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Crítica / Halka, esa joya del arte folklórico - por Francisco Villalba

Madrid - 13/11/2023

Desde 1976, año en el que se estrenó Halka, Stanisław Moniuszko, por la compañía del Gran Teatro de la Ópera de Varsovia en el Teatro de la Zarzuela, no había vuelto a nuestros escenarios; por eso escucharla de nuevo, aunque en versión de concierto, en el Teatro Real, era una oportunidad única de saborear una creación casi desconocida en nuestros lares, pero muy popular en centro Europa.

Su temática es la típica de señorito, Janusz, que ha abusado de una campesina, Halka, con la que no piensa emparejarse ya que proyecta casarse con Zofia, la hija de un terrateniente de la región, Stolnik. En la fiesta para celebrar el compromiso de Janusz con Zofia, comienza la ópera. Después veremos al otro personaje esencial de la historia, Jontek, un montañés enamorado sinceramente de Halka. Finalmente la historia derivará en una tragedia con la muerte del hijo de Halka y Janusz y el posterior suicidio de la campesina arrojándose a un rio.

Esta obra de apariencia tan inocente en nuestros días, fue rechazada en 1847 por el Teatro Wielki de Varsovia porque su texto, que presentaba un conflicto de clases, podía considerarse políticamente subversivo

En 1856 Moniuszko hizo cambios en la obra y le hizo varios añadidos. Entre los cambios, a Jontek de barítono lo convirtió en tenor. Entre los añadidos, en el Acto I una Polonesa, el aria de Stolnik y la mazurca final. En el Acto II un Preludio orquestal, el primer aria de Halka y un dúo de Jontek y Janusz. En el Acto III un Preludio orquestal y las danzas de los montañeses. En el IV un Preludio orquestal y el aria de Jontek. La obra fue representada por fin en 1857 en el teatro Wielki, en una nueva versión en cuatro actos, en vez de los dos originales.

La obra pronto alcanzó una gran popularidad representándose en Cracovia, en Poznan, en Praga, en Moscú, en San Petersburgo y más tarde en Viena, Chicago, Berlín, Helsinki, Budapest y Jerusalén.

Halka es un símbolo nacional en Polonia y sus danzas y preciosas arias son allí muy populares. Se puede considerar la primera “gran ópera” polaca, algo similar a lo que ocurre con “La vida por el Zar” de Glinka en Rusia, o “Dalibor” de Smetana en Chequia. A esto se une su mezcla de músicas populares, polonesas y mazurcas, con melodías italianizantes que hacen su partitura fácil de escuchar y fácil de recordar

La versión en concierto que hemos disfrutado en el Teatro Real se puede considerar modélica.

Dignos de mención por sus impecables actuaciones, el bajo Maxim Kuzmin-Karavaev, como Stolnik; el bajo Tomasz Kumiega, como Dziemba, el mayordomo de Stolnik; brillante la mezzo Olga Syniakova, como Zofia, la hija de Stolnik. La ucraniana Syniakova posee una voz sin fisuras, brillante en ocasiones, sin  problemas al paso a la zona aguda y con un timbre transparente muy bello.

El bajo barítono Tomasz Konieczny, al que hemos escuchado en el mismo teatro un excelente Wotan en la Walkiria y en Siegfried, hizo un estupendo Janusz, mostrando un timbre redondo y moviéndose en su propia lengua con más soltura que en otras. Además es un notable actor, algo que demuestra en cada una de sus actuaciones.

En el agradecido papel de Jontek, el montañés enamorado de Halka, una vez más el grandísimo Piotr Beczała dio una lección de canto, con un centro poderoso, un agudo espléndido, una voz de timbre nórdico maravillosa, un fraseo modélico y una interpretación visceral del personaje a niveles teatrales. Maravilloso.

Menos dotada que el tenor pero igualmente magnífica, la soprano estadounidense Corinne Winters compuso una Halka conmovedora; su voz no tiene el poder de la del tenor y en el agudo se notan ciertas dificultades, pero estas pegas quedan oscurecidas ante sus inmensas dotes dramáticas y la inteligente utilización de sus medio vocales para componer un personaje inolvidable por su sinceridad y entrega, sin excesos, con humildad y una franqueza antológica. Inolvidable.

Para redondear la velada las cortas prestaciones del coro y la brillantez de la orquesta para asimilar un estilo “tan polaco” fueron admirables, sobre todo gracias a un director en estado de gracia Łukasz Borowicz que iluminó la partitura con brío, sin perder de vista sus momentos más liricos, arrebatadores.

Qué pena que algunos aficionados, demasiado listos, minusvaloren este tipo de obras. Los normales aplaudieron a rabiar.

Francisco Villalba

 

Halka, de Stanisław Moniuszko

Teatro Real, Madrid

Piotr Beczała, Corinne Winters, Tomasz Konieczny, Tomasz Kumiega, Maxi Mkuzmin-Karavaev, Olga Syniakova, Javier Povedano (El gaitero), que actuaron junto al

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real / Łukasz Borowicz.

 

Foto: Corinne Winters (soprano, Halka), Piotr Beczała (tenor, Jontek) y Tomasz Konieczny (bajo barítono, Janusz) / © Javier del Real | Teatro Real

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