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Crítica / Cristina Gómez Godoy y su oboe triunfaron plenamente - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 12/11/2023

El 4º Programa de Abono de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su sede vallisoletana, tuvo como protagonista a la oboísta linarense Cristina Gómez Godoy (1990), solista de la Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín desde esta temporada y Profesora Adjunta en la Universidad de las Artes en la misma ciudad desde 2015, y Premio y Premio Especial de la Radio Bávara en el Concurso 2011 de la ADR de Múnich, que interpretó el Concierto para oboe y pequeña orquesta en Re M, TrV 292, op. 144 (1945) de Richard Strauss, junto a la OSCyL, con su Titular Therry Fischer al frente.

Este Concierto, que el autor escribió 4 años antes de su muerte por encargo de un soldado americano, primer oboísta de la Sinfónica de Pittsburgh antes de su destino en la Alemania de posguerra, al que conoció cuando reclamó ayuda a sus Mandos para salvar una delicada situación familiar, supuso su vuelta al Romanticismo de juventud y quiso ser un canto de alegría tras el fin del terrible conflicto bélico mundial; por cierto, cuando el soldado regresó a su país, fue durante 30 años oboe solista de la Sinfónica de Filadelfia.

La intención de Strauss resultó cumplida y el anterior de Mozart jugó su papel como modelo influyente, conformándose una pieza de alta dificultad para el solista, que prácticamente no descansa durante sus 25 minutos de duración, en 3 movimientos que se tocaron encadenados, que precisan una técnica respiratoria excelente en todas sus modalidades, nasal, robada, diafragmática y circular, para satisfacer la escritura virtuosística propuesta y darle expresión musical.

Cristina fue capaz de todo eso, acompañada por una sutil OSCyL que  conectó muy bien con ella y con las directrices de Fischer, que entendió muy bien la pieza y la vertió con 32 cuerdas, 8 más de las que el compositor propone. Hubo momentos realmente preciosos, como los de viola y clarinete en el Allegro inicial, que transitó con elegancia al Andante, donde el estilo Mozart revoloteó finamente y la solista jugó perfectamente con viola y corno y con las cuerdas en pizzicato delicado, para pasar al terrible Vivace para el  oboe, donde se recupera la tonalidad inicial tras el sugerente Sib M del Andante, que lució afinación, matiz y articulación en su complicada cadencia y en essa coda final tan grande, que parece otro movimiento. El éxito fue grande y el Auditorio, lleno, expresó su satisfacción con repetidas ovaciones, que culminaron con la adición de un fragmento para oboe y cuerdas de la Euridice de Gluck, con similares resultados y acogida.

Como homenaje en el centenario del fallecimiento del salmantino Tomás Bretón, la OSCyL inició el Programa con la Obertura del drama lírico en tres actos Tabaré (1913), una de las 8 óperas compuestas por el autor en su intento de construir una ópera nacional española, frente al predominio de Wagner, italianos y franceses, aunque sin renunciar a los avances musicales que todos éllos aportaron a la Música. Prueba fue este argumento de la novela de J. Zorrilla de San Martín (1892), que describe  la lucha de los charrúas contra el conquistador, que utiliza en su propio libreto.

La Obertura, casi un poema sinfónico (de ahí el acierto de Fischer al situarla en este programa junto a Strauss), presenta lógicos tintes iniciales hispanoamericanos y pasa a exponer temas que se desarrollarán después durante la ópera, con una orquestación muy densa y complejas armonías de línea wagneriana, en busca de motivos característicos que identifiquen personajes y situaciones. Todo ello le resta ritmo escénico aún con momentos dulces como el solo de oboe, expresivo del amor surgido entre la pareja protagonista. La lectura fue buena y clara en su dificultad.

El Programa se despedía con una Selección del Ballet en 3 actos, Cenicienta, op. 87 (1940-44) de Prokofiev, primicia para la Orquesta como el Bretón, que tuvo perfecto encaje al tratarse de una de las piezas más melódicas del autor, hecha para que N. Vólkov pusiese la coreografía. Se tocaron 8 números elegidos, no coincidentes con ninguna de las 2 Suites habituales.

Fischer volvió a acertar con el carácter de las partes dentro de la esencia del conjunto, que vino descrita en la Introducción, donde ya la OSCyL mostró cuál iba a ser su comportamiento entregado y hábil en el resto; así, la Mazurca, bien planteada por contrabajos, tuvo contraste y ritmo bien marcado, como el vivo Cenicienta llega al baile o su Vals, donde el difícil ternario propuesto por el compositor salió sin mácula y con nota para clarinete y corno, distinguiéndose del de Medianoche, abierto y feliz, percusión y metales ajustados y un Fischer claro y exigente. El Adagio El Príncipe y Cenicienta tuvo protagonismo en las maderas y en el melodismo de arpas y cuerdas, como las violas en el Vals lento, para un Amoroso final, de destacado legato en las cuerdas agudas y dulzura en la flauta. Ni que decir tiene que la brillantez en la interpretación tuvo su justo pago en la reacción de un público que salió encantado.

Deseamos el mismo éxito en el madrileño Teatro Monumental donde, seguido, repetirán Programa e intérpretes.

José M. Morate Moyano

 

Cristina Gómez Godoy, oboe

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Thierry Fischer

Obras: T. Bretón, R. Strauss y S. Prokofiev

Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid

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