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Crítica / Kirill Gerstein, 25 años después - por Juan Berberana

Madrid - 02/11/2025

Empecemos por el final. Nuestro pianista, el ruso (de origen judío) Kirill Gerstein, reconoció al final de su concierto (en el momento de las propinas) que habían pasado 25 años desde su última visita al Auditorio Nacional (probablemente en la época en la que se perfeccionó en la Escuela Reina Sofía, junto a Dimitri Bashkirov). Sorprendente, si consideramos su excepcionalidad como intérprete y como músico. El ciclo de Grandes Intérpretes puso fin a esta anomalía con un bello concierto junto a la Orquesta de Castilla y León y su titular Thierry Fischer (el día previo interpretaron el mismo programa en Valladolid). Auditorio con algo más de media entrada. Cierta satisfacción entre los habituales, por ser éste el concierto (dentro del ciclo) que, desde hace pocos años, reúne a un gran pianista junto a un grupo orquestal. Satisfacción también (entre otros) porque un rato antes el Madrid había vencido al Barcelona en liga (sic). Lo cierto es que el éxito fue rotundo.

La Orquesta de Castilla y León es ya una agrupación veterana (se creó en 1991). Confieso que llevaba muchos años sin escucharla. Y para su desgracia creo recordar que la última vez fue en el Auditorio del pueblo segoviano de El Espinar (un ejemplo de infraestructura en beneficio del desarrollo cultural en zonas rurales), cuya acústica es casi tan seca como el Auditorio de la Fundación Juan March (de Madrid). Por eso, algunos nos asombramos positivamente de su nivel actual.

La primera parte contó con dos piezas que podríamos calificar de exhibición. El preludio a la siesta de un fauno de Debussy y la síntesis orquestal de El oro del Rin, elaborada por el director de orquesta suizo Philippe Jordan (aunque en el programa de mano se incluía la versión de Henk de Vlieger). La orquesta estuvo sobresaliente en su sección de maderas y notable en los metales y las cuerdas. Enhorabuena. La dirección de Thierry Fischer (discípulo, entre otros, de Claudio Abbado y Nikolaus Harnoncourt) fue delicada y precisa. Fue en la segunda parte, con el Concierto para piano num.3 de Rachmaninov, donde nuestro director estuvo más luminoso y conectado con nuestro pianista.

Kirill Gerstein en un músico brillante, pero, sobre todo, inquieto. Se inició en el teclado en el mundo del jazz. Y su carrera ha estado repleta de hitos valiosos, como lo demuestra sus colaboraciones con músicos tan estimulantes como el compositor (y también excelente director de orquesta) Thomas Adés o con la directora de orquesta lituana Mirga Grazinyté-Tyla. Su Rachmaninov fue heroico, pero también de una evidente inteligencia musical. Nuestro pianista entendió muy bien el mundo musical en el que se movía el compositor ruso, en la primera década del S. XX (se estrenó, al final de la misma, en Nueva York). Por tanto, lectura musicalmente moderna, relativamente alejada de los excesos tardo románticos habituales. También técnicamente impecable. Amplia en dinámicas y profundamente emocional, cuando la partitura se lo requería. Excepcional. El acompañamiento de Fischer fue modélico. Una delicia.

Probablemente nos habría gustado escuchar más a nuestro pianista. Pero parece seguro que volveremos a disfrutar de su arte, en solitario, en ediciones futuras. Próxima parada, el controvertido pianista ruso Mikhail Pletvev.    

Juan Berberana

 

Kirill Gerstein, piano.

Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

Dir.: Thierry Fischer

Obras de Debussy, Wagner y Rachmaninov

Ciclo de Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)

Auditorio Nacional, Madrid.

 

Foto © alexfotomadrid

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