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Crítica / Butterfly triunfa de nuevo en Las Palmas - por Juan Francisco Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 17/06/2025

Madama Butterfly de Puccini fue la encargada de poner el cierre a la 58 Temporada de ópera organizada por los Amigos Canarios de la Ópera. La amplísima popularidad de que goza, hizo que en las 3 funciones hubiera un lleno absoluto, saldado con abundantes vítores al final. Butterfly es una obra para la soprano protagonista. En ella se centra la trama, incluso cuando no se encuentra en escena, y por tanto sin una interprete que haga justicia al personaje, uno de los más complejos pero también mas agradecidos de todo el repertorio, la obra no puede cobrar vida, aunque el resto de los intervinientes sean excepcionales.

En esta ocasión la Butterfly estuvo a cargo de Hrachuhi Bassenz, de origen armenio pero afincada en Alemania, que con una destacada carrera a sus espaldas debutaba en España con estas funciones. Soprano lírica de timbre dulce que la interprete maneja con sensibilidad y técnica segura, sabe destacar sus mejores armas: facilidad para realizar amplias frases en legato, con profusión de sfumature, medias voces y pianísimos de gran calidad, dentro de una línea musical esencialmente elegiaca que le permiten resaltar los aspectos más poéticos y delicados de Butterfly.

Por el contrario en los momentos más desgarradores puede echarse en falta un timbre más penetrante y una mayor capacidad de proyección, situándose en ocasiones al límite de sus posibilidades, endureciendo el sonido y con dificultades para culminar en el registro agudo, final del dúo de amor del primer acto rematado con un do agudo de cierre gritado (previamente había evitado el re bemol optativo de su entrada) o el celebérrimo “Un bel di vedremo”, convincente en su desarrollo pero finalizado con un agudo excesivamente abierto. Con todo, es interprete inteligente, consciente de sus puntos fuertes y sus debilidades, y supo construir un personaje veraz que fue evolucionando desde su ingenuidad inicial hasta el desengaño final, con pasajes de gran belleza como el dúo de las flores, en una actuación escénica convincente que mostró su creciente indefensión hasta desembocar en el aria final “Tu piccolo iddio”, demoledora que dejó al público con el corazón en un puño.   

Giorgio Berrugui como Pinkerton tuvo que bregar con, probablemente, el personaje tenoril más antipático de todo el repertorio y nos dejó un teniente de marina bien armado, fraseado con intensidad e intención, con el hándicap de un timbre escasamente agradecido y una zona aguda deficientemente proyectada que achicaba el sonido, sobrepasado por el resto de los miembros del reparto.

Pietro Spagnoli fue un Consul contundente en base a una voz baritonal en buena forma manejada con escrupulosidad y una presencia escénica creíble. Caterina Piva como Susuki supo aprovechar los escasos momentos que le brinda Puccini, especialmente en el tercer acto, para dejar constancia su veraz vocalidad de mezzo y un talento dramático notable. Sorprendió agradablemente el juvenil Goro de Jorge Martínez-Norton, tenor de sonido bien asentado y desahogada proyección, lejos de los tenores de sonoridad liviana y avejentada que suelen hacerse cargo de la parte.

Muy en su cometido el resto de segundarios, Isaac Galán, comisario imperial, Julían Padilla, Bonzo y Manuel Garcia, Principe Yamadori, con la excepción de Marina Díaz como Kate Pinkerton, de figura convincente pero voz escasa y tremolante.

Francesco Iván Ciampa se ocupó desde la dirección musical de equilibrar los diferentes elementos en juego, otorgando libertad a los cantantes para su expansión, especialmente a una Butterfly proclive a las retenciones de tempi y los matices delicados, controlando con especial cuidado los volúmenes frente a una pareja protagonista con límites en este aspecto, sin que por ello se resintiera la veracidad teatral ni quedaran oscurecidos los grandes climax. Sin embargo su tendencia a recrearse en tempi amplios, no solo por exigencias de la heroína, si bien contribuyeron a dotar a la pieza de una destacable aura poética y situaron en primer plano la belleza de las dilatadas frases puccinianas, también nos dejaron caídas de tensión y morosidades injustificables dramáticamente.

La Orquesta Filarmonica de Gran Canaria en este final de temporada se encuentra en excelente forma, otorgando a la batuta lo que esta le solicitaba en cada momento con un sonido dúctil y consistente. El Coro de los Amigos Canarios de la Ópera defendió su parte con su habitual entrega y sus conocidas limitaciones en número y desempeño, sopranos excesivamente vibradas que comprometieron el empaste en los sutiles pianísimos del coro de entrada de Butterfly, aunque luego realizaron un solvente coro a boca cerrada acertadamente tamizado desde las bambalinas del escenario en el intervalo entre segundo y tercer acto.

Carlo Antonio de Lucía en la dirección escénica tuvo el acierto de armar una escenografía con los mínimos elementos, paneles móviles que subían y bajaban y puntuales elementos de atrezzo, que junto a una iluminación certera y un vestuario definitorio de los personajes proporcionaron el marco adecuado para el desarrollo de la acción.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Hrachuhi Bassenz, Giorgio Berrugi, Pietro Spagnoli, Caterina Piva, Jorge Rodríguez Norton, Julián Padilla, Manuel García, Isaac Galán, Marina Díaz.

Coro de Amigos Canarios de la Ópera.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria/Francesco Iván Ciampa.

Escena: Carlo Antonio de Lucia.

Producción Amigos Canarios de la Ópera.

Teatro Pérez Galdós

Las Palmas de Gran Canaria

 

Foto © Nacho González

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