tentativa de Gerhard de ver materializarse un ballet suyo en la escena. Para el primero, Ariel, de 1934, había pensado como coreógrafo en Léonide Massine. Pero a quien tanta gloria cosechara con Los Ballets Rusos de Diaghilev y en ese momento afianzaba los de Montecarlo, no le motivó la partitura, excesivamente sinfónica para su gusto.
Con La Noche de San Juan había más posibilidades de conquistar para la causa a quien había firmado creaciones que han pasado a la historia, como El Sombrero de Tres Picos, de Falla, por quien apostó en el apartado plástico Pablo Picasso. Ahora, Gerhard conjugaba la modernidad tímbrica aprendida en seis años de trabajo en composición con Arnold Schoenberg y la aportación tradicionalista de quien fuera su primer maestro en la misma disciplina, el gran etnomusicólogo Felipe Pedrell.
Esta vez, Massine aceptó la oferta, pero de su labor no ha quedado ningún testimonio. De modo que Antonio Ruz ha procedido más que a una restauración, a un verdadero ejercicio de estilo, demostrando su maestría a la hora de conjugar los recursos de las vanguardias -que remiten a creaciones del corte de La Consagración de la Primavera, que el propio Massine rehiciese sobre el trabajo de Nijinsky-, con las danzas tradicionales de Cataluña que, de modo evidente en algunos pasajes y más velado en otros, salpican el pentagrama.
Al empeño de Ruz ha respondido a la perfección el elenco de bailarines, un grupo tan reducido como eficaz: tres parejas de jóvenes aldeanos entregados a la causa y un cabo suelto en forma de Cupido enredador, que a sus dotes danzantes une, con gran solvencia, la de narrador de la historia, que transcurre con uno de los telones diseñados por Junyer como fondo, y con un vestuario doblemente fantástico, inspirado en bocetos del propio Junyer, realizado para la ocasión.
Mención aparte merece la labor de Miguel Baselga, auténtico dominador de la música de los discípulos de Pedrell – ahí están sus referenciales lecturas de Falla y Albéniz llevadas al disco- , enfrentado esta vez a una partitura que, previamente, ha tenido que desempolvar y reconstruir para animar desde el piano un espectáculo de primera categoría como esta Noche de San Juan, primera coproducción de la Fundación Juan March con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, al que llegará en la segunda semana de octubre.
Juan Antonio Llorente
TEATRO MUSICAL DE CÁMARA
La noche de San Juan, ballet de Roberto Gerhard
Antonio Ruz, dirección
Rosa García Andújar, diseño de vestuario. Olga García, diseño de iluminación
Compañía Antonio Ruz
Miguel Baselga, piano
Fundación Juan March, Madrid