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Crítica / Carmen (I), una mágica efervescencia - por Paulino Toribio

San Lorenzo de El Escorial - 30/07/2025

La Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid pusieron el listón bien alto en la noche del sábado 26 de julio para dar comienzo al Festival de San Lorenzo 2025, el evento estival que cada verano tiene lugar en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial.

El programa ofrecía un clásico de la ópera,  un hito musical imprescindible de todos los tiempos, un universal: Carmen de Bizet, esta vez en versión reducida de concierto, desplegó su riqueza desde la Obertura hasta el dúo y coro final "C'est toi, c'est moi", pasando por momentos tan emblemáticos como la Habanera, la Seguidilla "Près des remparts de Séville", la canción bohemia "Les tringles des sistres" o el célebre "Votre toast" del Toreador.

Una obra de audaz "vérité dramatique", un drama popular tan poderosamente concentrado como no se había dado en el género de la gran ópera. Ya Nietzsche veía en Carmen el modelo eterno y universal del drama lírico.

Lucida se mostró la Orquesta madrileña, con una cuerda compacta, aunque algo escasa en proporción de cellos y contrabajos. Algunos violines de nueva incorporación deberían moderar sus ademanes y acoplarse al resto de compañeros, pues no se trata solo de tocar bien sino de crear una visión de uniformidad en las distintas secciones. No nos cansaremos de apuntar en esta dirección: estamos ante un espectáculo también visual.

Los metales se mostraron robustos y vibrantes, las maderas bien proporcionadas con logrados solos de flauta, flautín y oboe, aunque echamos de menos a aquellos solistas que tuvieron que abandonar la agrupación hace tiempo por problemas incomprensibles de incompatibilidad. El sonido de una orquesta lo conforman, año tras año, sus distintas secciones y también sus solistas, que confieren color, sonoridad y personalidad característica al conjunto.

Especial mención merece la percusión, muy activa y pujante en toda la obra, destacando la firmeza, robustez y definición del timbal a cargo de Conchi San Gregorio. La orquesta, en general, se mantuvo ágil y flexible bajo la batuta de Óliver Díaz.

El Coro lució una arrolladora proyección sonora, especialmente la sección de bajos y tenores que, como sabemos, tienen momentos de especial dificultad con agudos comprometedores. Su trabajo estuvo bien integrado en el conjunto.

La mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze, en el papel de Carmen, ganadora del Concurso Operalia de Plácido Domingo y una de las mejores intérpretes de este rol de su generación, desplegó una voz poderosa, versátil y juguetona como el propio personaje. Hasta se plantaba como un tallo inmóvil y podía evocar toda la fuerza de su papel sin apenas un gesto en el rostro: con desparpajo, con sutileza, con ardor, con chulería, con encantamiento.

El tenor mexicano Andrés Arturo Chacón, también laureado en el Concurso Operalia, empezó algo más apagado y fue evolucionando hacia una magnífica emisión vocal. Tenía enfrente, en el público, nada menos que al gran Plácido Domingo, y esto debía de pesar. No obstante, su interpretación llegó a momentos de auténtica exaltación.

Micaëla, interpretada por Leonor Bonilla, fue una de las voces más sugerentes y bellas que se pudieron escuchar aquella noche, de ahí la gran ovación al final de su aria "Je dis que rien ne m'épouvante".

El barítono Ángel Ódena, en el papel del torero Escamillo, se plantó con su gran corpulencia y su torrente de voz, causando gran impacto en el público veraniego de El Escorial. También las voces de Frasquita (Rocío Faus) y Mercedes (Ana Gomá) resultaron gráciles y bien conjuntadas en el trío "Mêlons, coupons".

El problema de las versiones de concierto de una ópera radica en que los cantantes se sitúan detrás del director para recrear algo de la escena y, aun suponiendo que tengan monitores de referencia, pierden con frecuencia el contacto entre ellos, lo cual a veces produce ligeros desajustes.

No obstante, Óliver Díaz se hizo con las riendas de todos los participantes mostrando una dirección seria, firme y austera de movimientos, donde la música de Bizet prevaleció sobre cualquier pequeña incidencia, como debía ser.

Este magnífico teatro, dotado de los medios técnicos más punteros, presenta sin embargo ciertas peculiaridades que merecen reflexión. Su acceso resulta un tanto laberíntico: para llegar a las primeras filas del patio de butacas es necesario descender tres tramos de escaleras. Uno no puede evitar preguntarse si no habría sido posible habilitar también un acceso alternativo por la parte inferior.

La preocupación por la accesibilidad se vio reforzada durante la velada por un incidente menor pero revelador. La interrupción de la función por el sonido de una alarma de un dispositivo médico de un espectador puso de manifiesto algunas carencias organizativas. Mientras la orquesta, su director y el público mantuvieron una compostura ejemplar, la actuación del personal de sala fue muy distinta: irrumpieron y se desplazaron por el teatro sin efectividad ni resolución aparente, generando más perturbación que la propia alarma.

Este episodio evidencia la necesidad de mejorar los protocolos del personal técnico y de sala. Su formación resulta fundamental, especialmente pensando que en situaciones de emergencia real recaería en ellos la labor de organización e información. La seguridad, la accesibilidad y la gestión eficaz de imprevistos deberían ser prioritarias en cualquier espacio cultural de estas características.

El balance de esta primera noche del Festival de San Lorenzo resulta claramente positivo. La apuesta por Carmen en versión de concierto se reveló acertada, y el nivel artístico demostrado por los solistas, junto al sólido trabajo de la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid, auguran un verano musical de altura en la Sierra de Madrid. Óliver Díaz logró cohesionar con maestría a todos los participantes, ofreciendo una lectura convincente de la partitura de Bizet. El público respondió con entusiasmo, confirmando el acierto de la programación. Un prometedor inicio que sitúa el listón alto para las próximas citas del estío madrileño.

Paulino Toribio

Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid

Director: Óliver Díaz

Ketevan Kemoklitze (mezzo): Carmen
Andrés Arturo Chacón Cruz (tenor): Don José
Leonor Bonilla (soprano): Micaela
Ángel Ódena (barítono): Escamillo
Enrique Sánchez Ramos (barítono): Morales
Rocío Faus (soprano): Frasquita
Ana Gomà (mezzo): Mercedes

San Lorenzo de El Escorial, Teatro Auditorio (Sala Sinfónica)

Día: 26 de julio de 2025 / Hora: 20:30 h

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