Culmina la temporada 24/25 de la Orquesta y Coros Nacionales de España con la recuperación para los atriles de las Escenas de Fausto de Robert Schumann obra que, sin ser lo mejor del catálogo del compositor como ahora desgranaremos, es de lo más representativo del mundo interior del compositor, como apunta José Luis García del Busto en sus notas al programa. Creación tardía del compositor, sajón, estuvo muy bien traída –casi 20 años después de su última interpretación con la ONE- al contexto de la temporada que cierra, ya que se ofreció Rinaldo de Brahms hace unas pocas semanas ofreciéndose así un contrapunto de obras, en cierta manera emparentadas, si bien con proyecciones dispares. Así, si el mencionado Rinaldo estrenado en 1869 miraba a Beethoven y, en particular a Fidelio, como principal referencia, las Escenas de Fausto de Schumann, obra estrenada de forma póstuma tan solo siete años antes, mira más a un contemporáneo Mendelssohn que, buscando un lenguaje más flexible, algo arcaizante y, desafortunadamente, con menos gracia que el de su admirado colega, procura desarrollar lo que, al igual que Rinaldo, pretendía ser otra ópera además de su Genoveva.
Con una impronta fundamental en la literatura alemana, Goethe y la carga simbólica y mística del tema de Fausto ejercieron una fascinación sobre los artistas del siglo XIX que se plasma especialmente sobre los compositores quienes, a su vez, proyectaban un reflejo de cierta rebeldía heroica ante el establishment. Este clima generador legó obras capitales como La condenación de Fausto de Berlioz, La Sinfonía Fausto de Liszt el singspiel Fausto de Spohr o la ópera homónima de Gounod. Es aquí, al calor de esa corriente en la que Schumann, influido por el mito fáustico desarrolla un inclasificable work in progress de difícil concepción, las Escenas del Fausto de Goethe, que cuadran, en cierta manera, con el terreno del oratorio profano, por así decir, para solistas, coro y orquesta. En ello trabajó de manera irregular desde 1844 hasta 1853 contemporizando sus crisis nerviosas, inseguridades a la hora de plasmar la profunda huella que le dejó el complejo texto de Goethe y, también, la manera en la que abordar la propia naturaleza dramática de su música que abandona por un mensaje más lírico, lo que le permite poner música a escenas separadas sin necesidad de ofrecer continuidad dramatúrgica si bien, en lineras generales, la partitura muestra cierta coherencia con el texto.
De esta manera se explica cómo fue la escena final, la Transfiguración de Fausto – cuyo texto empleara Mahler para su 8ª sinfonía casi sesenta años después- y que conforma la tercera parte de la obra, la primera que Schumann concluyó en torno a 1845 y que se cuenta, al menos para quien escribe estas líneas, entre lo mejor de esta creación. Tres años después, el compositor sajón volvió de lleno a la obra para escribir las escenas de la tercera a la sexta -bastante menos logradas- a las que añade la escena final para estrenar el conjunto como un oratorio que, tras interpretarse de forma exitosa en 1849, marcando el centenario del nacimiento de Goethe, completa con las dos primeras escenas y una poco memorable obertura en 1853.
Con gran prestación resolvió la Orquesta y Coro Nacionales de España a las órdenes de su titular, David Afkham, estas Escenas del Fausto de Goethe con el concurso de un elenco vocal en el que sobresalieron la voz del barítono José Antonio López, quizás de más a menos, pero que, siempre con buena proyección, resolvió un notable Fausto así como unos decentes Pater Seraphicus y Doctor Marianus y la matizada, dulce y líquida voz de la soprano Nikola Hillebrand que personificó con acierto la candidez del rol de Margarita mientras que el bajo Alastair Miles labró un buen papel dramático, no exento de desasosiego, como Mefistófeles y Mal Espíritu. Los roles menores a cargo de Jeremy Ovenden y David Steffens se presentaron con buen hacer y buen gusto, al igual que el de Mari Eriksmoen, con especial gracejo actoral, como también los de Maite Beaumont, Paula Murrihy y los solistas del Coro Nacional, que demostraron su enorme profesionalidad con buenas interpretaciones. Por otro lado, Afkham, cómodo en el repertorio de kapellmeister supo trazar con buen balance una interpretación de sonido de buen empaste y equilibrio por parte de la orquesta y coro, firmando con solidez, un rotundo Dies irae en la Escena de la catedral, una emotiva muerte de Fausto en la sexta escena y, sobre todo, una sobresaliente tercera parte. Solo resta indicar también el buen papel de los Pequeños Cantores de la ORCAM que resolvieron con buen gusto sus participaciones y que, en conjunto fueron muy aplaudidos por un entregado público que, el pasado viernes, llenaba al 90% la sala sinfónica del Auditorio Nacional.
Justino Losada
José Antonio López, barítono; Nikola Hillebrand, soprano; Mari Eriksmoen, soprano; Alastair Miles, bajo; Paula Murrihy, mezzosoprano; Maite Beaumont, mezzosoprano; Jeremy Ovenden, tenor; David Steffens, bajo.
Francesca Calero, Margarita Rodríguez, Patricia González Arroyo, sopranos
Xabier Pascual, Diego Blázquez, tenores.
Pequeños Cantores de la ORCAM, Coro Nacional de España
Orquesta Nacional de España / David Afkham
Escenas de Fausto de Robert Schumann
Ciclo Sinfónico - Orquesta y Coro Nacionales de España. Temporada 2024/2025
Auditorio Nacional, Madrid
Foto © Rafa Martín