Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Kirill Petrenko visita Italia para Santa Cecilia - por Jorge Binaghi

Milán - 17/06/2025

El bien ganado nombre de la orquesta con sede en Roma (Orchestra dell’Accademina Nazionale di Santa Cecilia) y el hecho de contar con un director invitado como Kirill Petrenko explican bien el lleno absoluto que en una agobiante jornada de calor mostraba la Scala, incluido ese clima tan especial de anticipación frente a lo que se supone un gran acontecimiento. Yo diría más que grande especial. No sólo por la relación entre la masa orquestal y su ocasional director, que parecían viejos conocidos, sino por el programa y el nivel del mismo.

Comenzaba el concierto con una ejecución notable de la más que notable ‘Obertura de Manfred de Schumann: lo que más destacó fue el empaste orquestal, el equilibrio y al tiempo la claridad de las diferentes secciones de instrumentos. La gestualidad del maestro fue exacta en dinámicas y tiempos, pero lo más impresionante en su caso era la batuta alerta en la mano derecha y el fraseo expresivo en la izquierda. No hubo nunca desborde y fue sobrecogedor el final con un ‘diminuendo’ realmente tan perfecto como emotivo.

La primera parte terminaba con una de esas obras de Mozart recuperada casi por casualidad, y, pese a discusiones sobre la integralidad de la mano del maestro en la composición, muy ‘de repertorio’: la ‘Sinfonia concertante’ en mi bemol mayor para instrumentos de viento KV 297b. Petrenko aquí no fue de estrella. Se ‘conformó’ con hacer música (mano y batuta fueron mucho menos movedizas que anteriormente) para acompañar con un grupo orquestal reducido a los cuatro primeros atriles de la orquesta que se llevaron una de aquellas ovaciones sonadas y bien merecida. Sobre todo porque evidenciaron un sentido de equipo y de sana emulación sin convertir sus partes en mero exhibicionismo virtuoso o en un torneo de capacidades. Andrea Oliva (flauta), Francesco Di Rosa (oboe), Andrea Zucco (fagot) y Alessio Allegrini (trompa)  tuvieron una actuación ejemplar en los tres movimientos, pero yo destacaría (con Mozart es casi siempre así) el ‘adagio’, no tanto por la excelencia musical que fue siempre pareja sino por la alta cota de expresividad alcanzada. Y en ese segundo movimiento, además, la actitud de respeto y humildad de Petrenko fue digna de todo elogio.

Después de la pausa, y sin conceder un solo bis, pasamos a uno de los grandes pilares del repertorio sinfónico, la primera sinfonía de Brahms. Obra maestra, mal llamada siempre ‘la décima de Beethoven’ por algunas similitudes superficiales en particular en el último movimiento fue delineada aquí de modo de alejarla de aquel presunto modelo. Las difíciles transiciones internas de cada movimiento, las repeticiones, los famosos ‘pizziccati’ fueron resueltas con pasmosa maestría de los profesores y hay que destacar que, sin dejar de expresar sentimiento (como en el inicio y final del segundo movimiento, por ejemplo), la dirección mantuvo un sentido del orden y la estructura que en Brahms importan especialmente. Al finalizar, tras unos momentos de silencio, hubo una explosión de entusiasmo atronadora.

Jorge Binaghi

 

Obras de Schumann, Mozart y Brahms.

Orchestra dell’Accademina Nazionale di Santa Cecilia / KirilI Petrenko.

Teatro alla Scala, Milán

 

Foto ©Brescia e Amisano / Teatro alla Scala

32
Anterior Crítica / Butterfly triunfa de nuevo en Las Palmas - por Juan Francisco Román Rodríguez