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Crítica / Gewandhaus, Nelsons, Orfeón Donostiarra: alma encontrada - por Darío Fernández Ruiz

Santander - 02/09/2025

La Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, embajadora de la gran tradición sinfónica germana, y el Orfeón Donostiarra clausuraron la 74ª edición del Festival Internacional de Santander con una jornada memorable centrada en la Sinfonía n.º 5, “Reforma” de Mendelssohn y el Réquiem alemán de Brahms, en el que también pudimos escuchar a Christian Gerhaher y Julia Kleiter.

Era el segundo concierto de los alemanes en la Sala Argenta de la capital cántabra y la sensación que nos dejó resultó bien distinta de la que ellos mismos nos habían deparado con el Concierto para violín de Dvořák y la Sinfonía nº 2 de Sibelius veinticuatro horas antes. Si entonces afirmábamos que la dirección de Andris Nelsons nos había parecido carente de espíritu e interés, es de justicia reconocer ahora que lo de anoche fue algo muy distinto y que tuvo mucho de redención, revelación y catarsis.

Lo que se nos proponía era una celebración de la música romántica y eso fue precisamente lo que presenciamos, con toda su densidad emocional. Nelsons volvió a dirigir con partitura y concentración inquebrantable, pero en esta ocasión apreciamos unos valores que no habíamos advertido la víspera. Así, en la Sinfonía nº 5, “Reforma”, Al esperable empaque sonoro, Nelsons añadió claridad estructural y progresiva tensión: con golpes de batuta de absoluta nitidez y a veces con la mano desnuda, el maestro letón logró que el conjunto siguiese sus indicaciones con una entrega total y que alcanzase en el último movimiento una cumbre dramática de plasticidad inusitada, sin que apreciásemos rastro alguno de los desajustes que habían afeado sus interpretaciones de Dvořák y Sibelius.

Si la obra de Mendelssohn impresionó, el Réquiem sencillamente nos deslumbró. No es que los gestos de Nelsons fueran algo más expresivos -que también- sino que la orquesta respondió en todas sus secciones con un compromiso aún mayor, o al menos así nos lo pareció. Abundaba aquello que habíamos echado en falta la noche anterior: chispa en el fraseo, el necesario espacio entre las distintas secciones y, en definitiva, un ánimo que informase todo. A ese logro también contribuyeron, claro está, las voces de Julia Kleiter y Christian Gerhaher, dotadas de experiencia y penetración suficientes y, en el caso de la soprano, de ese ángel que conmueve profundamente: de hecho, lo hizo tanto que provocó en algún espectador un conato de aplauso al término de su primera intervención.

Queda por comentar, en fin, el desempeño del sempiterno Orfeón Donostiarra, sólido y emotivo núcleo vocal sobre el que recayó el papel de mayor responsabilidad del Réquiem. Poseedores de un empaste y esmalte excepcionales, los guipuzcoanos se fundieron naturalmente con la orquesta y sus voces reverberaron con una fuerza y hondura colosal en la acústica de la Sala Argenta. Por más que les escuchemos, el efecto sigue siendo tan poderoso como la primera vez. ¡Aupa Orfeón!

La excelencia de esta segunda cita de la Gewandhaus constituye el cierre soñado para el Festival Internacional de Santander recién clausurado y dispara las expectativas de una septuagésimo quinta edición que esperamos haga justicia a tan señalado aniversario.

Darío Fernández Ruiz

 

Obras de Mendelssohn y Brahms.

Christian Gerhaher, barítono y Julia Kleiter, soprano.

Orfeón Donostiarra y Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Andris Nelsons, director.

74º Festival Internacional de Santander

Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabria

 

Foto © Pedro Puente / FIS

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