Según se indicaba en la minimalista hoja de programa impresa por el Palau de la Música Catalana, la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) es “una agrupación con finalidad pedagógica”. Es cierto, pero no lo es menos que tiene un nivel que ya quisieran para sí muchas formaciones profesionales. Y no solo eso: es una orquesta que aporta a sus interpretaciones ese entusiasmo desacomplejado, esa energía, que de inmediato se asocian a la juventud. Si a ello se suman una batuta inteligente y no menos entregada como es la de Nuno Coelho y un programa tan atractivo como exigente, el éxito del concierto que ofrecieron el pasado 28 de julio en el Palau estaba asegurado.
La velada se abrió con el Concierto de los Elementos: I & II, del barcelonés Fabià Santcovsky (n. 1989), obra que en 2023 ganó el Premio Reina Sofía de Composición Musical. Su primer movimiento, “La última representación del mirlo”, juega con la evocación de cantos de pájaros, aunque ni la forma de tratarlos ni el estilo tengan nada que ver con Messiaen, mientras que el segundo, “Resonancia sin nombre”, presenta un carácter más abstracto. Lo que destaca en esta partitura son sus sutiles polifonías y una escritura tímbrica y armónica que va adquiriendo densidad progresivamente y en la que se aprecia el interés del compositor por la electrónica. La parte solista, rica en figuraciones virtuosistas en su registro más agudo, fue defendida de manera brillante por Francisco Fullana, quien regaló como propina una primorosa versión para violín de Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega.
Esa propina, por sus evocaciones hispanas, sirvió de adecuada transición para los tres movimientos de la Iberia de Isaac Albéniz que pudieron escucharse a continuación: “Málaga”, “El Corpus Christi en Sevilla” y “El Albaicín”. Nuno Coelho se dejó llevar aquí por la apabullante riqueza y originalidad tímbrica de la orquestación del malogrado Francisco Guerrero, lo que se tradujo en unas versiones exultantes, en ocasiones, como en la segunda de las piezas, rozando lo aparatoso, pero sin llegar a perder nunca el control. La JONDE respondió de modo impecable, tanto a nivel de solistas como de conjunto.
La orquesta llegó aún a superarse en La consagración de la primavera de Stravinsky. La planificación de Coelho en el plano sonoro fue ejemplar, como pudo apreciarse en el exquisito cuidado a la hora de modular las maderas en las introducciones de ambas partes de la obra, o en el equilibrio y transparencia que supo dar en todo momento. Pero, sobre todo, la suya fue una versión que sedujo por su ímpetu rítmico, su agresividad y su fuerza telúrica. La JONDE estuvo sensacional ahí por su entrega, precisión, contundencia y flexibilidad.
Una vez sonó el último acorde de esa obra, el concierto, lejos de acabar, recomenzó. Lo hizo con una propina tan deliciosa como, hasta cierto punto, previsible, pero que, tras la obra maestra de Stravinsky, suponía un contraste un tanto osado: el intermedio de La boda de Luis Alonso, de Jerónimo Giménez. La lectura fluyó con una vivacidad contagiosa.
No se habían acabado aún los aplausos cuando Coelho, acompañado esta vez por Fullana, volvieron al escenario para atacar Aires gitanos de Pablo de Sarasate. El colofón al concierto lo puso el pasodoble Amparito Roca, de Jaume Teixidor, en cuya interpretación Coelho cedió la batuta a uno de los percusionistas. En ese punto del concierto, la pulcritud era ya lo de menos y de lo que se trataba era de dejarse ir, tanto los músicos como el público. El concierto acabó así en un ambiente festivo.
Juan Carlos Moreno
Francisco Fullana, violín.
Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) / Nuno Coelho.
Obras de Santcovsky, Albéniz y Stravinsky.
Palau de la Música Catalana, Barcelona.
Foto © JONDE - Courtiers